Tiempo robado, tiempo recuperado

Claudia Marchant R.* y Gloria Elgueta P.**

Una editorial independiente que apuesta por hacer de aquello que no es objeto de discusión, un tema. Su objetivo, indagar en torno a los sujetos, discursos y experiencias invisibilizadas que, sin embargo, comienzan a ser parte de la mirada y del interés de nuevos actores sociales y políticos.

Esta iniciativa editorial que nace el año 2014, surgió de nuestra propia experiencia de búsqueda, muchas veces frustrada: en Chile son escasos los textos que revisitan el pasado reciente en un tono que no sea el testimonio o la mistificación de experiencias y actores sociales y políticos que, por el contrario, fueron capaces de interrogar críticamente su pasado, cuestionar el sistema impuesto y proyectar horizontes radicalmente diferentes. Proyecto en pos del cual fueron derrotados dos veces, primero por el terrorismo de Estado y, luego, por la consolidación del proyecto neoliberal durante más de veinte años de posdictadura.

En esa búsqueda nos encontramos con varias publicaciones argentinas que, en parte, venían a llenar ese vacío que identificábamos en Chile. Entre ellas, una revista que tanto por su nombre como por su contenido representaba una buena síntesis de esa falta. Nos referimos a la revista Lucha armada en la Argentina, cuyo título es más una provocación que una descripción de la diversidad de sus contenidos sobre la historia reciente que incluyen la historia de las primeras formaciones revolucionarias, las experiencias de lucha guerrillera, organización sindical, y la discusión teórica sobre la violencia y la política, la memoria y la historia. Encontrarnos con esta publicación en los kioscos de Buenos Aires fue toda una sorpresa y nos hizo preguntamos si algo así se produciría alguna vez en Chile.

Para uno de los directores de la revista, Sergio Bufano, “el análisis de lo ocurrido en los tumultuosos años setenta estaba pendiente. Desde el pensamiento político de la derecha, los militantes que tomaron las armas eran demonios implacables que intentaron imponer a sangre y fuego un proyecto autoritario. Para la izquierda, eran héroes que dieron su vida por la libertad y la justicia social. Esta mirada binaria tergiversaba los acontecimientos, las razones y los objetivos que movilizaron a miles de jóvenes. Nos propusimos un abordaje que, sin renegar de los ideales que nos motivaron en aquellos años, permitiera un análisis desapasionado y a la vez crítico de un período que conmocionó a la sociedad. Intentamos, entonces, reflexionar sin autocomplacencia pero evitando la épica o la demonización. Algunos creyeron ver la reivindicación gloriosa de la guerrilla; otros la demonización de los compañeros muertos por la represión. No fue sencillo convocar a la reflexión y el debate”[1].

¿Existe un “techo” para el debate en chile?

Ante la comparación entre la producción intelectual trasandina sobre estos temas y la generada en nuestro país nos preguntamos: ¿existe un “techo” en Chile para la reflexión sobre la historia reciente?, ¿hay temas que se consideran inapropiados, complejos o superfluos?, ¿cuál es el estado de esta discusión?

Dado que para algunos investigadores e interesados en el tema ese vacío no era evidente, tratamos de dimensionar el volumen y temáticas de la investigación y la producción editorial sobre el pasado reciente en Chile, examinando dos indicadores: el Fondecyt (Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico) y el registro de la producción editorial ISBN (International Standard Book Number).

Así, la revisión de los proyectos financiados durante los últimos cinco años, en disciplinas relacionadas[2] con los temas que nos ocupan, muestra que solo 39 de ellos, un poco más del 3%, corresponde a trabajos vinculados con el pasado reciente[3].

En cuanto a la producción editorial, esta ha venido aumentando de manera más o menos constante. Considerando el período comprendido entre los años 2000 y 2013, el número total de títulos registrados pasó de 2.420 a 5.952[4], crecimiento que, no obstante, va a la zaga de otros países de la región. Argentina, por ejemplo, llegó a los 31.600 títulos en 2011, registrando un aumento de un 19,6% respecto del año anterior; Uruguay, con solo 3 millones de habitantes, cuenta con 2.000 títulos inscritos; y Ecuador, con una población de 7 millones, registró 3.600 títulos[5].

Al analizar la distribución temática de la producción bibliográfica nacional vemos que, del total editado entre los años 2000 y 2012, 1.570 títulos corresponden a categorías relacionadas con historia de Chile, ciencias sociales y humanidades[6]. De ese listado, solo 236 títulos abordan temas relacionados con la memoria, la historia y la política recientes, lo cual equivale a un 15% de esas categorías y a un 0,47% de la producción total.

