Lo “femenino”, como la medida de la explotación

Andrea Sato Jabre*
Fotografía: Gentileza de Brigada de Arte y Propaganda – Coordinadora Feminista 8M

La crisis actual del capitalismo merece que repensemos las formas en las que hemos entendido y enfrentado la estructura social. El primer desafío es extender los márgenes acotados del concepto trabajo para comprenderlo ampliamente, ya que pareciera que siempre nos referimos única y exclusivamente al trabajo asalariado.

Helena Hirata y Philipphe Zariffian (2007) redefinen el concepto de trabajo como producción del vivir. Esta nueva noción intenta relevar las condiciones sexuadas del trabajo que se manifiestan en la estructura actual. Las autoras plantean redefinir el trabajo, rescatando la producción, esfuerzo y energía que implica la reproducción de la vida a toda escala. La relación humano/naturaleza, las labores domésticas, de cuidados y la producción de sujetos sociales en constante transformación. En este sentido, el concepto tradicional de trabajo, vinculado al mercado, vendría a ser una parte de todo el ciclo que incluye el trabajo.

Este esfuerzo teórico conceptual invita a visibilizar la fuerza de trabajo que tienen incorporadas las mercancías, pero también los seres humanos; se valora el afecto, los cuidados físicos y emocionales, que son necesarios para sostener la vida cotidiana. Comprender el trabajo como un ciclo de no acabar, en relación a las personas, los hogares y la naturaleza, se vuelve imprescindible en un escenario donde la crisis del capital ha impulsado nuevas condiciones sobre la explotación del trabajo de hombres y mujeres.

Algunas de las ideas que se han repetido más durante la última década es la de la “feminización del trabajo”. Este concepto se ha vinculado casi exclusivamente con el explosivo aumento de mano de obra femenina, en lugares de trabajo asalariado. Esta incorporación masiva de mujeres al espacio del empleo remunerado en las últimas décadas no es coincidencia y es necesario ponerlo en un contexto de transformación profunda, que no solo refiere a mayores índices de empleo femenino.  

La disponibilidad de una fuerza de trabajo percibida como barata se ha transformado en una pieza clave en la apuesta del capitalismo financiarizado. Las estrategias del capital para incrementar su competitividad y eficiencia económica están centradas principalmente en la precarización sistemática del empleo, la reducción del gasto público y la desposesión de derechos sociales. Siguiendo este argumento, leer la “feminización del trabajo” únicamente como la inclusión de mujeres al empleo asalariado es desconocer un contexto de precarización de la vida, cuya gran manifestación está en los hogares, especialmente bajo lógicas de sobre explotación del trabajo doméstico.

Cristina Morini (2013) comparte el diagnóstico de que el mundo del trabajo está extensamente precarizado, a pesar de eso, considera que las condiciones estructurales en las que las mujeres se han integrado al espacio productivo, están cruzadas por la doble presencia que deben cumplir, tanto en el ámbito público como en el privado. En este sentido, considera que las condiciones que en un momento fueron casi exclusivas para las mujeres, por su rol de cuidadoras y trabajadoras domésticas, se habrían extendido para hombres y mujeres sin distinción en la actualidad.

Morini (2013) argumenta que la flexibilización, el subempleo, la contención salarial y la externalización habían sido parte de las condiciones estructurales a las que las mujeres se veían enfrentadas al incorporarse como fuerza de trabajo asalariada desde el siglo pasado. Esta situación, en el presente, se estaría ampliando para todos los seres humanos.

La teórica plantea que la condición histórica de las mujeres se ha vuelto la medida de la explotación para todas las personas. Siguiendo este argumento, Morini reconoce la precarización sistemática del mundo del trabajo –dentro y fuera del hogar– pero pone de manifiesto que la estructura social y el modelo capitalista han propiciado extender las condiciones “feminizadas” del empleo a todas las personas, porque se configura como una herramienta de extracción del plusvalor mucho más efectiva.

