
Por periódico resumen.cl (www.resumen.cl)
Introducción
En camino de una reflexión sobre el Poder Popular, como medio de comunicación de la ciudad de Concepción, nos dimos a la tarea de desarrollar algo referido a esta práctica desde nuestra perspectiva territorial. Es así como llegamos a un texto de memoria histórica, que tiene como centro La Asamblea Popular de Concepción del año 1972.
Escogimos desarrollar un artículo de memoria histórica, porque nos cuesta abordar el tema del poder popular desde una perspectiva actual; no porque no creamos en esta práctica o táctica de lucha política, sino porque, hoy por hoy, el concepto se utiliza con demasiada liviandad y ligereza, calificando cualquier práctica social como poder popular. En todo caso, reconocemos en la idea de Poder Popular un proyecto histórico que el pueblo chileno tendrá que retomar en algún momento futuro.
El Concepto de Poder Popular
Durante la Unidad Popular, los sectores más avanzados del proletariado industrial y –en menor medida– del campesinado, levantaron la idea del Poder Popular, de forma autónoma a los partidos de izquierda, como táctica para enfrentar el golpismo y avanzar en conquistas sociales, las que se encontraban detenidas en un primer momento por las vacilaciones de quienes conducían políticamente el proceso y luego por la pérdida de iniciativa por parte del gobierno popular.
Los partidos de izquierda quisieron subordinar estas expresiones de poder popular, según sus propias visiones e intereses. Lo alentaban y apoyaban, pero tratando permanentemente de controlarlo mediante medidas orientadas a la burocratización y subordinación de las masas y organizaciones populares que constituían alguna forma propia para ejercer el poder. El gobierno de la UP lo apoyaba, siempre y cuando se mantuviera fiel al programa de gobierno y dentro de la legalidad, lo que en sí mismo era una contradicción.
Por otra lado, en la época, los órganos de poder popular operaban como un mecanismo de autodisciplinamiento de los sectores más avanzados del proletariado y del pueblo con conciencia de clase. La consigna de “oponerse a los intentos de golpe de estado y de prepararse para enfrentar el golpe” sirvió como elemento articulador de una voluntad de lucha que buscaba asegurar y consolidar lo avanzado y generar una masa crítica dispuesta para la defensa popular, incluyendo la lucha armada, en caso de llegar a producirse el enfrentamiento a gran escala.
Los sectores revolucionarios, tanto dentro como fuera de la Unidad Popular, entendían el poder popular como el instrumento que iniciaría la transición hacia el socialismo, sobre todo por la gran fuerza popular que aglutinaba y representaba, y por la gran conciencia organizativa y de clase que existía en la época.
En síntesis, todo demuestra que el Poder Popular se consideraba una táctica de combate en aquel periodo histórico. Hoy se puede considerar como un proyecto político estratégico con el que el proletariado y el pueblo se estaban dotando para proyectarse hacia el futuro socialista, autónomamente, por fuera de la legalidad burguesa y más allá de los partidos políticos obreros (PC y PS) y de la izquierda revolucionaria (MIR y otros grupos).

El Poder Popular en Concepción.
La historia política de Concepción está marcada por luchas sociales de hondo calado, desde los tres siglos de la Guerra de Arauco, hasta la prolongada Guerra de la Independencia que, en nuestra región –a diferencia del resto del país–, incluyó el capítulo de la “guerra a muerte”, donde se incorporaron elementos de bandolerismo social. Durante la república, Concepción fue territorio de fallidos levantamientos contra el Estado centralista y autoritario construido en Chile durante el siglo XIX.
A fines del siglo XIX, en la región de Concepción, se desarrolló un polo minero, portuario e industrial que tuvo como ejes el carbón, fundiciones de cobre, puertos, astilleros, ferrocarriles, molinos para la exportación triguera, fábricas textiles, zapateras y de loza. Este proceso se complementará durante la primera mitad del siglo XX con el desarrollo de la industria pesada: siderúrgica, del metal y petroquímica.
Durante el siglo XX, Concepción estuvo marcada por su carácter de zona proletaria, con un amplio sector rural periférico ligado a este desarrollo. Como región con clara identidad trabajadora, estuvo a la cabeza de diversos procesos políticos y sociales vividos en el país. Debido a esto, adquirió el apelativo de zona roja.