Aun cuando entre las tesis recientes de pre y postgrado es posible encontrar un renovado interés por estas temáticas, la generación de conocimiento en torno a ellas todavía es escasa y, en ocasiones, demasiado especializada como para circular más allá de la academia y contribuir a un debate ampliado en el espacio público.

Así, el balance resultante es más bien magro y un primer límite podría estar dado por el volumen de la investigación y la producción editorial relacionada con el pasado reciente. Ello explicaría, parcialmente, su escasa diversidad y la ausencia de trabajos sobre las prácticas de la izquierda revolucionaria, la relación entre política y violencia, o la experiencia del gobierno de la Unidad Popular, solo por mencionar algunas.

Volviendo sobre nuestras interrogantes iniciales: ¿a qué se debe este panorama?, ¿por qué hay tantos temas de esa historia que aún no han sido objeto de estudio? Según Ricardo Foster, en referencia a Argentina, pero también aplicable a Chile, “algunos de los intelectuales que en los años setenta contribuyeron a la densa trama de las políticas revolucionarias, en los ochenta descubrieron, con igual fervor y obsecuencia, las panaceas del orden democrático y la necesidad de adaptarse a las exigencias inexorables del mercado mundial”[7].

Pero las limitaciones de ese debate no están dadas solo por el transformismo de las elites políticas e intelectuales. Desde la disciplina histórica algunos señalan también, como dificultad, la escasez de fuentes y archivos, a pesar de que aún sobreviven numerosos testigos y protagonistas de los hechos, quienes son sujetos de memoria y constituyen, al mismo tiempo, fuentes para la investigación. Otros, aluden a la complejidad de abordar una realidad que continúa siendo parte del tiempo presente, respecto de la cual no es posible establecer la distancia que requeriría la elaboración histórica. También se ha señalado la dificultad social para procesar el pasado, producto del trauma provocado por la experiencia de la dictadura y la represión, lo cual estaría limitando la demanda social de conocimiento y de elaboración sobre el pasado.

Por último, también hay quienes piensan que los apoyos y financiamientos para la investigación en torno a estos temas son más difíciles de obtener, a diferencia de otras temáticas ya validadas. Independientemente de si esa creencia tiene o no algún asidero en la realidad, ella igualmente puede estar actuando como un elemento disuasivo.

Este último problema está relacionado con un factor de gran relevancia en el escenario descrito: la influencia de la ciencia económica vinculada al neoliberalismo que, constituyendo una ideología, se presenta como una teoría científica fundamentada. Esta ha logrado penetrar en las universidades, en los centros de investigación, en la dirección y administración del estado y en la sociedad en general, conformando un cierto sentido común fundado en los valores y en las creencias neoliberales.

Según el sociólogo Augusto Varas, durante los 20 años concertacionistas “una cultura tecnocrática dominada por el pensamiento economicista neoclásico, centrada en logros de corto alcance (…) penetró al conjunto de las ciencias sociales”. A juicio de Varas hubo “desconsideración y falta de apoyo gubernamental al desarrollo de unas ciencias sociales autónomas, pensadas como bien colectivo”. Frente a las universidades estatales no se impulsó una política proactiva de fortalecimiento, y “tuvieron que operar en niveles de sobrevivencia o adaptarse a un funcionamiento de mercado”. El trabajo académico y la investigación quedaron a merced de este, encargado ahora de proveer expertos. El resultado –concluye Varas– fue un “déficit intelectual” que se ha ido profundizando en el tiempo [8].

 

Postdictadura y régimen de memoria

Con toda seguridad, en la situación descrita hay más de un factor en juego. El predominio neoliberal se relaciona con procesos y tendencias globales, pero también con las características del período abierto con el término de las dictaduras en nuestros países. En Chile, este estuvo determinado por el carácter pactado de la transición y por los acuerdos construidos, con posterioridad al Plebiscito de 1988, entre la Concertación y el régimen derrotado, primero, y entre la Concertación en el gobierno y la derecha en la oposición, después. Como es sabido, dichos acuerdos incluyeron la mantención de las bases del modelo económico y de la Constitución promulgada bajo dictadura, en el año 1980. El principio que primó fue asegurar la gobernabilidad antes que la profundización democrática.

