Deuda pendiente con el derecho a la identidad de género

Por Francesca Rosales

El 12 de octubre de este año fue el lanzamiento de los resultados de la Encuesta T, proyecto apoyado por la asociación Organizando Trans Diversidades (OTD) y patrocinado por la Embajada de Estados Unidos a través de su fondo Global Equality Fund. Este proyecto, luego de dos años de trabajo, muestra datos que permiten caracterizar a la población trans y género no conforme.

Lo más esclarecedor de encuesta T son los datos de violencia. Al respecto, la violencia que se da con mayor frecuencia es el cuestionamiento a la identidad de género a lo largo de todas las edades y espacios de la vida: desde el interior de las familias hasta en los establecimientos educacionales, centros de salud y mundo laboral. Por otro lado, más de un cuarenta por ciento ha intentado suicidarse, y de este más del ochenta por ciento lo intentó por primera vez antes de los dieciocho años (el informe completo está disponible en http://encuesta-t.cl/resultados/)

Estas cifras son impactantes y reflejan dos problemáticas. La primera es el cuestionamiento constante a la identidad de género que viven las personas trans, lo que muestra rasgos totalizantes de una sociedad que no tiene problemas en distinguir lo “normal” de lo “anormal”. Sin embargo, esta diferenciación no es más que un efecto de la matriz heterosexual imperante, que convierte la cuestión del reconocimiento en una sede de poder, otorgando categorías a los seres humanos e imponiendo formas de ser y de actuar conforme a características biológicas de acuerdo al significado cultural que las distintas sociedades le otorgan a la categoría femenina y masculina. Actualmente en Chile la identidad de género bajo la matriz heterosexual es una sede de poder mediante el cual se les otorga desigualdad a los seres humanos.

El problema de la matriz heterosexual es que es inconsistente. Como señala Judith Butler, el género como categoría construida culturalmente no puede ser dependiente del sexo, esto ya que los órganos genitales y características genotípicas no tendrían por qué determinar el género. Si el sexo es binario, ¿por qué el género también lo es? Las personas con determinado sexo podrían tener múltiples géneros, bajo el supuesto cultural del último. El dilema de lo anterior supone que el género es un artificio en la medida en que como efecto «hombre» y «masculino» puede significar tanto «cuerpo de mujer» como «cuerpo de hombre», y «mujer» y «femenino», tanto «cuerpo de hombre» como «cuerpo de mujer».

En segundo lugar, el cuestionamiento de la identidad, es decir, poner en duda la forma en que las personas quieren aparecer y ser percibidas en el espacio público, significa el cuestionamiento más profundo a la categoría de persona humana. Este cuestionamiento a la vida de las personas tiene correlación con las altas cifras de intento de suicidio en jóvenes menores de dieciocho años.

La deuda pendiente con la identidad de género es una deuda con la vida humana. Por ello es necesaria una ley de identidad de género que reconozca la pluralidad, trascendencia y especificidad de cada persona por el mero hecho de su humanidad. Sin embargo, la sede de poder del reconocimiento no será cambiada únicamente por una norma legal; se requiere al conjunto de la sociedad para cambiar las otras normas informales que operan en la matriz heterosexual.

Por último, es claro que la matriz heterosexual disloca los rostros de los sujetos al entregar categorías de reconocimiento. La totalización de categorías binarias, opuestas y universales pone en tensión y cuestiona la categoría humana, por lo que la deuda es la falta de acciones que vuelvan a redefinir al sujeto como categoría más allá de la matriz heterosexual.


Sobre la columnista

Francesca Rosales es cientista política de la Universidad Católica. Interesada en Innovación Pública y políticas públicas participativas. Con un enorme amor hacia la teoría feminista y humanista, con preocupación por los temas exclusión y reconocimiento.

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Un comentario

  1. Buena columna¡ el desconocimiento de la identidad de género se da también en las calles a través del nefasto uso del control de identidad, Carabineros ha acusado a mujeres trans de ocultar su identidad (lo que es una falta penal) porque su apariencia no se corresponde con lo que establece su ID.

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