Otra Cultura es posible: no imposible

Fran Ilich*

Durante el 2005, el EZLN lanzó la Otra Campaña con la que recorrió México para reunirse y oírse con diferentes organizaciones de abajo y a la izquierda. Enseguida, a principios del 2006, se realizó un encuentro en la ciudad de Tlaxcala dedicado a la “Otra Información, Otra Comunicación, Otro Arte y Otra Cultura”. Esta es la reflexión al respecto del artista Fran Ilich, que publicó en su revista “Sabot” durante la 12º Documenta Kassel/magazines del 2007 y que nosotros rescatamos como documento para la discusión sobre autonomía estética.

Creo que fue Georges Perec quien dijo, sugirió, escribió, que había que acabar con la Realidad Absoluta S.A. de C.V., esa a la que tanto despreciaba Phillip K. Dick (autor de las historias que dieron origen a las películas Total Recall, Blade Runner, A Scanner Darkly, etc), y llegó hasta el grado de proponer un método radical que no suena del todo mal: comenzar a vivir cada día desde cero, destruir la rutina de nuestra vida, mudarnos cada día a una habitación nueva, que podría parecer una propuesta para regresar al nomadismo, si no fuera porque el mundo está lleno de hoteles, casas, hamacas… Inserto aquí un chiste de mal gusto: ¿no fue el mismo Andrés Manuel López Obrador ficticio seguramente creado por la derecha, que nos enviaba cadenas de e-mails a todos (y que seguramente eran escritos por cyber-activistas de la derecha panista) donde nos decía que si ganaba, iba a expropiar los cuartos sub-utilizados de las casas y departamentos de este país llamado México, para cedérselos a las familias pobres? Detalle que sirvió para que muchos dijeran ‘nunca, yo no quiero tener como roomate a un pobre’. Curiosamente me comentaba Rogelio Sosa (el artista sonoro) que lo peor del caso es que en su natal Guadalajara mucha gente no votó por amlo, justo por ese rumor, y no tanto por cualquier otra cosa, ni siquiera porque estuvieran en desacuerdo: ¡únicamente no querían un pobre en casa! Fin del mal chiste.

Y me pregunto si hay que ser tan extremo, o si en las condiciones en las que estamos, ser extremo es la única posibilidad real. Es decir, si otra cultura es posible, ¿hay que inventarla desde cero?, ¿vivirla desde cero?, ¿o se vale que sea solo una reacción a la cultura dominante?, ¿o hay que tumbar esa cultura dominante y como los modernistas construir otra?, ¿o habría que cantarle himnos a la recombinación y como dj’s hacer lo mejor de todos estos mundos posibles?, ¿o qué? Me pregunto si se vale que héroes de disqueras como Sony, editoriales como Planeta, y chicas Pepsi participen en eventos de la Otra Cultura, si todos caben, y sobre todo, ¿qué queremos decir con ‘otra cultura’?, ¿’otra’ la que ‘sea’?, ¿otra en verdad, ‘muy otra’, como dice el Sub? Y si es así, ¿por qué siempre aparecen Manu, Silvio, Paco Ignacio y todos esos tan tan poco otros si los leemos a la ‘Walter Benjamin’ (es decir, según su relación con los medios de producción y no con lo que dice/cantan, etc.)?

Hace poco me explicaba un artista adherente a la Sexta, que no hay otra cultura en la Otra Campaña, que seguimos viviendo bajo el loop y los ecos de Violeta Parra, etc, etc… ad nauseam infinitum, que a nadie le importa la Otra Cultura en la Otra Campaña, sobre todo cuando no es utilitaria y no funciona como instrumento insertado en la lógica de guerra, que solo interesan los ‘smash hits’ decantantes de protesta y sus discos de platino o los documentales de Michael Moore y etc… y terminaba diciendo que ahora hasta resulta que el hip-hop es otro. Decía que en el momento en que el tema se aleja de los temas en boga en el movimiento a nadie le interesa escuchar, ver, leer, etc. y terminaba diciendo que opinaba que para crear una ‘otra cultura’ hay que partir desde otra estética, es decir, otra manera de describir y escribir las mismas cosas de siempre: que no hay otra cultura sin otra estética, es decir, sin otra mirada.

