De mal gusto, de pésimo gusto

Paula Arrieta G.

Es de muy mal gusto ser de derecha. De serlo, usted es o neoliberal o conservador.

Si es neoliberal, usted justifica un sistema basado en otorgar todo tipo de privilegios a unos pocos miembros de la sociedad, ganadores de una carrera en la que corren con ventaja. Cree usted, además, que es justo que estos beneficios sean heredables y tiende a pensar que de eso se trata la libertad. Apoya usted, por defecto, la desigualdad. Podría usted estar experimentando, en este mismo momento, un desmedido miedo a que le quiten sus bien merecidas cosas.

Si es conservador, usted confía en que ciertas tradiciones morales generalmente excluyentes son la garantía de una sociedad virtuosa. Más aún, usted tiene la seguridad de que su personal forma de ver el mundo es y debe ser impuesta al resto de las personas, sin importar que sus creencias se afirmen, por ejemplo, en cuestiones más o menos esotéricas o mágicas. Podría estar usted desarrollando, en este mismo momento, un desmedido miedo a cualquier cosa que sea levemente diferente a usted.

Ahora, si una vez asegurados sus privilegios cree que es una buena idea hacer una mala copia de algunos de ellos para los menos aventajados; o bien, piensa usar sus directrices morales para asegurar los beneficios de los que son como usted y así marginar completamente a quienes teme, entonces tenga cuidado. Puede estar siendo, en este mismo momento, un ejemplo de la peor costumbre: un neoliberal conservador. En ese caso, usted no sólo es de derecha, cosa que, como se ha dicho, es de muy mal gusto. Es usted, además, un personaje sin consecuencia y sin pudor. Y eso es de pésimo gusto.

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