Mujer y Naturaleza: definiciones de Ecofeminismo

* Frida Martínez Espinoza

La invisibilidad de una sociedad patriarcal y del sistema económico capitalista, ha generado que las visiones de feminismo y de los movimientos ecologistas, encuentren puntos en común, formando un nuevo movimiento social, el ecofeminismo.

Desde tiempos antiguos a la mujer se la ha relacionado con la naturaleza, ambas se consideraban inferiores al hombre y la cultura. Por esta visión de la mujer inferior al hombre, es que nace el feminismo, como movimientos de liberación de la mujer, y estos históricamente han ido adquiriendo diversas corrientes e influencias. El feminismo defiende un cambio en las relaciones sociales que conduzca a la liberación de la mujer y del varón a través de eliminar las jerarquías y desigualdades entre los sexos.

Ahora bien, el ecologismo es un movimiento político, social y global, que defiende la protección de la naturaleza, unido con un compromiso para mantener la salud de las personas en equilibrio con los ecosistemas naturales.

Con el desarrollo del sistema capitalista a escala mundial, los gobiernos de todos los países del mundo inician campañas por el cuidado de la naturaleza, por los efectos cada vez más dañinos de la contaminación de las necesidades impuestas por el sistema económico occidental. Aunque la protección del medio ambiente empezó desde inicios de la humanidad, como movimiento organizado el ecologismo empezó con mayor fuerza en los años setenta. El sistema universal de derechos humanos en estos años realiza su primera declaración sobre el tema e inicia el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

La palabra ecofeminismo comenzó a ser usada en Francia en 1974 por Francoise D´Eaubonne, y de allí se extendió a otros países de Europa, América y África. Vio el problema de la sobrepoblación mundial como un relevante punto de contacto entre las reivindicaciones feministas y las preocupaciones ecologistas.

Las mujeres han sido tradicionalmente asociadas con algo que todas las culturas minimizan y que goza de menos estatus, haciendo referencia a la naturaleza en sentido amplio. Dicha relación hace que las mujeres hayan sido, siempre y en todas las culturas, asociadas con la naturaleza, en oposición a los hombres que son identificados con la cultura.

Para Ivone Gebara, religiosa brasileña, la modernidad empieza con la redefinición del papel de la mujer como ama de casa, subordinada a las relaciones matrimoniales y a la familia. A su vez, la naturaleza, liberada de la fuerza de los espíritus, despojada gradualmente de sus secretos, pasa a ser dominada por el espíritu científico masculino [1]. Para ella el ecofeminismo como pensamiento y movimiento social se refiere básicamente a la conexión ideológica entre la explotación de la naturaleza y la explotación de las mujeres dentro del sistema jerárquico-patriarcal y, desde el punto de vista de la filosofía y la teología, lo considera como una sabiduría que intenta recuperar el ecosistema y las mujeres [2]. Alicia Puleo lo define como “la corriente que asume la problemática ecológica como algo que puede ser abordado de manera pertinente en clave de género, aportando ciertas claves de comprensión de relación humana con la naturaleza” [3]. Uno de los puntos de contacto que hacen que la ecología sea un tema que importe más a las mujeres es la cuestión de la salud. Los trastornos debidos a la contaminación afectan particularmente a las mujeres porque su organismo tiene mayor proporción de tejido graso y algunos tóxicos se fijan en la grasa. Aunque el daño ambiental afecta a hombres y mujeres, son ellas las más afectadas.

Existen varios ecofeminismos:

Ecofeminismo clásico: es un movimiento basado en el feminismo de la diferencia, que afirma que las mujeres están de alguna manera más ligadas a la naturaleza por el hecho de que hombres y mujeres expresan esencias opuestas: “las mujeres se caracterizan por un erotismo no agresivo e igualitarista y por aptitudes maternales que las predispondrían al pacifismo y a la preservación de la naturaleza. En cambio, los varones se verían naturalmente abocados a empresas competitivas y destructivas.” [4] Esta tendencia recoge la idea patriarcal, dándole un sentido positivo; estar cerca de la naturaleza no es visto como inferior, sino, por el contrario, como superior. La feminista Rosiska Darcy de Oliveira defiende esta teoría y dice que las mujeres son diferentes de los hombres porque tienen otros valores, como el cuidado y protección de la vida y que son más sensibles, intuitivas y empáticas [5], por lo que tendrían mayor sensibilidad para proteger a la naturaleza.

