La educación frente a la exclusión social

* Constanza Villa

El sistema neoliberal de mercado que rige actualmente nuestro país, genera gran exclusión social; nos preguntamos aquí cuál es el papel de la educación y con qué perspectiva la desarrollamos para evitar dicha exclusión.

El sistema capitalista neoliberal en el cual Chile está inmerso, está generando cambios culturales y transformaciones en la sociedad. Actualmente el conocimiento y la información son las variables claves que generan y distribuyen el poder en la sociedad, reemplazando a los recursos naturales, la fuerza y el dinero.[1]

La sociedad basada en el uso intensivo de conocimientos, genera desigualdad y exclusión, lo que provoca una modificación fundamental en la estructura de ésta, dando pie a una transición desde una sociedad vertical a una sociedad horizontal, o en otras palabras, de una sociedad de roles a una sociedad de redes.[2] La primera se caracteriza por sus relaciones sociales de explotación, una sociedad jerarquizada, mientras que en la segunda no importan las jerarquías sino la distancia con respecto del centro de la sociedad. La exclusión reemplaza las relaciones de explotación.

Esta nueva organización del trabajo, basada en el uso intensivo del conocimiento, funciona por redes de relaciones cooperativas. Según esta perspectiva, las relaciones sociales deberían ser más igualitarias, ya que todas las fases del proceso productivo son importantes, y el personal, en cualquier nivel de jerarquías que se ubique, juega un papel crucial. Sin embargo, esta mayor igualdad entre los incluidos, implica una separación mucho más profunda con respecto a los excluidos.

La sociedad de redes se caracteriza por ser descentralizada, por la autonomía de sus partes, la versatilidad funcional y la ausencia de normas formales que restrinjan el funcionamiento de las organizaciones. Sus valores son la interdependencia entre las partes, la libre asociación y la adaptabilidad al cambio; esto se traduce en la necesidad de desarrollar habilidades para consensuar acciones, capacidad para moverse en escenarios inciertos, aprendizaje constante, gestión del riesgo y reciprocidad basada en la confianza.

La exclusión social actual no es sólo del bienestar económico y de las redes sociales, sino que también es una exclusión de una “comunidad de sentidos”. El mercado no incorpora la subjetividad de los individuos a sus mecanismos de coordinación, no otorga sentido a la convivencia social.[3]

En este contexto, ¿cuál es el papel de la educación? o ¿cuál es la educación que queremos? Como ya se mencionó, el conocimiento y la información son las variables clave que dan poder en la sociedad de hoy; la educación es fundamental, entonces, ya que permite ser parte de las redes sociales. Debe ser, por lo tanto, de alcance universal, y así evitaremos la ruptura de la cohesión social.

La educación deberá ayudar a la construcción de sentidos. La formación del sentido de solidaridad está íntimamente asociada a la formación del sentido de pertenencia. El desafío es desarrollar la capacidad de construir una identidad compleja, que pueda desenvolverse en distintos ámbitos; se debe generar a personas que sean “empresarios de sí mismos”.[4]

En base a esto podemos fijar dos grandes objetivos de la educación: el primero es generar personas activas, integrales, capaces de desenvolverse en distintas áreas, que puedan participar en las redes y evitar la exclusión; el segundo objetivo es el de mantener la cohesión social, ya que el mercado no nos otorga las herramientas para que esto ocurra. ¿Cómo podemos lograr estos objetivos? o más bien, ¿con qué perspectiva vamos a generar a este ciudadano integral? La propuesta aquí es desarrollar una educación con los principios de los derechos humanos y de una cultura democrática.

En esta sociedad de redes es necesaria la relación y reciprocidad de las personas y para que esto ocurra Hevia nos propone desarrollar el aprendizaje de la confianza. Con este valor se deben fundar las competencias requeridas para desenvolverse con éxito en cualquier organización social. La confianza nos impulsa a actuar, nos pone en movimiento, genera que los ciudadanos puedan llegar a acuerdos y por lo tanto fomenta una sociedad más democrática.

La escuela es un espacio privilegiado para desarrollar este valor y para llevar a cabo una cultura democrática. Algunos mecanismos que generan confianza en la escuela son la participación, el propiciar la cooperación entre los alumnos y alumnas; el ejercicio de una autoridad responsable, basada en la confianza y no en la fuerza; el generar conocimientos que verdaderamente produzcan confianza y posibiliten moverse en el mundo; el llevar adelante un proceso de socialización en valores, como la solidaridad, el pluralismo, la tolerancia, la inclusión y la equidad social.

Una educación para la vida en democracia, con ética en derechos humanos, pretende construir una sociedad con ciudadanos activos, basados en principios de libertad, de igualdad, de equidad y de diversidad. Además comprende el reconocimiento por parte de cada persona de su propia identidad, dignidad y autonomía.

