Feminismo y niñez, una relación inalienable. Por un feminismo con las niñas, niños, niñes y adolescentes

Comité de niñez
Coordinadora Feminista 8M


Las movilizaciones feministas de los últimos años han contribuido a transversalizar el feminismo en los movimientos sociales en vías de una transformación radical de las estructuras sobre las que se producen y reproducen nuestras vidas y la sociedad en su conjunto. Son muchas y muy diversas las que han salido a las calles a reclamar por una educación no sexista, contra el sistema de pensiones, por el derecho al aborto libre y legal, contra las tantas formas de violencias que se ciernen sobre los cuerpos de mujeres y disidencias. Tomarnos las calles ha sido una forma también de sacar la voz, de imaginar juntas una vida distinta, una vida mejor. Y es así como nos prometimos no volver a callar, aguantar ni olvidar cómo nos habían enseñado, también nos comprometimos con aprender a construir juntas desde distintos territorios, edades y luchas. 

Decidimos no dejar que nadie más decida por nuestras vidas y ante eso hoy también nos preguntamos por quienes más han vivido estas formas de relegación, en la que no pueden participar del curso que toman sus vidas, cuya voz es subestimada, sus vidas violentadas y su experiencia sujeta a lo doméstico o en  dependencia de otros. Niñas, niños, niñes y adolescentes habitan ese lugar y,  al igual que a las mujeres, históricamente no les reconoce autonomía. 

Niñes y adolescentes han sido recurrentemente estudiados y entendidos solo y en tanto, una proyección hacia la adultez, solo y en tanto “el futuro del país”. Nosotras decimos que son el presente. Para algunos aparecen como sujetos públicos una vez que son productivos para la economía, para otros una vez que son objeto de la criminalización y por qué no decirlo también, una vez que son sujetos electorales. Rápido se olvida la potencia política de quienes han sido uno de los principales actores de los movimientos sociales de la post dictadura y especialmente en la revuelta actual, rápido se asemeja su radicalidad con la falta, con lo incompleto, con lo fuera de lugar. Todo pareciera indicar que la posibilidad de poder definir sus vidas aparece tras la espera de ese momento cúlmine del desarrollo que arbitrariamente se sitúa en los 18 años de edad.

No bastando con la invisibilización, abundan quienes hablan por ellas y ellos atribuyéndose su vocería con visiones asistencialistas, donde se les trata de “menores” en busca de créditos políticos que se evidencian rápidamente al analizar el contenido de las demandas “por los niños” en el contexto legislativo actual. Nosotras dijimos este 8 de marzo que nadie más hablaría por nosotras y, es por esto, que desde una perspectiva feminista hacia la niñez, lo primero es este reconocimiento fundamental al lugar de enunciación desde la propia experiencia, son las niñas, son los niños, son les niñes y adolescentes quienes han de imaginar y formar parte de la política de sus vidas presentes y futuras. 

Y entonces, ¿Qué significa construir junto a niñes y adolescentes? ¿cómo hacerlo en el reconocimiento de su diferencia a las y los adultos sin generar falsos espacios de participación?

La Convención sobre los Derechos del Niño instala la idea de la participación promoviendo que ésta sea más que solo opinar y, por lo tanto, releva la necesidad de informarse así como también resguarda la posibilidad de reunirse y organizarse.  Sin embargo, se queda al atribuirles capacidad de opinión exclusivamente en el espacio privado: “en lo que directamente les afecta”. Frente a eso nos preguntamos ¿quién define qué es lo que les afecta directamente y qué no? ¿cuáles serían aquellas situaciones que no les afectan? ¿por qué no se les puede hacer parte de la discusión sobre aquellas materias? Nosotras reivindicamos la necesidad de desbordar la frontera entre los espacios públicos y privados, entre eso que nos afecta “directamente” y aquello que dirime sobre la vida en su conjunto y por eso  quisiéramos plantear que lo primero es el reconocimiento de su rol político y social ya no como entes pasivos sobre los que se ejecutan políticas de Estado, sino por el contrario, como agentes sociales que deben formar parte los procesos de identificación de necesidades, movilización social, toma de decisiones.  

Un rol que por lo demás es imposible de no ver cuando ellas, un grupo de secundarias decide evadir el metro luchando por los derechos de otras personas, dejan en claro que el campo de su participación no radica en lo que les afecta de forma directa, sino que su opinión y sus posiciones abarcan el todo.  Asimismo nos demostraron, a diferencia de lo que generalmente se juzga de este grupo, que ellas no se piensan solo a sí mismas, no se están mirando el ombligo, sino que por el contrario, están dejando su vida en la calle para luchar por nuestros derechos y contra la precarización de la vida de quienes habitamos este territorio.

La revuelta social nos ha permitido observar en primera persona lo que significa esta otra sociedad que siempre nos imaginamos, en la que se configuran nuevas formas de hacer política donde la edad no es un impedimento para hacerse parte de repensar la educación, la salud, los usos del tiempo, las formas visibles e invisibles de la violencia, cómo deseamos que sean nuestros hogares, las luchas ecológicas, el desarrollo de las ciudades, la experiencia de la migración y la posibilidad de ser y amar a quienes queramos. 

En este escenario, nos parece necesario que el impulso de espacios de participación política de niñes y adolescentes que se construyen en base a sus tiempos y modos, las ideas, deseos y luchas que quieran asumir, se mantengan en el tiempo.  Que no se agoten con el momento histórico que se vive, sino que  transforme para siempre nuestra forma de organizarnos y de convocar.
Como feministas y en particular desde el comité de niñez de la Coordinadora Feminista 8M queremos decir que no vamos a trabajar por los niños, sino a comprometernos con trabajar y movilizarnos con niñas, niños, niñes y adolescentes en las casas, en las calles y en las plazas.

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