
Daniela Acosta
No invada el espacio de otra persona que tal como usted va caminando por la calle con supuestas palabras halagüeñas –en el mejor de los casos– dando forma a un piropo. La mayoría de las personas que sufren esta intromisión en su metro cuadrado son mujeres y, si bien puede haber alguna que lo necesite para sentirse notada o subir su autoestima, no se equivoque, no se trata del común de los mortales. Por lo general, el piropo en la calle es ofensivo y no hace más que resaltar la falta de educación y materializar la dominación simbólica masculina. El machismo que dice que se tiene el derecho de decir lo que se le venga en gana a una fémina y ella lo recibirá sin chistar e incluso agradecida. Nada más lejos de la realidad. La mujer lo resiente como una ofensa y con miedo a ser atacada más que verbalmente. Deje los buenos piropos o comentarios halagadores para sus amigos, para sus cercanos. Acérquese a ellos y coménteles lo bien que se ven de la forma más respetuosa posible. Todos estarán mucho más contentos.
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