La marcha histórica del 8 de marzo de 2019 permitió sacar a la luz algo que veníamos intuyendo: la conformación de un cuerpo posible, sensible, dinámico y enormemente visible. La experiencia única de ese día, amplificada en una multitud de voces y miradas, no respondió exclusivamente a una acumulación de rabia ante una violencia estructural y opresiva que delimita nuestra existencia, sino a un proceso consciente que se fue articulando en torno a subjetividades y luchas políticas a lo largo de mucho tiempo.
Cuando pensamos este número a comienzos de año, sabíamos que el 8 de marzo se encendería una llama, una luz distinta. Y aunque no imaginábamos su total dimensión, nos interesaba reunir relatos y reflexiones que ubicaran este acontecimiento, aún ardiendo, en un flujo mucho más amplio de encuentro con la acción política, colectiva, transformadora. En lo inmediato, el programa que se inició hace casi un año con el llamado a una huelga general y la planificación de los pasos para la construcción de un itinerario a mediano plazo que nos permitiera no sólo dar una señal del poder del movimiento feminista, sino también desafiar la configuración de la realidad: nuestros espacios de trabajo, la calle, la familia, los lugares de militancia. Pero debíamos ir más allá todavía. Situar el llamado a huelga general el año 2019 tuvo como urgencia recuperar esa ceniza candente y visibilizar nuestra memoria feminista: la lucha de las obreras de principio de siglo, el movimiento por el derecho a voto de las mujeres, las que se levantaron contra la dictadura y las que han sido invisibilizadas por los discursos hegemónicos. En el fondo, desplegar la potencia de nuestra memoria y poder más allá de la excepcionalidad de una portada de diario, de un día específico, para levantar un fuego permanente capaz de, por un lado, dinamizar nuestros procesos políticos y, por otro, mandar a la hoguera los mandatos patriarcales que nos oprimen a diario.
En este número, presentamos diferentes miradas, reflexiones y relatos que marcan el estado actual de un devenir.
Primero, Eugenia Brito nos invita a reflexionar sobre los feminismos de 2018 y 2019 como en una breve introducción a la primavera feminista más reciente.
Posteriormente, iniciamos un viaje de crónicas y relatos vinculados a la conmemoración del ocho de marzo, abriendo con el reportaje fotográfico de Paulina Barrenechea que rescata la representación del fuego en las manifestaciones feministas de los últimos años en la ciudad de Concepción. También desde Concepción y el Museo de las Mujeres, Beatriz Barra Ortiz se refiere a los desafíos del feminismo y la ausencia de espacios transgeneracionales para transmisión de sabiduría.
Luego, Denisse Ortiz hace crónica de la intervención callejera llamada “pañuelazo abortista”, realizada durante la madrugada del 8M por la Brigada de Arte y Propaganda de la Coordinadora 8 de Marzo, donde se vistieron con pañuelos verdes los monumentos del eje Alameda de la ciudad de Santiago y algunas comunas periféricas. En misma línea, le sigue el reportaje fotográfico sobre el #superlunesfeminista también de la Brigada que, sumado al artículo de Javiera Manzi, nos amplían la mirada sobre la intervención en que se reemplazaron los nombres de cuarenta estaciones de Metro por el de feministas, mujeres y personas emblemáticas, previo a la conmemoración del ocho.
Más allá de Chile y desde la experiencia del contexto actual brasilero, luego el colectivo feminista de Argentinxs en Sao Paulo abre una reflexión sobre las mujeres inmigrantes y sus posibilidades de participación política: ni exóticas, ni niñas ni dóciles. Después, se desprenden las crónicas del 8M en Latinoamérica, donde podemos ver plasmado el ánimo y espíritu feminista de diversos países del continente en torno a una misma fecha. Como en un continuo, se agrega a esta serie la crónica fotográfica de Anabella Aranda sobre el acto conmemorativo del 8 de marzo en la ciudad de San Cristóbal de las Casas en Chiapas, México.
Y continuando con los artículos, sigue la experiencia y perspectiva histórica de Claudia Marchant sobre la huelga y los diferentes hitos del 8M. Después, desde la ciudad de Vallenar, la colectiva feminista Resueltas del Valle nos invita a conocer lo sucedido este ocho de marzo desde las reivindicaciones de las feministas del norte de Chile, por la autonomía del cuerpo y del territorio. Posteriormente, la investigadora de Fundación SOL Andrea Sato, nos presenta un diagnóstico sobre la feminización del trabajo: lo femenino como la medida de la explotación. Y luego en una reflexión sobre el feminismo popular y sindicalismo para la acción, Emilce Bartoli nos presenta una crónica sobre el 8M en Argentina. Finalmente, cerramos el número con el reportaje fotográfico de Neo Toledo Cares sobre la conmemoración del 8M en la ciudad de Concepción.
Así como buscamos identificar un acontecimiento en las luchas históricas, también buscamos abrir lo más posible el horizonte de lo que viene. Las enormes violencias a las que estamos sometidas a causa de un orden neoliberal-patriarcal nos convierten hoy en un cuerpo protagonista de su propia emancipación. Un feminismo activo, profundo, transeccional, que no busca homogeneizarse a través de la máquina de los acuerdos sino hacerse fuerte desde nuestros disensos, aquello que permite la real entrada de múltiples cuerpos en el propio. Y allí podemos buscarnos en serio, allí donde al encontrarnos, estemos todas las que tenemos que estar.
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