Y debo decirlo, yo no soy tan fan de la estética, aunque sí del formalismo cuando se plantea la posibilidad de subversión… y en este caso, su idea, resumiendo, me pareció genial. Daba justo en el punto. Y claro, pensé en el asunto de la Televisión Intergaláctica Zapatista, que dice el Sub, es la única televisión que se lee… pero hay que recordar que la lectura es en sí ya una medida colonizante (que hay quienes no leemos) y que no sé si todos estamos autorizados a transmitir desde la señal de la Televisión Intergaláctica Zapatista (o si se limita a mensajes de los mandos militares del EZLN y comunicados del Comité Clandestino Revolucionario Indígena)… O si todos podemos, en ese caso, plumas, audios y demás: ¡a disparar! Creo que esa otra televisión debe ser una puerta al arcoíris de la oralidad, uno que permita narrar con imágenes y sonido, y que no utilice la imagen para plantar deseos en cabezas ajenas (manipular mediante el artificio tradicional): esa tele-hypnosis a la que William S. Burroughs llamaba magia negra para las masas. Una televisión que permita dialogar y construir, y donde todos tengamos acceso como productores. ¿Pero dónde está la otra televisión?, ¿existe? Desde luego esta no puede ser una televisora de cultura institucional como el 11 o el 22 que funciona bajo agencia de gobierno, ni un canal de un consorcio más pobre que los grandes monopolios, pero no por eso menos mafioso. Lo que quiero plantear es si acaso puede haber otra televisión, tomando en cuenta que la misma televisión es unidireccional y que por esto mismo nunca podría ser ‘otra’, la produzca quien la produzca. Y entonces regreso a cero: a pensar en otros modelos de televisión, comunicación, flujos de información y narrativas multi-nodales… y sí, está el Internet, pero el Internet, las computadoras y el digital divide… ¿Quién tiene acceso a estas y a quiénes excluye? Como decían un par de autores en los setentas, la literatura también, y sobre todo, le habla a quienes excluye. Y stop. Stop. Stop. ¿Qué podría funcionar? No todos tienen televisión, menos computadora, pero todos desde el día en que nacemos tenemos boca… de vuelta a Sócrates, los mitos originarios, la oralidad, la antigüedad. Pero el círculo no es redondo: el nuestro es un espiral infinito.

 

La Otra Cultura: what is that?

 

Llevo meses dándole vueltas a este tema, todo tipo de twists, enfoques, reuniones, conversaciones y sin embargo ningún acercamiento de los que inicio me convence. Pero el texto tiene que estar, no es posible que el texto no pueda estar, porque entonces todo termina en un sentimiento de identidad, en una señal de pertenencia a una pandilla… y eso no es, no puede ser, porque entonces, ¿cuál sería el punto de ‘otra cultura’? Definirnos en base a ellos, es decir, a ser ‘los otros’ que no son ‘ellos’, no tiene mucho sentido. Sí, está claro que no somos ellos y eso me da mucho gusto, pero tampoco es que me alcance para lo que quiero con saber que no pertenecemos a ellos, porque entonces están las preguntas típicas de si somos los otros porque no podemos ser ellos. Y eso nunca, ni se pregunta: somos los otros porque somos nosotros, o como dirían mis amigos cholos de mi barrio en Tijuana hablando en singular: ‘así soy, ¿y qué?’. O llevando poco más allá la frase marxiana de ‘nunca pertenecería a un club que me aceptara como miembro’: nunca pertenecería a un club que no me aceptara como miembro tal y como soy.