En ese contexto, la persistencia de visiones contrapuestas respecto al pasado fue vista, por quienes condujeron el proceso, como una fuente de conflicto a regular en un presente dominado por el imperativo de la “reconciliación”, la otra cara del consenso que se buscaba construir. Así, se dejaron de lado los compromisos contraídos al término de la dictadura entre ellos, la derogación del Plan laboral, la reforma al sistema de salud y previsión, la desmunicipalización de la educación, la elaboración de una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente y las demandas en materia de violaciones a los derechos humanos, donde la fórmula de mayor continuidad bajo los cuatro gobiernos de la Concertación fue “la medida de lo posible”. Las masivas movilizaciones sociales de los años 2011 y 2012 pusieron de manifiesto ante la sociedad estas deudas pendientes.

Pero el abandono de esos compromisos fue exitoso para el oficialismo en un triple sentido: “acotó las diferencias al interior de la élite política, desactivó los componentes subjetivos de la memoria y proscribió de facto el pasado como tema de la conversación social”[9].

Fuera de campo”

El panorama descrito muestra la existencia de distintas miradas sobre el pasado reciente, pero sobre todo pone de manifiesto su carácter polémico y las batallas que se libran en el campo de la memoria y de la historia. Por eso, también es pertinente interrogar la investigación sobre el pasado reciente en torno a la existencia de temas, e incluso períodos, que después de varias décadas, aún no han sido objeto de estudio y parecen ser verdaderos puntos ciegos de la mirada histórica. Un ejemplo de ello lo encontramos en el Tercer Manifiesto de historiadores. La dictadura militar y el juicio de la historia, en uno de cuyos primeros párrafos se afirma:

El trabajo historiográfico siempre supone un fuera de campo que no es objeto de atención, justamente por estar en esa situación de exterioridad. Es necesario pensar en ese encuadre: no solo en el contenido al interior del campo, sino en aquello que está fuera y, sobre todo, en las opciones que establecen los límites entre uno y otro.

Sería de interés indagar en aquello que forma parte del fuera de campo, así como de los planos generales de la historia reciente de nuestro país. Hacer explícitos estos encuadres constitutivos de lo pensable, lo memorable: el objeto del trabajo historiográfico y de la memoria. Preguntarnos también por su necesidad o sentidos. Hacer de esto que no es objeto de discusión, un tema. Estimular la pregunta por aquello que está afuera o en otros planos, para indagar por ejemplo sobre los sujetos, discursos, prácticas y experiencias aún invisibles.

Poder popular

El proyecto de Tiempo Robado se inscribe entonces en el espacio de esa pregunta buscando contribuir, junto a otros, a relevar esas zonas ciegas e invisibilizadas que, sin embargo, comienzan a ser objeto de la mirada y del interés de nuevos actores. En este recorrido nos encontramos con la temática del poder popular, pero no solo como un ejercicio de investigación histórica sino como una clave para la formulación de nuevos proyectos de transformación del presente.

Parece paradójico que las referencias actuales nos lleven a autores argentinos considerando que estamos en “el país que asistió a uno de los experimentos de construcción de poder popular más importantes de la historia mundial” –como lo reseña Miguel Mazzeo en su prólogo a nuestra última publicación[11], en referencia al período de la Unidad Popular. Pero no lo es tanto si consideramos que en Argentina se viene desarrollando una reflexión que, además de incorporar la experiencia de las luchas sociales y políticas de los años sesenta y setenta, considera otras más recientes, como aquellas que, a partir de los noventa, expresaron el descontento a la imposición del modelo neoliberal y cuyo proceso de resistencia tuvo su punto más álgido el año 2001, cuando al grito de “que se vayan todos!”, millones de argentinos –uno de cada tres habitantes del Gran Buenos Aires[12]– empezaron a ensayar variadas formas de organización popular: asambleas barriales, empresas recuperadas y autogestionadas, y cooperativas.

Articulados y en estrecha colaboración con colectivos y organizaciones políticas que ya estaban estudiando y trabajando con algunos de estos autores trasandinos, nos propusimos publicar en Chile dos textos relacionados con la temática del poder popular que han ocupado un espacio hasta ahora vacío en la escena local. A modo de introducción y contextualización incluimos un trabajo de autores chilenos en cada una de las obras publicadas, visibilizando así un naciente campo de producción abierto.