Dicha identidad va relacionada con el reconocimiento de la pluralidad. Pensar en una sociedad homogénea es excluyente, y no tomar en cuenta las diversas identidades que la componen, lleva a la discriminación. La educación para la vida en democracia implica la construcción de relaciones interpersonales de tolerancia, respeto, diálogo y reconocimiento mutuo de derechos y responsabilidades.[5]

Siguiendo con la línea de la educación en derechos humanos, tenemos como ejemplo el Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos de Brasil[6], que está orientado a formar ciudadanos conscientes de sus derechos y de sus deberes, para que sean participantes activos en un sistema democrático fundado en la soberanía popular, la justicia social y el respeto integral de los derechos humanos.

En Brasil la educación tiene como una de sus finalidades el ejercicio de la ciudadanía. Las prácticas educativas deberán estar inspiradas en los principios de libertad y en los ideales de solidaridad humana. Los objetivos directrices de este plan son: fortalecer el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; promover el pleno desarrollo de la personalidad y de la dignidad humana; fomentar el entendimiento, la tolerancia, la igualdad de género y la amistad entre las naciones, los pueblos indígenas y grupos raciales, nacionales, étnicos, religiosos y lingüísticos; estimular la participación efectiva de las personas en una asociación libre y democrática gobernada por el Estado de Derecho; y construir, promover y mantener la paz.[7]

La educación en derechos humanos está así estrechamente relacionada con el concepto de educación para una cultura democrática, donde se permita la comprensión del contexto nacional e internacional; una educación basada en los valores de tolerancia, solidaridad, justicia social, inclusión y pluralidad.

En el actual sistema capitalista de libre mercado, ¿es relevante una educación en derechos humanos? Si lo vemos desde la perspectiva de la sociedad de redes, que opera en este sistema, consideramos que sí es necesaria. Los ciudadanos participantes de estas redes deben ser integrales y, como hemos visto, los objetivos de la educación en derechos humanos apuntan al mismo sentido. Busca generar personas capaces de desenvolverse en cualquier área y además entrega herramientas para hacer una sociedad más justa.

Una educación con principios democráticos puede evitar la exclusión social al generar el sentido de pertenencia, el que permite reconocerse uno a otro sin discriminación. Podríamos entonces preguntarnos si este ciudadano está capacitado para participar en el mercado. Si se mejora la calidad de la educación pública, esta persona sí podría participar en él, dotado además de la capacidad de intervenirlo, cuestionarlo y de ser un agente activo en la serie de transformaciones que su realidad reclama.

Lamentablemente no tenemos una solución para evitar la exclusión en una sociedad normada por las reglas del mercado; sólo sabemos que la educación tiene un rol relevante en dicha tarea. Deberá ésta ser universal, de calidad; planteada con principios democráticos y ética de derechos humanos, para asegurar la formación de personas integrales, activas, capaces de adaptarse a nuevos escenarios, nuevas problemáticas, sin dejar nunca de lado las ideas de no discriminación, justicia social y respeto mutuo.

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* Constanza Villa: Licenciada en Antropología, con mención en Antropología Social, Universidad de Chile. Magíster (c) en Derechos Humanos, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

[1] TEDESCO, Juan Carlos. La educación en el marco del nuevo capitalismo. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, XX Curso Interdisciplinario en Derechos Humanos, San José, 22 de Julio al 2 de Agosto de 2002, disponible en:
http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/ddhh/img/LA%20EDUCACION%20EN%20EL%20MARCO%20DEL%20NUEVO%20CAPITALISMO.%20Juan%20Carlos%20Tedesco.pdf.
[2] Castells, citado en TEDESCO op. cit. y en HEVIA, Ricardo. Frente a la crisis de sentido, una pedagogía de la confianza. Revista del Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe (PRELAC). Págs. 70-74. Julio de 2006. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001455/145502s.pdf#145879
[3] HEVIA, Ricardo, op. cit.
[4] Concepto referido por Foucault, que tiene relación con la formación de capital humano en la sociedad, donde el Estado debe corregir las fallas de la sociedad, no del mercado, por lo tanto debe hacerse cargo de las desigualdades sociales. Para esto debe educar y formar “empresarios de sí mismos” que sean funcionales al capitalismo. Estas ideas las desarrolla en FOUCAULT, Michel. Seguridad, Territorio y Población. Curso en el Collège de France (1977-1978). FCE, Buenos Aires, 2006. Y en Nacimiento de la Biopolítica. Curso del Collège de France (1978-1979), FCE, Buenos Aires, 2008.
[5] Educación para la vida en democracia: Guía metodológica. Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José, C.R. 2003.
[6] Cabe señalar, que Brasil desarrolló este Plan cumpliendo con las obligaciones establecidas por la Organización de Naciones Unidas. Chile aún no comienza a trabajar en un plan de educación en derechos humanos.
[7] BRASIL. Comitê Nacional de Educação em Direitos Humanos. Plano Nacional de Educação em Direitos Humanos. Brasília: Secretaria Especial dos Direitos Humanos; Ministério da Educação, 2003.

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