
La idea de proponer un Nuevo manual de la moral y las buenas costumbres surgió a comienzos de este año, a propósito de un comentario divertido entre los miembros del grupo editorial. En ese momento hablábamos de ciertas cosas que se hacen o se dicen que nos parecían inaceptables. Sería bueno -pensamos- que hubiera una especie de “Manual de Carreño” que explicara qué hacer y qué no hacer para comportarse correctamente hoy en día.
Sin embargo, como es obvio, no pensábamos en un manual de etiqueta, de buen gusto o de cómo moverse en “la gran sociedad”. Tampoco se trataba de denunciar situaciones meramente embarazosas y cómicas en que nos hubiéramos visto envueltos. Más bien, nuestra idea era un registro de conductas inmorales o inaceptables que cotidianamente nos hacen sentir directa o indirectamente violentados. Se trataba de señalar lo insoportable que nos resultan ciertas prácticas comúnmente aceptadas que hieren a personas o grupos y que afectan nuestras convicciones de igualdad y respeto mutuo. En ese minuto pensábamos en cosas tales como los chistes homofóbicos o machistas, en rotear o flaitear, en sacar a relucir títulos o redes sociales para obtener ventajas, o en el cinismo de justificar y defender posiciones de privilegio.
Fue así como decidimos crear este Nuevo manual. Para llevarlo a la práctica hicimos una amplia convocatoria invitando a escribir párrafos breves que denunciaran alguna “mala costumbre”. También invitamos a algunas personas específicas a escribir artículos un poco más extensos en un formato similar a los anteriores números de Rufián. No impusimos temas concretos a nuestros colaboradores. Sólo les pedimos que miraran críticamente nuestras prácticas cotidianas e identificaran aquellas que les resultaban moralmente inaceptables. A pesar de que varios párrafos se refieren a temas generales sobre género o distribución de las riquezas y cargas sociales, no hubo repeticiones que nos exigieran seleccionar entre ellos. Eso facilitó la tarea de edición y nos sorprendió la variedad de prácticas a las que debemos poner atención.
La revista que presentamos no está estructurada de acuerdo a divisiones temáticas o de extensión rígidas. Los temas se intercalan para aligerar la lectura y permitir que el lector pueda en una sola mirada tomar conocimiento de asuntos distintos.
Sin embargo, podrán apreciar que la primera parte de la revista está compuesta de “párrafos” relativamente breves y que hacia el final de la revista están los artículos más extensos. El propósito de esta división fue permitir que en este número se incluyeran más personas y más temas que en los números anteriores de Rufián. Creemos que el tema justificaba esta metodología.
Este Manual no tiene por objeto denunciar a los otros. Al contrario, es un Manual para nosotros mismos. Por eso, esperamos que con él la próxima vez “no lo digamos así” o la pensemos dos veces. Más de una de las cosas que critican nuestros colaboradores ha salido de nosotros mismos. Al leer este número, no podemos dejar de pensar que también nosotros tenemos nuestros sesgos e insensibilidades, que se muestran en los temas que elegimos y los que omitimos. Por eso, esperamos que este número sea una invitación a estar siempre dispuestos a cuestionar si nuestras cotidianas, y en apariencia inofensivas prácticas, pueden afectar aquellas moral y buenas costumbres que sí queremos defender.
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