La niñez migrante ante la exposición a la discriminación múltiple

Vanessa González
Secretaria de mujeres migrantes


Dentro de las múltiples facetas de la discriminación a la que estamos expuestas las personas migrantes, hay una que nos preocupa particularmente y es la violencia a la que está expuesta la niñez migrante.

Si el tema de la adaptabilidad es complejo para un adulto, ni siquiera alcanzamos a dimensionar lo que puede llegar a experimentar un niño, ya que si bien la decisión  de migrar está incentivada por complejidades estructurales determinantes, son los más pequeños quienes se llevan la peor parte y son quienes  tienen menor incidencia en la toma de la decisión de cambiar el territorio que se habita.

Tomando como base que este país posee una construcción social, política y económica basada en el neoliberalismo, que entre sus muchas aristas conlleva formas muy específicas de proceder que están avaladas socialmente y una de ellas es la peligrosidad del nacionalismo, el que por su parte guía a quien no lo cuestiona, hacia los conceptos y sentimientos de superioridad racial, o a la mentira de la ausencia histórica de la negritud en el territorio o incluso a la temática de la superioridad económica, que presenta el país cómo el más estable de la región, ubicando por supuesto a los demás en imaginarios absolutos de pobreza y precariedad. Todos estos factores unidos a la ignorancia política incentivada por quienes mueven desde arriba los hilos,  hacen de Chile un país alta y notablemente racista, clasista y xenófobo, y estos factores son determinantes en la vida de todo aquel que salga del marco hegemónico cuidadosamente delineado. Es así cómo este caldo de cultivo perfecto se convierte en la mano castigadora de las y los niños migrantes a través de múltiples violencias, que ocupan espacios desde la escuela hasta las instituciones de salud, el espacio público o las redes sociales.

Aunque en Chile, hace ya unos años y a raíz del esfuerzo de organizaciones sociales, se logró que los niños nacidos en el territorio sean considerados chilenos por el Estado, socialmente este reconocimiento aún está en proceso, puesto que los hijes de migrantes, siguen siendo nombrados y encasillados en la nacionalidad de sus padres, cosa que no estaría mal si no fuera porque es causante de exclusiones entre sus pares. Uno de los espacios donde la niñez migrante queda más expuesta a la discriminación son las instituciones educativas y es de parte otros infantes de quienes reciben la mayor cantidad de violencia. Hay que problematizar que las y los niños hasta ciertas edades, replican lo que sus cuidadores inculcan en ellos, es así cómo las dinámicas racistas y xenófobas son prácticas normalizadas y diarias en estos entornos. Sumando a eso la cantidad de estudiantes en contrapeso con la cantidad de profesoras disponibles en los cursos, lo que hace que corregir cada conducta negativa en los niños sea un trabajo titánico y sin desconocer que en muchos casos las mismas personas a cargo de su enseñanza están poco sensibilizadas en torno a la discriminación, el prejuicio o la exotización. 

La mayoría de los pequeños vienen de culturas muy diversas que deberían ser potenciadas por las instituciones educativas, pero por el contrario son ignoradas y vistas como inferiores. De esta manera son violentados los derechos sociales y culturales de la niñez migrante, negando incluso la posibilidad de hablar su idioma nativo.  Los pequeños no están preparados para lidiar con los prejuicios socialmente avalados acerca de su color de piel, aspecto físico, su acento o forma de vestir, y verse constantemente atacados por ser quienes son, puede traer serias consecuencias para su desarrollo emocional y correcta inserción en el país. 

No se trata de jerarquizar ninguna cultura, sino incentivar la interculturalidad que establece no fundir las diversas identidades en una sola, ni ubicar ninguna por encima de la otra, sino por el contrario, potenciarlas todas al mismo nivel. Según la Unesco, la diversidad de identidades integra en su patrimonio la riqueza cultural que enlaza la trama del tejido social. Por otra parte, están los acuerdos internacionales suscritos por Chile como La Convención sobre los Derechos del Niño que se rige por cuatro principios fundamentales: la no discriminación, el interés superior del niño y su supervivencia, desarrollo y protección. Chile ratifica también la  Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, en la cual los Estados se comprometen a condenar la discriminación racial y a seguir, por todos los medios apropiados, una política que debería ser desarrollada principalmente en las instituciones educativas, ya que el cambio será permanente en la medida en que las nuevas generaciones sean educadas de manera adecuada; y por último El Pacto Mundial para una Migración segura, ordenada y regular que reconoce que la protección de los derechos de los niños es parte fundamental para la correcta gestión de la migración, aunque el actual gobierno decidió no suscribir al pacto, violentando así a la niñez migrante que habita el territorio.

Otro factor preocupante son los espacios que llegan a habitar la niñez migrante, espacios que en gran cantidad de ocasiones dista mucho de la expectativa que plantearon los adultos a cargo de lo que sería la vida en el nuevo país, pero que escapa de sus posibilidades al encontrarse con los altos costos de los alquileres y la nula posibilidad de adquirir vivienda propia, condenando así a los menores a ambientes empobrecidos, alejados de los centros de poder, inseguros y con mínima accesibilidad a calidad en la educación. Estas condiciones de vida, en muchos casos, son más precarizadas comparadas con la manera en que vivían en sus países de origen, causando exclusión en elacceso a dinámicas que serán determinantes en su adultez. Otro factor fundamental son las largas jornadas laborales a las que están sometidos los adultos migrantes por causa de la precarización laboral que recae sobre nuestros hombros, que crea dinámicas que permiten que muchos pequeños deban permanecer solos o al cuidado de  vecinos, incentivando situaciones que les dejan expuestos y vulnerables a posibles violencias sexuales, físicas o emocionales. Es por esto que muchas familias prefieren enviar de vuelta a sus hijes a sus países de origen, por no tener los medios suficientes para costear la vida con ellos de manera digna. 

Por último, cabe recordar y denunciar que hace un par de meses  el gobierno dio notificación de expulsión a decenas mujeres en situación irregular, madres migrantes de niños y niñas chilenas y, a pesar de las denuncias de las organizaciones sociales que apelaban a la protección de los derechos de los niños a vivir en su territorio de nacimiento, a la unificación familiar y al evidente motivo de arraigo,  la petición no fue acogida, causando que muchas de esas madres tuvieran que  abandonar el territorio, siendo ésta una de las múltiples artimañas para ejercer presión sobre personas migrantes indeseadas por el gobierno para abandonar el país, situación enormemente violenta, ya que condena al exilio a niñas y niños chilenos por el solo hecho de no disponer el estándar social y económico que exige el gobierno, para ser bienvenido en el territorio.

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