Ecofeminismo espiritualista: Lo que recibe el nombre de desarrollo es un proceso de mal desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y la naturaleza en todo el mundo. Sostiene que este mal desarrollo tiene sus raíces en los postulados patriarcales de homogeneidad, dominación y centralización que constituyen el fundamento de los modelos de pensamiento y estrategias de desarrollo dominantes. El movimiento de las mujeres Chipko de la India es un ejemplo de este movimiento, es una lucha en contra del mal desarrollo. En los años setenta un grupo de mujeres se abrazaron a los árboles de los bosques de Garhwal en los Himalayas indios, los defendían de las prácticas forestales de una empresa privada, aun enfrentándose a sus maridos que estaban dispuestos a vender los bosques comunales, estando al frente de este movimiento Vandana Shiva, filósofa y física nuclear. Para ella la explotación y destrucción de la naturaleza es intrínseca al modelo de desarrollo económico industrial dominante, lo define como una imposición colonial por parte del llamado primer mundo.

Se ha desarrollado en América Latina, un pensamiento teológico-ecofeminista, este ecofeminismo latino se caracteriza por su interés en las mujeres pobres y su defensa de los y las indígenas, principales víctimas de la destrucción de la naturaleza. Esta corriente también lucha por abandonar la imagen patriarcal de Dios como dominador y el dualismo de la antropología cristiana tradicional.

Ecofeminismo constructivista: es la corriente más reciente de la década de los noventa. Se suele llamar “feminismo ecológico” para que se distinga de la corriente anterior. Se basa en la responsabilidad de las mujeres con la naturaleza originada en la economía familiar. Se preocupan por la realidad material en que están; la interacción con el ambiente depende de la división sexual del trabajo, de la distribución del poder y de la distribución según clase, género, raza y casta.

Bina Agarwal, economista india, lo define como la postura que reconoce que la destrucción ambiental afecta en especial a las mujeres y a las poblaciones pobres del tercer mundo, atribuye una parte de responsabilidad a los grupos dominantes que monopolizan el poder, la propiedad y los recursos. Alicia Puleo [6] afirma que esta teoría propone una política de alianzas, para acciones puntuales, pero no de fusiones entre el feminismo y ecologismo. Sostiene que no hay una esencia femenina que acerque a las mujeres a la naturaleza ni que aleje a los hombres de ella, sino que las identidades han sido construidas históricamente a través del sistema jerárquico-patriarcal. Bina sostiene que el lazo que ciertas mujeres, especialmente las de los países en desarrollo, sienten con la naturaleza tiene su origen en sus responsabilidades de género en la economía familiar. Sus roles como mujeres y su relación con su ambiente favorecen su conciencia y activismo ecológicos [7]. Entonces, este ecofeminismo o feminismo-ecológico contempla que la relación de las mujeres con el medio ambiente dependerá de la clase social, casta, raza u otra condición a la que pertenezcan.

Muchas otras feministas simplemente se oponen a una lucha conjunta entre estos dos movimientos. Alegan que la ecología ha sido una disciplina elitista y masculina y que no se refiere nada a cuestiones hechas por las mujeres y que unir esas dos luchas por la reivindicación de las mujeres y por la protección del medio ambiente debilitaría la lucha feminista, se desviaría de sus propios objetivos.

Actualmente, el calentamiento global es uno de los problemas medioambientales que afecta al mundo entero, generado por los procesos industriales, desforestación, emisión de gases, etc. Los gobiernos acordaron combatir el cambio climático por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en Río de Jainero en 1992. Recientemente se celebró “Río + 20” donde los acuerdos tomados se evaluaron y se volvió a comprometer a los países, con respecto a su responsabilidad en el tema.

El cambio climático puede significar cargas adicionales para las actividades agrícolas que a menudo son realizadas por mujeres [8]. Es importante considerar que la tarea de administrar agua y combustible para la familia es típicamente responsabilidad de las mujeres, esta tarea se dificultará aún más conforme el acceso al suministro de agua limpia se convierta en un mayor desafío, cosa que ya lo es en algunos países de África.