Insisto, ¿qué es la Otra Cultura? Es decir, en el contexto de la Otra Campaña. De entrada es algo un poco intangible, como una promesa, incumplida en ocasiones, pero que retoma –a lo mejor sin saberlo– el asunto aquel por el que Benedetti tanto criticó a la política cultural del gobierno de México en los 60 y 70, y que eventualmente llevó a situaciones como que la cultura institucional no permite el desarrollo ni refleja ni de cerca lo que ocurre en este país, básicamente solo se tratan temas tan ‘sanos’ como ‘poéticos’ y ‘preciosistas’, digamos congresos literarios en el narcotizado noroeste mexicano dedicados a la arena del desierto o artistas mediáticos ocupados en reproducir la experiencia digital de «(inserta la escena que gustes aquí)»… hordas de artistas cuyo proyecto artístico es abandonar el continente americano (habría que recordar las conclusiones a las que llegaron los invitados al encuentro ‘Latinoamedia’ ocurrido en el Museo Tamayo en el 2004. O para dibujar mejor el diálogo que ocurre al interior de la escena artística mexicana: un pequeño grupo de personas con males congénitos tratando una serie de temas y lenguajes que ya acotaron y definieron por completo y del que excluyen todo lo que ellos no consideran arte, relacionándose de modos cada vez más endogámicos, produciendo cada vez hijos más idiotas, que no se comunican con nada ni nadie, excepto al interior de estas retorcidas familias donde los significados tienen sentido del mismo modo que en las pandillas: a través de referentes identitarios que solo entienden quienes pertenecen (lenguaje no, retórica de guiños sí). Y si no, analicemos las experiencias de los mexicanos que producen arte para embajadas y que resultan autistas e incomprensibles fuera de la ‘realidad artificial’ del arte mexicano.

Por ejemplo, ¿qué pasa cuando en el 2005 México es el invitado especial de la feria madrileña ARCO y se inaugura una réplica de la pared fronteriza que divide a México de Estados Unidos? ¿En qué pensaban los artistas de la Tercera Nación? ¿Dónde queda su responsabilidad moral o qué los excluye de ella? ¿Acaso un ataque súbito/prolongado de…? Me cuesta trabajo pensar que un mexicano vea tal cosa y que haga otra cosa distinta a graffitearla o a protestar frente a ella. Y es aquí donde hasta cobra cierto sentido aquella acción que hizo el Subcomandante Insurgente Marcos en la pared de Tijuana-San Diego: orinarla frente a las cámaras de La Jornada, que de inmediato reprodujeron la imagen. Qué digo, tampoco me parece la gran acción, de hecho en su momento me pareció bastante absurdo, como si en verdad sirviera de algo orinarla: como si no lo hubiéramos hecho todos los tijuanenses. Vamos, la orinan los que la cruzan y los que están borrachos junto a ella y seguro hasta quienes la vigilan, pero de eso a celebrarla como la generación de la tercera nación, hay un abismo de por medio.

Continuando con este tren de pensamiento, es decir, «la Otra Cultura», me parece curioso que el Sub haya escrito una novela con el no sé qué tan otro Paco Ignacio Taibo II, o que la chica Pepsi Julieta Venegas haya sido la frontliner en aquel concierto por las mujeres de Atenco, o que haya sido tan aplaudida Julieta Egurrola (actriz de la nada otra Compañía Nacional de Teatro) cuando hizo leña del árbol caído mencionándole el caso de Atenco al saliente Presidente Fox. Lo hubiera hecho meses antes, ¿por qué esperarse al final cuando hubo 6 meses para hacerlo? Digo, para acciones la de aquel estudiante de la UAM que no aceptó un premio cuando Fox apenas entraba a Presidente. ¿O qué tal que en vez de entregarle una lista con los nombres de los desaparecidos de Oaxaca que recopiló el pintor Toledo, Egurrola hubiera montado piezas claramente políticas al interior de la Compañía Nacional?