Esto nos conectó con nuevos actores y reflexiones, además, nos puso en el camino de aquellos que buscan generar su propia producción sobre el tema, como la iniciativa del Grupo de Estudios Sociales y Políticos (GESP) que convocó a un variado grupo de académicos, intelectuales, líderes políticos y sociales para debatir en torno a una revisión crítica de las experiencias desde los setenta en adelante, pero con la mirada puesta en el presente y en los aprendizajes para la construcción y movilización de proyectos de emancipación para la izquierda chilena y latinoamericana. El resultado de ese debate, y en un trabajo colectivo con GESP, ha sido recogido en nuestra última publicación[13].

Así, Tiempo Robado no es solo un proyecto editorial. Su interés principal no es solo producir libros sino, sobre todo, generar y hacer circular discursos, provocar debates en torno a ellos, vincular actores sociales y políticos, y contribuir a entramar proyectos comunes.

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Títulos por venir

  • El socialismo en Chile durante el siglo XX de Belarmino Elgueta
  • Actualidad de Eugenio González Rojas de Belarmino Elgueta y Francisco Figueroa
  • Extremistas, enemigos, antipatriotas e indeseables. La legitimidad del golpe de Estado en la prensa escrita de Concepción de Danny Monsálvez
  • Apuntes sobre feminismos y construcción de poder popular de Luciano Fabbri.

 

*Co-directora de Tiempo robado editoras, Magíster en Documentación científica y técnica de la Universidad Paris VIII, Francia y miembro de Londres 38, espacio de memorias.

**Licenciada y Magister © en Filosofía. Su experiencia laboral está vinculada a la gestión de proyectos culturales y patrimoniales, así como al ámbito digital. Ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), es miembro del Colectivo Londres 38.

[1] Historia reciente y violencia política. Lucha armada en la Argentina, Tiempo robado editoras, Santiago, 2013, p.8.

[2] Entre ellas: antropología y arqueología; arquitectura, urbanismo y geografía; ciencias jurídicas; educación; filosofía; historia; lingüística y literatura; psicología; sociología. Conicyt, 26.02.13.

[3] Para los fines de esta indagación se estableció como límite del “pasado reciente” los últimos 50 años y no se incluyeron las publicaciones seriadas que recogen parte de la producción académica.

[4] Informe estadístico 2013. Agencia chilena ISBN. Consultado en abril de 2015 en: http://camaradellibro.cl/agencia-isbn/estadisticas/

[5] Guerrero, Pedro P., El Mercurio, 22.03.13, citado por la Cámara chilena del libro. Consultado en mayo de 2013 en http://camaradellibro.cl

[6] Las categorías utilizadas por el ISBN son: Historia de Chile, Participación social, Cambio social, Conflicto, Ciencia política, Instituciones políticas, Ideologías políticas, Relación del Estado con grupos organizados, Ciudadanía y temas relacionados, Derechos políticos y sociales, Proceso político. Consultado en abril de 2012 en http://www.isbnchile.cl/

[7] Forster, Ricardo, “Los usos de la memoria”, en Crítica y sospecha. Los claroscuros de la cultura moderna, Buenos Aires, Paidós, 2003.

[8] Varas, Augusto, “Del éxito al fracaso concertacionista. El gobierno de Michelle Bachelet y la derrota electoral 2010”, en Análisis y propuestas, oct.2010. Fundación F.Ebert, Santiago, 2010, p.12.

[9] Lechner, Norbet, Güell, Pedro, “Construcción social de las memorias en la transición chilena”. En: La caja de Pandora, Santiago, 1999, p.193.

[10] Tercer Manifiesto de Historiadores, p.2. Consultado en febrero de 2013 en http://www.uchile.cl/noticias/40867/historiadores-presentan-manifiesto-sobre-juicio-a-la-dictadura-militar

[11] Mazzeo, Miguel, “Poder popular y memoria”. En: Movimientos sociales y poder popular en Chile, Santiago, Tiempo robado editoras, 2015, p.7.

[12] Según una encuesta realizada en Capital y el Gran Buenos Aires, “uno de cada 3 habitantes de la capital federal y el Gran Buenos Aires, dice que participó de cacerolazos y asambleas barriales”, citado en Sin Patrón: fábricas y empresas recuperadas de la Argentina, Buenos Aires, Lavaca editora, 2007, p.25.

[13] GESP (coord.), Movimientos sociales y poder popular en Chile. Retrospectivas y proyecciones políticas de la izquierda latinoamericana, op. cit.

Para citar este artículo:
Marchant, C., Elgueta, G. (2015). Tiempo robado, tiempo recuperado. Rufián Revista, 22 (1). Recuperado desde: www.rufianrevista.org

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