Por dentro y fuera de la legalidad, el proletariado de la región logró avances significativos. Es así como, por la vía institucional, fue elegido en esta región el primer parlamentario de un partido definido como obrero, el Partido Demócrata[1]. En esta región se eligió a la primera mujer alcaldesa[2], la primera diputada y la primera intendenta[3]. Pero así también, desbordando la legalidad, los mineros del carbón con el apoyo de todo el proletariado de la región fueron los primeros en terminar con el pago en fichas, el maltrato en el trabajo, las guardias privadas y, además, obtuvieron la histórica jornada de ocho horas tras la Gran Huelga de 1920.
Posteriormente, la rebelión de la marinería en 1931 y la batalla de los marinos revolucionarios contra el Ejército chileno en Talcahuano, duró días e incluyó a milicias provenientes de los barrios populares de la ciudad puerto.
Tras el triunfo del Frente Popular en 1938, el movimiento obrero de la región se circunscribió a los cauces institucionales. Sin embargo, nuevamente, un hecho de lucha popular marcó el rompimiento con la legalidad: la Huelga Larga de los mineros del carbón del año 1947, contra el gobierno de Gabriel González Videla, quien instauró la Ley Maldita, proscribiendo sindicatos y partidos obreros. El propio Partido Comunista se vio fracturado, luego de que la mayor parte de su dirección nacional, en Santiago, instara a los mineros a deponer la movilización. Muchos cuadros políticos y sindicales pasaron a la clandestinidad, el Partido Comunista se dividió en dos por este motivo y la facción encabezada por Luis Reinoso se alzó fallidamente en armas contra el gobierno. Mineros huidos y escapados de los relegamientos y campos de concentración de Quiriquina, Isla Santa María y uno instalado en la propia playa del puerto de Coronel, deambularon organizados en bandas por la cordillera de Nahuelbuta, en algunos casos, durante años.
De esta forma, la izquierda y el proletariado de la región de Concepción, desarrollaron una historia y una práctica política, que los hizo sentirse seducidos por las ideas revolucionarias, difundidas y propagadas por toda América Latina tras el triunfo de la Revolución cubana. Un proletariado rebelde y con tradición de poder supervivió, a diferencia de otras regiones del país, iniciada la segunda mitad del siglo XX.
Es por ello que en Concepción siempre persistieron grupos de izquierda desprendidos de los partidos obreros o de la izquierda tradicional (PS-PC) quienes, adaptados ya al sistema político parlamentario, navegaban por aguas cada día más condescendientes con el sistema de dominación.
Estos grupos, ubicados a la izquierda del PS y el PC, ya antes de la fundación del MIR (1965) tuvieron algún grado de implantación poblacional, sindical y social en la región de Concepción. Incluso algunos de ellos desarrollaron pequeñas acciones armadas, pero sobre eso aún queda por investigar. Más relevante para este texto es el desarrollo de la experiencia mirista y el impulso que le dio a las prácticas de Poder Popular.
El MIR, Concepción y el poder popular
Durante el gobierno DC (1964-1979) se despertaron las esperanzas del pueblo, pues en un contexto de bonanza económica por el precio de las exportaciones, especialmente el cobre, se produjo una fuerte inversión norteamericana y el horizonte parecía auspicioso para Chile.
En este período la izquierda tuvo fuertes contradicciones en sus organizaciones partidarias. El Partido Comunista ratificaba la movilización de masas populares y de trabajadores en función de objetivos fundamentalmente electorales (XII Congreso de 1965). El Partido Socialista, por su parte, advirtió en su Congreso de 1965, las limitaciones de las formas pacíficas y legales de lucha; debido a esto llamó luego a la unidad de la clase trabajadora para llevar adelante una revolución, cuestión que, eso sí, no tuvo un correlato en la práctica.
Puestos en esa situación, sectores de trabajadores y grupos de jóvenes descontentos con las posiciones de la izquierda tradicional decidieron romper con ese estancamiento y resolvieron las contradicciones mediante la fundación, el 15 de agosto de 1965 en Santiago, del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR).