El cambio climático tiene impactos que agravan las desigualdades sociales existentes, razón por la cual es un asunto de importancia para las mujeres, las personas más pobres del mundo sienten estos impactos con mayor fuerza.

Como hemos visto acá, definitivamente ecologismo y feminismo tienen muchos puntos en común. Ambos luchan por la visibilidad y reivindicación de algo que ha sido históricamente subordinado y por una mejor calidad de vida del conjunto de la sociedad.

Para lograr el cambio hacia una sociedad mejor se tiene que hacer un cambio integral en los pensamientos y acciones de todas las personas; es decir, eliminar las ideas machistas que el sistema patriarcal nos impuso, entender que por el simple hecho de nacer mujeres y hombres gozamos exactamente de los mismos derechos y saber que no hay razón alguna para considerar a un ser superior o inferior a otro. De la misma manera que debemos respetarnos entre nosotras y nosotros, debemos hacerlo con la naturaleza porque somos parte de ella y todos los recursos que nos proporciona y el trabajo que realiza son indispensables para vivir.

Las tres corrientes ecofeministas que se presentaron tienen un punto en común: reivindicación de las mujeres y el respeto por un medio ambiente. El cambio climático es un claro ejemplo de ver la relación entre la mujer y los conflictos medioambientales.

¡Definitivamente tiene que existir una lucha en común por la visibilidad de las mujeres y la naturaleza: Ecofeminismo!

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* Frida Martínez Espinoza: Originaria de Tijuana, Baja California. Lugar donde crecí y estuve hasta los 18 años, para posteriormente realizar mis estudios de derecho en la Universidad de Monterrey (UDEM), donde me titulé con la tesis denominada “Estudio sobre la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: Análisis Crítico a la Luz del Sistema Jurídico Mexicano y Comparado” en Monterrey, NL. Después realicé mis estudios de maestría en Derechos Humanos en la Universidad Nacional de La Plata, en La Plata, Buenos Aires, Argentina. Actualmente estoy trabajando en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en el Distrito Federal, México.

[1] Gebara, Ivone. (2000) “Intuiciones ecofeministas, ensayo para repensar el conocimiento y la religión”. Editorial Trotta. Madrid, Pág. 18.
[2] Ibídem.
[3] Duque, Elena. (2009) “Entrevista a Alicia Puleo: claves del ecofeminismo”. Mujeres en la Red. El Periódico feminista. Disponible en: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article1714
[4] Puleo H., Alicia. (2007) “Un repaso a las diversas corrientes del ecofeminismo”. FEMINISMO Y ECOLOGÍA. El Ecologista N° 31. Pág.3
[5] Gebara, Ivone. Op.cit. Pág.21
[6] Puleo H. Alicia. “Un Repaso a las diversas corrientes del ecofeminismo. FEMINIS y ECOLOGÍA” Op. Cit.Pág.3
[7] Quimbayo A., German. (2008. “Ecofeminismo como posición política en el ambientalismo”. equinoXio. Disponible en: http://equinoxio.org/especial-dia-de-la-mujer-2008/ecofeminismo-como-posicion-politica-en-el-ambientalismo-2584/.
[8] Ibídem.

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1 Comment on Mujer y Naturaleza: definiciones de Ecofeminismo

  1. Todo siempre lo queremos sexualizar, y sobre todo ponemos a la mujer como el centro de todo y luego decimos que la discriminación va en contra solo de las mujeres, cuando aquí hablan de que la madre y la mujer es la única mágica, como si el varón no aportara nada y no tuviera la misma conexión con la naturaleza. Todo esto son sexismo que las mujeres hemos utilizado para con egolatría enaltecernos de manera estúpida y sin los pies en la tierra. Si se nos quitara lo ególatras nos daríamos cuenta que todos somos parte de la naturaleza y la conexión es única en hombres y mujeres por igual, por eso se dice que el cerebro de la mujer es más pequeño y se demuestra en las palabras que he leido de ustedes, no tienen consciencia de la verdadera equidad y de la naturaleza tan valiosa del varón, y de las mujeres nos adjudicamos cosas en exclusiva, que ellos también poseen.

    QUÍTENSE LO TORPES Y SEAN EQUITATIVAS Y DÉJENSE DE INVENTAR CUENTOS!!!!

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