Hay que seguir el buen ejemplo de Ana Colchero y Ofelia Medina. Lo curioso es que el Sub no haya publicado su novela en algún formato de otra narr@tiva (y que además lo haya hecho en una mega-corporación como Planeta) o que mantenga un diálogo en Casa Lamm con gente como el auto-denominado director brechtiano Luis de Tavira, quien dirige la compañía nacional de teatro ahora con el presidente Calderón y se conoce –al contrario de Brecht– por trabajar con montajes suntuosos y gastar millones en sus puestas en escena (detalle que además resulta central a los textos y obra de Brecht, y que hace a de Tavira el brechtiano más anti-brechtiano de todos). Entiendo perfectamente que cuando el subcomandante transmitía Radio Insurgente desde una radio comercial chilanga, hiciera comentarios de cómo las «señoritas Angelina Jolie y Shakira» estaban enamoradas de él. Entiendo lo de Angelina, y el por qué esas 2 proto-lefties y no cualquier otra chica del espectáculo. Pero le pinto una raya: que no se meta con Shakira, ella es mi musa oficial (o lo que en el capitalismo post-industrial o network capitalism se conoce como designer drug).

Pero sigo sin entender por qué el cine que sigue siendo el favorito en la Otra Campaña sea producido y distribuido por grandes corporaciones, o que la ficción no juegue un papel preponderante (no solo de documentales vive el humano). ¿Qué ocurrió con aquella propuesta de música electrónica zapatista de Ángel Luis Lara? Era genial y habría que retomarla. Hay que recuperar el significado de palabras como Rebelde, que antes significaban lo que sabemos (vamos, hasta en Star Wars son fieles al diccionario), pero que hoy en día son ‘fresas’ causando accidentes por manejar borrachas en las vías rápidas de las ciudades a toda velocidad.

¿Cómo fue que ocurrió que tras el encuentro de la Otra Cultura en Zacatelco, Tlaxcala, sin notarlo las cosas giraron sin que nos diéramos cuenta? ¿En qué momento tuvimos que dejar de hacer lo que hacemos, dejar de trabajar desde nuestros lugares, con nuestros modos y formas, como originalmente fuimos convocados, para en muchos casos, hacer nuestras consignas y luchas de personas que rara vez son solidarias, no digamos con nuestras causas, sino que además no están nada interesados en nuestras propuestas culturales? ¿Cómo nos ganaron la batalla confundiéndonos, desviándonos de nuestro objetivo, que era hacer otra Cultura, otra Campaña, mientras ellos metían a la cárcel personas inocentes por 67 años y 6 meses o llevaban 3.000 policías a un pueblo fantasma llamado Atenco? Pelear con ese nuestro enemigo, nunca, que se pudran solos peleando sus propias paranoias y fantasmas, los deseos que plantaron en los medios de comunicación y que ahora inesperadamente (como en efecto boomerang) les roban el espíritu, la vida, los días, el sueño… dejándoles nada más que colitis, insomnio, ambición, deseos a medio-satisfacer y muchas deudas…