Hay dos grupos importantes que hacen comprender mejor este origen: la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM) y el Partido Socialista Popular (PSP). Estas organizaciones se habían constituido a través de diversas divergencias y escisiones de los partidos tradicionales, influidos por el trotskismo, el maoísmo y, sobre todo, por la Revolución cubana. También, y desde el mundo social, se sumaron militantes del sindicalismo radical y de cristianos revolucionarios.
Con estos datos, podemos decir que hacia 1965 surge, con el MIR, la referencia visible de un nuevo país, un Chile que, harto de las formas políticas tradicionales de la izquierda, comienza a mirarse en sus diversidades; descubre que el pueblo, la masa, está viva, es dinámica y está construida por sujetos con acentos distintos y movidos por la necesidad de acabar con la injusticia, con la discriminación, y con la soberbia de la clase dominante.
Desde ese descubrimiento, el MIR se define y expresa que el pueblo puede ser chileno o mapuche, puede ser hombre o mujer, puede ser cristiano o ateo, puede ser miles de cosas y por eso es pueblo. Ese pueblo reunido y definido como clases populares o “pobres del campo y la ciudad”, es el llamado a construir otro país. El MIR nace para “ordenar el naipe”, como dice en su declaración de principios de 1965:
El MIR reconoce al proletariado como la clase de vanguardia revolucionaria que deberá ganar para su causa a los campesinos, intelectuales, técnicos y clase media empobrecida. El MIR combate intransigentemente a los explotadores, orientado en los principios de la lucha de clase contra clase y rechaza categóricamente toda estrategia tendiente a amortiguar esta lucha (MIR, Declaración de Principios, 1965).
Desde su origen, el MIR desahució el posibilismo, mostró que su carta era el compromiso político por la liberación del pueblo, reconocía una lucha de clases inevitable, apostó a la revolución, a la construcción de una realidad distinta y, en ese camino, fue constituyendo prácticas y saberes que nacieron de esos campesinos, técnicos y trabajadores que menciona en su declaración. También, con esos cristianos, mujeres y pobladores, le cambiaron definitivamente el rostro a las clases populares y a la política chilena. En los hechos, en la práctica misma, fue construyendo los fundamentos ideológicos y los gérmenes organizativos que posibilitarían, más tarde, levantar una política concreta de generación de poder popular.
La etapa más productiva del mirismo se desarrolló desde 1967 hasta 1973, años en que se construyó la idea del poder popular. Esta es una idea que marca los años de la Unidad Popular, es un ejercicio político que remece la cultura política chilena, la cuestiona y logra identificar al MIR con la mayor potencia democrática que el pueblo chileno ha logrado producir: miles de tomas de terrenos, tomas de fundos y cordones industriales acompañan esa idea y la refrendan, como lo dijo el propio Miguel Enríquez en el sindicato minero de Schwager en abril de 1972:
Las ideas y banderas revolucionarias son enarboladas por los obreros textiles en Tomé y Chiguayante, por los obreros de las fábricas de Talcahuano, San Vicente, Penco y Concepción, los campesinos de Yumbel, Cabrero y Hualqui, por los pobladores de toda la provincia, por los estudiantes y, especialmente, por los mineros del carbón y los trabajadores del campo y la ciudad a lo largo del país. // Las fuerzas del pueblo, la energía y decisión de sus luchas, su voluntad implacable va a golpear a sus enemigos, defender sus intereses y terminar con el yugo de la explotación. Eso es lo que hace crecer la fuerza de la Revolución. Nuevas capas del pueblo se incorporan a la lucha, haciendo temblar el viejo juego politiquero tradicional (Miguel Enríquez, 1972).
La idea del Poder Popular nace de la práctica política y social del MIR, nace del enraizamiento en los territorios, de los espacios donde el pueblo construyó su saber. La idea del Poder Popular, el centro del proyecto del MIR, nació de la necesidad de visibilizar a los hombres y mujeres negados por la historia.
No es extraño entonces que la dictadura fuera especialmente cruenta en esos mismos lugares y sectores sociales que Miguel nombra y convoca. La dictadura destruyó la industria textil de Tomé y Chiguayante (con el golpe de gracia propinado por la Concertación, por cierto). Los campesinos fueron masacrados en Yumbel, en San Rosendo, en Laja, y desaparecidos como sujeto social a manos de la industria forestal y agroindustrial; ni hablar de la industria del carbón, también martirizados física, moral y socialmente.

