El movimiento de mujeres chilenas: los feminismos del año 2018 y 2019

Eugenia Brito*
Fotografía: Gentileza de Brigada de Arte y Propaganda – Coordinadora Feminista 8M

De una manera impensada, el 2018 inauguró una primavera feminista, un movimiento de mujeres jóvenes, universitarias en su mayoría que clamaban por ser más libres, por una sexualidad plena desmarcada de la lógica sexista de la cultura eurocéntrica que las domina.

Desde la puesta en marcha de la concertación en los años 80, la lógica del consenso y del mercado, como ha señalado Nelly Richard, impregnó la mayor parte de los lineamientos de la vida política y cultural chilena, dejando pliegues importantes sin tocar y desdeñando éticas y estéticas que cobijasen problemas que complejizaran el silencio y el secreto en que quedaron los crímenes cometidos bajo dictadura.

El programa político de la Concertación, si bien incluyó una visión de sexo/género abogando por los derechos de la mujer, los ahogó y silenció al incluirse dentro de lo más tradicional del pensamiento católico-conservador.

Ignorados y en el silencio quedaron los movimientos de mujeres de la primera mitad del siglo XX, las iniciativas y formulaciones del MEMCH y el trabajo de Elena Caffarena para emancipar la vida de ellas del yugo doméstico y la visión mariana, su lucha para obtener la plenitud en la consecución de los derechos de la mujer, abogando por el divorcio, el aborto, sacándola del mundo privado y convirtiéndola, a través del derecho a voto, en un sujeto político.

La brillante Caffarena, que hizo de su vida un pilar para intentar transformar la vida de la mujer, si bien no fue olvidada por las feministas ni por las historiadoras ni por las escritoras chilenas, fue replegada en la memoria nacional, atacada por esta amnesia posdictadura que quiso olvidar también las luchas de grupos de mujeres como Julieta Kirkwood, autora de Los Nudos de la Sabiduría Feminista, y los gestos épicos realizados desde el feminismo y la literatura durante la década de los 80, bajo dictadura. La lucha de las mujeres en diversos ámbitos continúa desde determinados lugares, precisos, como islas que intentan cada vez más reanudar la resistencia. Cada momento con su impronta. Caffarena desde la legalidad y la política; las feministas de los 80, desde el lenguaje y desde las prácticas exclusivistas de la sociedad patriarcal, hoy desde la performance que es el cuerpo y su movimiento entre fronteras.

Desde hace tiempo, el movimiento de mujeres universitarias en su mayoría, jóvenes que bordean la veintena y un poco más, explosiona de manera rebelde y sistemática las conservadoras estructuras políticas y la ideología masculinista y logocéntrica que, aunada al neoliberalismo y a la derecha chilena, juntan sus redes, para intentar aquietar este bullicio y desborde de los cuerpos y psiques de las mujeres que claman por su emancipación.

Este movimiento ha surgido a la manera de una ola sísmica, como réplica y contraréplica de otros sismos fuera de Chile, un poco desde el caso Weinstein y de la aplastante violencia ejercida como. femicidio frustrado en el caso de Nabila Riffo. Eco del “Ni una menos” y del “Me too”. Y también de las protestas estudiantiles, del cuerpo joven y rebelde de un conjunto de mujeres que se cansaron del abuso y la violencia contra sus psiquis y cuerpos. A causa del abuso descarado de poder de los que habrían debido contener y orientar las vocaciones de las jóvenes estudiantes, sus profesores, que, en un desvío perverso, decidieron ocupar esos cuerpos jóvenes como objeto de placer y de tensión erótica. Muy en contra de sus voluntades y deseos, por supuesto.

Sometidas a vulgares fetiches eróticos, estas mujeres oyeron la historia de las luchas feministas, y un aullido a la manera del poema de Ginsberg provocó la toma feminista de la Universidad de Chile.

Y generó la llamada primavera feminista del 2018, disociándose como signo del individualismo posmoderno y su adhesión al poder y a las lógicas del neoliberalismo. Abriendo un cuerpo nuevo. Al que se suman las nuevas sexualidades que alzan sus deseos y sus cuerpos en un escenario, que piensa y busca un tiempo y un espacio diferente para un pensamiento que contenga identidades otras, ya descolonizadas. En una nueva forma de imaginar una comunidad, solidaria, fraterna. Feminista.

Esa es la energía histórica que inundó el 8 de Marzo del 2019, esa hermosa columna que buscó y busca pensar la mujer, como signo, fuerza, cuerpo y comunidad. No más violencia física sobre ellas, no más violencia simbólica.

Este texto es un saludo a ese deseo de ensanchamiento de cuerpo, de voluntad, de libertad, estas palabras esperan que alguna vez la revolución tenga como fin el revocar la tiranía machista, colonizadora. Como ya se dijo, lo digo una vez más: el siglo XXI será feminista o no será.


*Poeta, investigadora y académica feminista

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