Recuerdo que como becario del FONCA en la categoría de Jóvenes Creadores quería salir en el anuario con mi pasamontañas. No me dejé tomar fotografía alguna sin él, y fui bastante criticado. El entonces director del FONCA y algunos empleados estaban escandalizados: yo solo quería dejar constancia de que ese año hubo en México una Otra Campaña, y que esta me importaba pese a ser lo suficientemente afortunado para que el estado me diera $ 600 dlls al mes por hacer un proyecto de arte que al final declaré en huelga. Ellos insistieron en que tenía que salir mi rostro en el anuario, pero yo dije que no, que mi cara no importaba, que prefería los ojos de un México profundo que sí tiene cosas que decir a mostrar la cara vanidosa de otro joven creador, y que además la cara es una de las partes más íntimas del cuerpo, que no me gusta mostrarla más que a mis seres queridos, que no estoy de acuerdo en cómo el rostro funciona a la vez como elemento de control e identificación, como de seducción y reconocimiento social. Este año, sin embargo, ya no pude hacer una propuesta: los proyectos que me interesan, no le interesan a la clase cultural. Y elaborar una mentira compleja o un proyecto que medio me satisfaga, solo para recibir un cheque y hacerles juego… puajj, qué pesadilla, me resulta muy poco económico. Hay que recordar que en México desde los tiempos del PRI hay una clase cultural que defiende como la aristocracia su derecho al subsidio (incluso al extremo de salir a marchar a las calles como un comentario estético si les reducen su presupuesto) y a seguir promoviendo su visión antidemocrática de la cultura, que excluye mediante una serie de recursos de diversa índole no solo al ciudadano promedio (a quien en la mayoría de los casos descarta hasta como posible audiencia), sino al productor cultural que no se adscribe al pensamiento de la hegemonía en turno y que no valida las devaluadas instituciones (escuelas, centros culturales) sobre las que está construido su escenario. Lo mismo de siempre: mafias clasistas, entre más blanco eres y apellidos más extranjeros, menos españoles o indios tienes, más posibilidades de ascenso hay. Los juegos adolescentes de pertenencia y exclusión… y lo peor del caso: cero discurso crítico. O bueno sí, pero dentro de parámetros y reglas que de antemano invalidan el disentimiento.

«Los artistas han dado una muestra de que también pueden tomar las calles… pero solo si les tocan el bolsillo… lo demás: Oaxaca, Atenco, Sicartsa, Pasta de Conchos, no les interesa»[1].

El estado del arte en México, pese a ser producido con nuevas herramientas propias de la era de la información, continúa sumido en la burbuja del porfiriato elitista del siglo 19: los neo-conservadores, neo-porfiristas, víctimas de sus propias ganas de pertenecer al mercado global del arte que casi como regla general los excluye por diversas razones, alguna de ellas por practicar descaradamente versiones bastardas de europeidad. Se le olvida que lo novohispano es sinónimo de bastardo, ni más ni menos, es decir, lo novohispano no puede de ninguna forma ser sinónimo de otra cosa. Acaso de mestizaje, pero hay que tener claro que mestizaje es justo lo que estos puristas rechazan y aborrecen. Fueron a ellos a quienes sus padres les negaron ser europeos: habían nacido en América y nunca podrían ser como ellos.

Y al margen de estos, como el salpullido pero invisible, se manifiesta una comezón incierta, y eso es en sí la Otra Cultura de la Otra Campaña. Una intención que se manifestó 3 veces en todo un año (4 si tomamos en cuenta la última conferencia del Subcomandante Marcos y Sergio Rodríguez Lazcano, donde nos dan pie para continuar el trabajo y las discusiones). La Otra Cultura dio unas patadas lindas, pero de formas quizá no muy exitosas ni muy desarrolladas en lo formal, en lo conceptual, pero que sin duda es una cosa que quiere nacer, y que sin embargo se topa con la realidad de que hasta una ‘otra novela’ o un ‘otro ensayo’ tiene que escribirse y requiere de tiempo y esfuerzo, y que la intención por sí misma no servirá de gran cosa si no se respalda con acción congruente. Y que los dogmas y cánticos está comprobado que pueden generarnos devoción y auto-hipnosis en masa, pero que sin embargo, hay todo un mundo por hacer: una guerra por ganar. Y que en este caso los enemigos somos nosotros mismos, pues no podemos generar una propia otra cultura con base en lo que no somos, en los muchos enemigos, en la mera reacción, a menos que queramos que sea una cultura de propaganda, con lógica de guerra. Cosa que se vale, pero que no sé entonces que tan ‘otra’ será.