Asamblea Popular de Concepción
El Poder Popular logró expresarse de manera radical y unitaria en Concepción, en la Asamblea del Pueblo de Julio de 1972. Lo significativo de ese momento fue que logró agrupar a 59 sindicatos, 6 federaciones campesinas, 31 campamentos y comités sin casa, 17 agrupaciones estudiantiles, 27 centros de madres y a 5 organizaciones políticas, además de los diversos frentes intermedios del MIR.
En poco tiempo y solo mirando a nuestra provincia, vemos que el MIR y su proyecto logró convocar a una gran diversidad de sujetos y organizaciones, traspasando sus fronteras y unificando al pueblo, respondiendo al poder desde su propia identidad política. Esa asamblea partió de la siguiente manera, según lo indica el derechista diario El Sur en su nota “Debutó Asamblea popular” del 28 de julio de 1972:
Bajo las premisas de “denunciar al parlamento burgués y contrarrevolucionario y rendir un homenaje a la Revolución Cubana”, fue celebrada ayer, aquí, la llamada “Asamblea del Pueblo”…// El desarrollo de la asamblea se fijó en dos vueltas de planteamiento y discusión. En la primera se otorgaron quince minutos para cada exponente (en general representantes de todos los partidos y movimientos) y en la segunda, solo cinco minutos. Estas exposiciones, en lo general fueron más bien la fijación del lineamiento político de cada colectividad y su pensamiento acerca de las asambleas del pueblo… (El Sur, 28-07-1972: 7)
Este Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el del proyecto popular y revolucionario, es el que vivió y conoció Chile antes del golpe militar. Este mismo MIR tuvo que resistir a la dictadura y ese esfuerzo le costó la vida a miles de mujeres y hombres comprometidos con el pueblo. Ese MIR prácticamente desapareció como expresión orgánica, producto de diversos factores propios de una lucha de clases real y cruenta. Sin embargo, ha persistido su impronta y a 50 años de su fundación, la esencia de ese proyecto, el “poder popular”, sigue vivo en una serie de pequeños proyectos y prácticas sociales cotidianas que esperan conformar nuevamente, en algún momento, un gran proyecto estratégico para el pueblo de Chile.

¿Qué es Resumen?
Resumen nace como medio de información el 1 de enero de 2009, en la ciudad de Talcahuano, Región de Concepción.[4] Desde aquel momento hemos mantenido –de forma ininterrumpida– la publicación impresa mensual y su plataforma digital (resumen.cl). En paralelo, hemos desarrollado un trabajo audiovisual; en estos seis años han visto la luz tres documentales: El Cobre ¿Sueldo de Quién? (2011), Mala Pesca (2012) y Plantar Pobreza (2014).
Nuestro proyecto comunicacional pretende cumplir con el enorme desafío de garantizar el derecho a la información para las comunidades de nuestros territorios y del país, para aprender a mirarnos con nuestros propios ojos, desde nuestra región. Una región históricamente conformada por trabajadores y con un marcado carácter anticentralista y antiautoritario.
Nuestras páginas son para aquellos que defienden su identidad, su dignidad, su entorno y su cultura. Con ello cumplimos con el deber de construir un espacio informativo al servicio de la comunidad, donde ella pueda reconocerse y pensar la construcción de su propio futuro.
[1] Malaquías Concha es electo diputado por Concepción, Talcahuano, Lautaro (Coronel, Lota, Santa Juana) y Coelemu consecutivamente entre 1900-1912. Posteriormente representa a Concepción entre 1912 y 1915.
[2] Emilia Werner es electa en 1927, como alcaldesa de la comuna de Ranquil.
[3] Inés Enríquez Froden, en 1950, fue nombrada intendenta de la provincia de Concepción. En 1951 es electa diputada por las comunas de Concepción, Talcahuano, Tomé, Yumbel y Coronel.
[4] Rechazamos el ordenamiento territorial instaurado por la dictadura militar; nuestro medio se difunde en un territorio que es parte de la histórica Provincia de Concepción.
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