Por Lorena Etcheberry y Lieta Vivaldi

El último año de la Dictadura Militar chilena la problemática del aborto se agudizó, produciendo que Chile fuera uno de los pocos países del mundo donde es inexistente el aborto terapéutico, condenándolo bajo todas sus formas. La herencia de la Dictadura generó la práctica abortiva en ilegalidad, teniendo consecuencias concretas en las mujeres que lo practican, tanto en su salud, integridad y autonomía física, como en sus derechos sexuales reproductivos y en su reconocimiento como sujetas de derechos.

Desde una mirada feminista –que es la adoptada en el presente número– el acceso a aborto seguro es una de las demandas sentidas que va en pos de la autonomía, donde las mujeres somos soberanas de nuestra propia biografía y como tales podemos decidir nuestro proyecto vital, además de poder ejercer nuestros derechos sexuales y reproductivos, librando de ataduras a los cuerpos tutelados.

La problemática del aborto también se vincula a un problema de (in)justicia social, dado que las mujeres chilenas de sectores acomodados tienen los recursos para abortar en el extranjero, en clínicas privadas seguras o contar con mayores redes en caso de complicación por un aborto médico, mientras que las más pobres caen en prácticas inseguras dañando su integridad física además de ponerse en riesgo judicialmente.

También, el debate sobre el aborto recoge las discusiones desde la bipolítica y el biopoder en función de determinar cómo es el cuerpo de las mujeres en nuestro país: cuerpos tutelados, modelables, insurgentes o revelados y qué entidad es la que determina estas construcciones de cuerpos en la sociedad.

De este modo no nos es indiferente el modo en que el Estado concibe dichos cuerpos, entregándole o quitándole garantías a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres; tampoco nos es indiferente cómo los medios de comunicación hablan sobre nuestros cuerpos o cómo la Iglesia determina moralmente la construcción de dichos cuerpos.

Recientemente en nuestro país se ha aceptado la idea de legislar el aborto bajo tres causales: inviabilidad fetal, riesgo de vida de la mujer y violación. Si realmente implica un avance para los derechos sexuales y reproductivos, si recoje las demandas feministas, si el proyecto representa un real conocimiento a nuestra capacidad de decidir y otras preguntas serán abordadas a lo largo de este número, pero lo cierto es que este proceso ha logrado posicionar en el debate público el aborto, generando un entorno de discusión donde los partidos políticos y los gobernantes exponen sus posiciones cruzadas por posturas religiosas, médicas, morales y legales, entre otras dimensiones. También el movimiento feminista ha estado presente, ya sea impulsando el proyecto de modo que logre garantizar en la mayor medida que las mujeres accedan a abortos seguros o bien mediante estrategias de resistencia que buscan la llamada despenalización social y cultural del aborto.

El presente número trabajará sobre el aborto bajo una perspectiva feminista, es decir, antipatriarcal, anticapitalista y crítica, contemplando la necesidad de informar a los/as lectores/as sobre el proceso que se está viviendo en Chile. Asimismo, la mirada no solo se centrará en Chile, sino que se abrirá a la construcción de una perspectiva latinoamericanista desde distintas disciplinas y miradas que co-construyen la perspectiva de un caleidoscopio con una realidad de cristales multicolores.

En la primera parte vemos los aspectos relevantes del proyecto de ley actualmente en discusión. Gloria Maira, como activista feminista y ex subdirectora del SERNAM, nos da su mirada del proyecto de ley, sus limitaciones, avances y retrocesos. Juan Pablo Mañalich analiza tres formas básicas de razonamiento jurídico para fundamentar la permisibilidad del aborto: propiedad, solidaridad y autonomía. Luego la psiquiatra Monica Kimelmann relata desde su experiencia psicomédica la problemática de la segunda causal: abortos por inviabilidad fetal y cómo las mujeres viven un embarazo en estas circunstancias en el contexto de ilegalidad absoluta. Por último Martín Hopenhayn analiza desde la filosofía los dilemas éticos que presenta el aborto, fundamentando la importancia de la autonomía de la mujer.

En la segunda sección, el aborto es tratado desde una mirada feminista por la activista Viviana Díaz, parte de “Con las amigas y en la casa”. Nos relata su experiencia como médica y activista feminista en la generación de estrategias de resistencia y solidaridad entre mujeres.

Luego vemos el aborto desde una mirada histórica, política y de poder, y la tangencialidad de los discursos. Lorena Etcheberry analiza la construcción biopolítica del aborto como una política pública de los cuerpos y Marisa Matamala analiza el proceso sociohistórico de la legalización/prohibición del aborto, en especial la despenalización social del aborto y el rol que el feminismo tiene en dicho proceso.

Valentina Stutzin y Lieta Vivaldi escriben sobre la representación visual del aborto desde las diversas campañas, tanto aquellas que están en contra de su liberalización, como las que están a favor del proyecto de ley y aquellas que buscan una legalización más amplia o bien generan estrategias de solidaridad para apoyar a mujeres que viven la experiencia. Respecto al manejo mediático de la ley de aborto, la periodista Mónica Maureira escribe sobre la cobertura del aborto y el papel que desempeñan los medios de comunicación y el movimiento feminista.

Desde una visión latinoamericana, una activista de Women Help Women nos cuenta sobre los avances y dificultades para la práctica abortiva en países que penalizan el aborto. Camila Reutersward escribe sobre los procesos políticos de liberalización del aborto, el rol de los partidos políticos, sus estrategias y motivaciones, tomando el caso de México y Uruguay.

Nos pareció fundamental recoger las miradas y experiencias de mujeres que se han realizado un aborto. Por esta razón, contamos con generosos testimonios y voces desde sus propias vivencias.

De este modo, el presente número sobre aborto contemplará miradas que se constituyen desde el proceso legal, el poder, las expresiones artísticas, las experiencias personales, lo psicomédico, los movimientos sociales y los medios de comunicación. Todo cruzado por esta perspectiva feminista que aúna criterios desde una agencia que transforma la realidad histórica de la cual somos protagonistas.

Queremos agradecer a todas y todos quienes colaboraron en esta publicación, al comité editorial de Rufián Revista y también a las ilustradoras que contribuyeron para este número: Lucinda Youns, Myrna Minkoff, Natalia Geisse, Natata Canto y Verena Urrutia.

Nos parece muy relevante el lanzamiento de este número de Rufián, ya que a través de artículos, entrevistas, ilustraciones y testimonios, entre otros, se hace patente una problemática que afecta a los cuerpos de las mujeres, los que por medio de la acción estatal quedan privados de su acción libertaria y liberadora. Les invitamos a leer y esperamos que lo disfruten tanto como nosotras.

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