Como dijo Guillermo Acevedo del grupo La Piragua de teatro de títeres en el encuentro de Tlaxcala: «Podemos hacer circuitos de recorridos por diferentes lugares, tratando de aprovechar la gran fuerza que hay entre los compañeros. Hay mucha riqueza entre los trabajos de todos que podríamos comenzar a entrelazar, compartir los conocimientos, apoyar a los grupos que están empezando, echar la mano, aprender de los grupos que van más avanzados que nosotros. Esas redes serían muy interesantes, podríamos llevar la exposición de fotografía de un compañero, con la obra de teatro, que finalmente es interdisciplinaria y pueden participar los artistas plásticos.» O como dijo una argentina, la representante de El Colectivo Ciudadanía en Movimiento, de Tlaxcala: «Este es seguro el acontecimiento cultural más importante que ha tenido Tlaxcala en todos los años que llevo viviendo acá.» Y yo le creo. Aunque cierto, los artistas que se reunieron en Zacatelco sean los callejeros, los populares (and i don’t mean sony music), los que pueden parecer mediocres porque no tienen esta sofisticación hueca que requiere la cultura institucional, y tal vez no han viajado fuera de México y casi seguro son de provincia (¡es decir, de los márgenes!, los márgenes que en teoría tanto adoran los burócratas de la cultura porque están de moda en los textos franceses), y tal vez tampoco tienen educación en las mejores universidades donde preparan a la gente que va a hacer que las cosas sigan igual y que mantienen funcionando al establishment, pero todo esto tiene una explicación…. y es en sí parte del problema que genera y hace necesaria esta Otra Cultura y que tiene todo que ver con los mecanismos de exclusión social. Y por otro lado hay quien dice que esto no es arte contemporáneo, pero yo qué sé, es arte que sucede hoy en burbujas que quizá puedan parecer medievales (pero que tienen todo que ver con los procesos actuales), y que ocurren hoy y en este país…

La pregunta para mí es entonces: ¿Dónde están las redes de ‘Otra Cultura’? ¿Cómo las vamos a montar y a trabajar? ¿Cómo vamos a echar a funcionar nuevos mecanismos colaborativos? ¿Qué ha pasado con el trabajo a un año del encuentro en Zacatelco? ¿Dónde se pueden conseguir esas otras novelas, otras películas, otras canciones, otras obras de teatro, por no mencionar las tantas situaciones intangibles? ¿Dónde estudian nuestros artistas de la Otra Campaña? Y por favor que no digan que en las mismas instituciones de gobierno como el Centro Nacional de las Artes, porque entonces sí que esto se vuelve ‘kind of’ absurdo. Hay que recordar que el cine mexicano antes que mexicano es el cine del gobierno mexicano, o lo que es lo mismo que el cine (o arte) que ellos quieren, y hay que recordar que el EZLN es el enemigo natural de esta gente… y hay que recordar que por este tipo de cosas es que históricamente tantos mexicanos morenos se van de México (no por traidores, sino para no empobrecerse para que otros mexicanos vivan como reyes a costa suya)… y hay que recordar el tratado Guadalupe Hidalgo y la guerra y los que se fueron y los que se quedaron y los que estaban en el poder y los indios que eran despojados y los mestizos y los que siempre han caído con los pies… porque sí. Y no hagamos preguntas necias que sabemos por qué caen siempre bien. Y más que nada… la pregunta: ¿Qué debemos hacer?

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* Fran Ilich, artista y escritor originario de Tijuana, se ha distinguido por sus iniciativas en el ámbito del activismo digital y las problemáticas político sociales latinoamericanas. Fue editor de la revista mexicana de cultura digital Sputnik, cofundador de Nettime Latino y corresponsal de Rhizome en México. Es autor de las novelas “Metro Pop” y “Tekno Guerrilla” y del libro de ensayo «Otra Narr@tiva es Posible: La imaginación política en la era del internet». Trabaja activamente en “Diego de la Vega”, un conglomerado de cooperación digital que incluye el servidor web possibleworlds.org.


[1] Sebastián Liera, RED@ctuar – La Otra Chilanga.

 

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