Por tanto, la “feminización del trabajo” no solo refiere a la incorporación de las mujeres a espacios de empleo asalariado, sino también a los cambios que ha sufrido el mismo mundo del trabajo, “feminizando” las condiciones laborales para hombres y mujeres. Esta feminización no solo refiere a formas más endebles de empleo –relacionadas históricamente con el empleo femenino– sino también con las habilidades que se esperan en los trabajos asalariados.  

Teóricas de la corriente Operaia (1) consideran que estas nuevas estructuras laborales se relacionan, además, con el control biopolítico sobre las emociones y las habilidades sociales que las personas deben cumplir en sus puestos de trabajo. Consideran que la vida es puesta a trabajar y por eso cuestiones como la amabilidad, la comunicación y el trabajo en equipo adquieren una mayor connotación. Vale señalar que, a pesar de que se considera que el mundo del trabajo se ha “feminizado”, las mujeres no han abandonado su doble labor, como trabajadoras asalariadas y trabajadoras domésticas. En este sentido es importante reconocer que la explotación que viven los hombres es radicalmente diferente a las que viven las mujeres en el escenario del capitalismo actual.

Las condiciones de trabajo “feminizadas” que se extienden para todas las personas en el periodo actual tienen un correlato de precarización permanente y esto lo podemos constatar al observar cómo se ha configurado el mundo del trabajo en la última década. El porcentaje de empleo asalariado bajo régimen de tercerización ha ido en constante aumento durante los últimos años (Gráfico 1). La tercerización, y su estructura triangular, promueve lógicas de precarización para los/as trabajadores/as y condiciones endebles de trabajo.

Gráfico 1

Cuando nos detenemos a observar el tipo de empleo que se ha creado en los últimos nueve años, comprobamos que el 60,6% de los nuevos empleos creados corresponde a Asalariado Externo, Cuenta Propia y Familiar No Remunerado. Si solo observamos el empleo creado para mujeres en el mismo periodo, este porcentaje aumenta a 62,3%. Es decir, la mayoría de los “nuevos” empleados son personas que están expuestas a condiciones de trabajo precarios, especialmente el creado para mujeres. Esto no es un panorama esperanzador, considerando que las condiciones estructurales del trabajo en Chile no demuestran mejoría en su calidad, más bien lo contrario.

Gráfico 2

Hablar de feminización del trabajo es hablar de la precarización del trabajo. Reflexionar sobre el mundo del trabajo, desde su gran ciclo, es evidenciar el mecanismo de explotación y desposesión que el capital ocupa sobre los cuerpos de grupos de personas en condición de opresión. El capitalismo es un sistema clasista, sexuado y racializado, lo que implica que, en nombre de la eficiencia productiva, busca construir nuevos “estándares” que involucren un bajo costo para el modelo en pos de la acumulación, sin importar el bienestar de las personas que sostienen este sistema; el capital utiliza las diferentes categorías –mujer, lesbiana, migrante, negra– para establecer mecanismos diferenciados para la explotación, descalificando el trabajo que realizan fuera o dentro del hogar. Comprender cómo el capital se ha apropiado de la riqueza es fundamental en un escenario de crisis sistémica, donde la depredación hace tiempo llegó a nuestros hogares.

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*Investigadora Fundación SOL

(1) Movimiento Marxista intelectual, nacido en Italia.  Se basa en relevar el poder de la clase obrera como motor transformador de la Historia. Se imbrica tempranamente con el movimiento feminista, uno de sus escrito bases es “Sputiamo su Hegel”, o , “Escupimos sobre Hegel” de 1970 .

Referencias:

Hirata, H. y Zariffian, P. (2007) “ El Concepto de Trabajo” Revista de Trabajo, Año 3 http://ciiesregion8.com.ar/portal/wp-content/uploads/2016/02/el-concepto-de-trabajo.pdf

Morini, C. (2013) “Por amor o a la fuerza. Feminización del trabajo y biopolítica del cuerpo” Traficantes de Sueños, Madrid. http://www.nomasviolenciacontramujeres.cl/wp-content/uploads/2015/09/Por-el-amor-o-la-fuerza-feminizaci%C3%B3n-del-trabajo-o-biopol%C3%ADtica-del-cuerpo.pdf

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