Entrevista a Gloria Maira[1]
Gloria Maira explica el proyecto de ley, los retrocesos existentes y cómo el movimiento feminista ha incidido en el avance del aborto.
¿Cuál ha sido tu trayectoria como feminista respecto a la lucha por liberalizar el aborto en Chile?
Desde que regrese al país me vinculé con el movimiento feminista y particularmente con las organizaciones relacionadas con la lucha por la despenalización y liberalización del aborto en Chile. Luego de las movilizaciones por el acceso universal a la anticoncepción de emergencia, participé con otras feministas en la creación de la articulación por la libertad de decidir que tuvo como eje central de trabajo el aborto libre, seguro y gratuito. Adicionalmente mi tesis de maestría (FLACSO) versa sobre el aborto en Chile.
¿Por qué crees que el aborto no logró ser debatido en el parlamento por tanto tiempo? ¿A qué se debe el cambio sucedido en el año 2015?
Desde la recuperación de la democracia, el movimiento feminista en sus distintas expresiones ha demandado la modificación de la legislación vigente heredada de la dictadura. En la década de los noventa, la demanda se centró principalmente en recuperar lo perdido, es decir, la posibilidad de acceder al aborto por razones terapéuticas. Desde la década siguiente, la demanda se ha centrado en el aborto libre, seguro y gratuito.
Durante los gobiernos de la Concertación, el movimiento buscó compromisos de los candidatos presidenciales y también de parlamentarios y parlamentarias para lograr la despenalización del aborto, a lo menos por razones terapéuticas. La demanda no fue acogida bajo argumentos como que no era el momento político adecuado o que liderar una iniciativa de este estilo representaba altos costos políticos; también se reiteraba permanentemente el carácter conservador de la sociedad chilena.
La posibilidad de modificar la legislación que penaliza el aborto en toda circunstancia viene de la mano de transformaciones culturales importantes en la sociedad chilena. La libertad de opción y el respeto por esa decisión se ha ido expresando con fuerza desde el movimiento feminista y el de las diversidades sexuales; a esto se agrega el mayor acceso a información de las personas y particularmente las generaciones jóvenes, producto de la revolución de las comunicaciones. Todos estos factores han levantado una voz importante en el debate público en pos del derecho a decidir de las personas, lo que incluye el aborto y también la posibilidad de decidir sobre la identidad y el proyecto de vida.
De manera coyuntural, el hecho de que varias feministas participamos en los equipos que trabajaron el programa de la presidenta Bachelet permitió que la despenalización del aborto en tres causales quedara incluida como compromiso de gobierno.
Fuiste de las gestoras del proyecto de ley. Considerando que para gran parte del feminismo la lucha ha sido por el aborto en términos más amplios que el ahí contemplado, ¿por qué lo impulsaste? ¿Qué aspectos contemplaba ese proyecto que, desde el feminismo, lo hacía relevante para los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres?
Es importante aclarar que el proyecto de ley de despenalización del aborto en tres causales no es un proyecto de ley feminista. Es el acuerdo que se pudo lograr entre los partidos de la Nueva Mayoría. Quienes formamos parte del grupo de mujeres que participó en la estructuración del programa, cada una representante de un partido político, comprobamos que las tres causales eran el piso posible: riesgo vital, inviabilidad fetal y embarazo producto de violación.
Desde mi perspectiva, el punto crucial a defender en este contexto era y es la libre decisión de la mujer respecto de una gestación en las circunstancias señaladas. En nuestra legislación el derecho a decidir en ámbitos de la sexualidad y la reproducción no está reconocido. Por tanto, instalar como piedra angular de la iniciativa legal el derecho de decisión de mujeres, adolescentes y niñas es un paso importante hacia el reconocimiento de la autonomía reproductiva.
¿Cómo piensas que ha evolucionado el proyecto con las indicaciones propuestas?
El proyecto aprobado por la Cámara de Diputados tiene retrocesos importantes respecto del proyecto presentado por el Ejecutivo. Hay pérdidas en 1) la autonomía reproductiva progresiva de las niñas y adolescentes, porque la Cámara eliminó la posibilidad de que ellas accedieran a tribunales cuando su decisión fuera distinta a la de sus tutores; 2) el acceso al aborto en casos de violación cuando esta afecta a las niñas, ya que la Cámara disminuyó de 18 a 14 semanas el período para hacer la interrupción de la gestación; y 3) el derecho a la intimidad y vida privada de las mujeres mayores de 18 años, dado que la Cámara estableció la obligatoriedad de denuncia ante Fiscalía de los jefes de los centros de salud en caso de que se invoque la causal de violación.
