Editorial. Acerca de este número

América Latina ha sido testigo de cómo los distintos Pueblos Indígenas han construido un nuevo discurso respecto a sí mismos, posicionando con él las críticas y demandas que durante gran parte del siglo XX fueron invisibilizadas. Esto ha instalado fuertemente la necesidad de pensar colectivamente respecto a la historia y la situación de los pueblos hoy, no como meros integrantes de las naciones monoculturalemente construidas, sino como personas portadoras de culturas y derechos otros. Con mayor o menor efectividad, diversos países han instalado el tema en su agenda, algunos han adherido a los tratados internacionales que velan por los derechos de los pueblos, creado nuevas leyes que promuevan un desarrollo menos abusivo y modificando incluso sus Constituciones. Y a medida que este proceso evoluciona, muchos hemos comenzado a pensar en la construcción de nuevos modos de convivencia, ya que la situación es aún crítica y creemos que queda mucho por avanzar.

Nos propusimos reflexionar en este número de Rufián Revista sobre las posibilidades que se vislumbran, sus limitantes y desafíos, a través de distintas personas y sectores que teórica y prácticamente nos recuerdan la urgencia de pensar sobre lo indígena hoy. Convocamos a diversos representantes de los Pueblos Indígenas a lo largo de Chile y América Latina, muchos de los cuales visitaron Chile en el marco de un diplomado organizado por el Fondo Indígena, como también a distintas personas ligadas al mundo indígena desde diversas áreas, para que nos presentaran procesos interculturales desde sus propias experiencias.

Sabemos que la palabra interculturalidad resulta compleja, porque –y sin que exista consenso respecto a lo que se comprende o espera de ella– requiere de un diálogo efectivamente horizontal, pero que no siempre, o quizás casi nunca, se da. Esto, debido a que las acciones, legislaciones y políticas emprendidas, son engendradas sobre la base de contextos en los que no incidieron desde su origen y directamente todos sus actores, específicamente, los pueblos indígenas. Y muchas veces, más allá de lo que consideremos como buenas o malas intenciones, las ideas y acciones que se desarrollan bajo la noción de intercultiralidad provienen solo de una parte involucrada, y no de todas las que supone abordar.

¿Cómo pensar, por lo tanto, la interculturalidad en conjunto? ¿Cómo dirigir los procesos interculturales precisamente desde –y no solo hacia– la interrelación de las diversas culturas que comparten un territorio?

Creemos que primero desde la revisión histórica crítica y el cuestionamiento a los proyectos que desde la Colonia los gobiernos nos han impuesto como únicos, para desde ahí poder comprender que no existe una cultura pura ni un solo modelo, ya que somos muchos los que vivimos en este continente, muchos y diversos. Y luego desde la praxis, ya que todas las culturas provienen de lugares y tradiciones diversas, interactúan y se modifican constantemente, por lo tanto, quienes pertenecen a ellas tienen derecho a pensar y construir cada vez lo que consideren beneficioso, a través de sus propias leyes y, por sobre todo, a través de sus propias voces.

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