¿Qué te ha parecido el debate parlamentario? ¿Por qué crees que la causal de violación es la más resistida por los sectores conservadores?
El debate parlamentario ha sido precario, limitado a las visiones particulares de cada parlamentario y parlamentaria, y muy poco sustentado en los derechos de las mujeres. Las creencias religiosas personales se han puesto por sobre el interés general y los estándares que caracterizan una sociedad moderna y democrática. Se manipula el derecho a la vida desde posturas absolutas que no entran en interlocución con nada y presentan como alternativa única la continuidad de la gestación a cualquier costo para la mujer. Se invoca el derecho canónico a pesar de que vivimos en un Estado laico… en fin, lamentable.
La causal de violación es la más resistida porque es la que encarna el poder de decisión y la autonomía de las mujeres. En la de riesgo vital y la de inviabilidad fetal, se estima que existe un deseo de maternidad y que esta no es posible por circunstancias extremas. En el caso de embarazo como resultado de la agresión sexual, se trata de una gestación forzada, impuesta de manera violenta, y se reconoce el derecho de la mujer a decidir si continúa o no con esa gestación. Aquí se expresa la autonomía reproductiva de las mujeres, y esto es lo que causa mayores resistencias en los sectores conservadores que no quieren mujeres liberadas, sino cuerpos femeninos tutelados.
En este momento el proyecto no tiene urgencia legislativa (aunque personas del Ejecutivo han declarado que esperan tenerlo aprobado en enero 2017). ¿Qué te ha parecido el rol que ha tenido el Ejecutivo y en particular el SERNAM al impulsar el proyecto?
Creo que el Ejecutivo, y particularmente el SERNAM, ha buscado acuerdos con las fuerzas políticas de la Nueva Mayoría para lograr la aprobación del proyecto de ley. Estimo, sin embargo, que se ha convenido en materias que afectan el espíritu original del proyecto, particularmente en los puntos que he señalado en una pregunta anterior, y que afectan la voluntad de las mujeres.
Es importante agregar que la tramitación del proyecto, su debate, se inscribe en el momento político que vive el pacto de gobierno y las evidentes tensiones allí presentes. Se sabía de las resistencias externas a la Nueva Mayoría, de la derecha y los sectores conservadores, pero creo que no se pensó en un escenario interno, como el que se ha enfrentado, donde un partido de la coalición, más específicamente un sector de la democracia cristiana, se ha opuesto al proyecto en su totalidad y ha levantado distintas amenazas frente a su eventual aprobación.
¿Crees que el proyecto de ley será aprobado? Y de serlo, considerando que ha sufrido algunos cambios, ¿qué aspectos del proyecto original consideras necesarios de preservar?
En estos momentos es difícil hacer un pronóstico sobre la suerte del proyecto de ley. Es posible que existan votos para aprobar la primera y la segunda causal, pero la incertidumbre es total frente a la causal de violación, aun cuando esta razón tiene un apoyo extendido y creciente de la ciudadanía.
En Chile, ¿se podrá dar pronto un debate sobre el aborto por plazos? ¿Cuál ha sido o debería ser el papel del feminismo para impulsar este debate?
El debate sobre el aborto se va a reeditar en el contexto del proceso constitucional y seguramente más allá de él. Este derecho de las mujeres siempre es impugnado por los sectores conservadores en el mundo entero, y las mujeres se ven en la necesidad de defender permanentemente lo avanzado. Si se revisa lo sucedido en el continente es claro que modificar las normas constitucionales para que se respete el derecho a decisión de las personas en asuntos de su sexualidad y reproducción es un punto de partida, no uno de llegada. Aprobada la norma, los procesos hablan de al menos dos décadas para modificar las culturas institucionales e implementar políticas públicas que garanticen el acceso a la prestación de salud.
El rol del feminismo frente al derecho al aborto ha sido, es y será fundamental. Sin este motor, cualquier cambio corre el riesgo de no modificar patrones culturales de subordinación y, por tanto, mantener durante décadas la penalización del aborto y la criminalización de las mujeres que lo practican (¡que somos todas!).
[1] Activista feminista. Economista, Magíster en Ciencias Sociales con Mención en Género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Quito, Ecuador, 2001. Ex Subdirectora/Subsecretaria del Servicio Nacional de la Mujer; Funcionaria de Organismos Internacionales y de Organismos No Gubernamentales.
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