
Entrevista a Viviana Díaz Muñoz[1]
¿Cuál ha sido tu trayectoria en la lucha por el aborto libre?
Desde el año 2010 empecé haciendo algo más concreto, porque antes igual era lesbiana y tenía una conciencia de autonomía del cuerpo, pero el año 2010 me integré a la línea aborto. La línea estaba dando una vuelta para definirse como una colectiva de lesbianas feministas, y eso, finalmente, era el rollo que a mí me interesaba. Ahí empecé y participé de la colectiva como telefonista, como asesora médica, como lesbiana feminista, como todo; activismo múltiple. Esa ha sido mi participación más concreta hasta el año 2015. También he ido a un montón de talleres (mucha autoformación), porque tampoco es un tema que en la carrera de medicina se aborde; entonces me tocó aprender sola, de otras feministas, investigar. Entremedio fui a Colombia a capacitarme con la Fundación ESAR, en una clínica (Oriéntame) que realiza abortos allá, que también tiene la perspectiva de derechos. Allí me capacité sobre aborto quirúrgico y detalles más médicos del aborto con medicamentos. A mediados de 2015 dejé de participar de la colectiva, pero igual sigo vinculada desde el punto de vista médico, asesorando casos más complejos. Hace un mes, o un poco más, con una compañera que también fue parte de la línea y con otra con la que llevábamos un montón de tiempo acompañando abortos y asesorando, decidimos hacer algo más concreto al respecto y armamos una red de acompañantes que se llama “Con las amigas y en la casa”. Somos una red de mujeres que acompañamos a otras mujeres que desean abortar, desde el momento en que lo deciden, desde que recurren a la red, hasta que el tema se resuelve gracias a la decisión de la mujer. Es un acompañamiento amoroso y feminista también. Nos llamamos “Con las amigas y en la casa” porque nos interesa aludir a esa cosa de la confianza entre mujeres, de una mujer en otra mujer. En estos temas complejos, como por ejemplo el aborto, la mujer recurre siempre a otra amiga; eso está en el imaginario de todas. Entonces queríamos darle un contenido político a lo que significa abortar en un país como este: recurriendo a otras mujeres, armando una red entre mujeres, por fuera de la ley.
¿Cuáles son los objetivos de la organización? ¿De qué forma trabajan?
El objetivo de la organización es acompañar a mujeres que desean abortar. Es una cosa bien concreta, que por lo demás hemos hecho hace harto tiempo y que tampoco estamos inventando ahora. También hay muchas otras experiencias en Chile de mujeres y feministas que han hecho un trabajo concreto de acompañamiento telefónico. Al final es un tema de salud pública: la mujer que decide abortar va a abortar de la manera que sea. Entonces frente a eso, lo que hacemos nosotras es entregarle la información para que lo haga de manera segura, evitando que se ponga en riesgo. Con esto, además, le hacemos la pega al Estado. Hace mucho tiempo que se sabe que las consecuencias del aborto inseguro son muy costosas, pues implican riesgos de salud para mujeres en edad fértil, en edad de trabajar, es decir, para mujeres valiosas para el capitalismo, que se enferman, que pasan mucho tiempo con licencia, que se mueren o que quedan con complicaciones graves, con secuelas reproductivas, por ejemplo. Todo esto tiene un costo muy alto para el sistema de salud. Hace mucho rato que se sabe que legalizar el aborto y garantizarlo es una medida de salud pública importante para todos los Estados. Es mucho más barato tener aborto seguro que pagar las consecuencias de los abortos inseguros, y por ahora esa pega se la estamos haciendo nosotras al Estado.
También somos feministas y, por lo tanto, nos interesa despenalizar socialmente el aborto. En este sentido, el acompañamiento también le lleva una conversa, que por supuesto no es obligatoria, pero cuando nos juntamos entre mujeres sale el tema. Es una situación que la mujer vive con angustia, pero al escuchar a otra que está tranquila, que está segura, que le dice que la va a acompañar aunque no la conozca, hay hartos temores que se sueltan y se da así una conversa interesante. La mujer que estamos acompañando, a su vez, ha acompañado a otra, o ha sabido de otra; todas hemos abortado de algún modo, porque lo hemos hecho en nuestra vida o porque hemos acompañado a otra, lo que también es una manera de abortar. Nos interesa hacer ese trabajo micropolítico de hablar sobre el aborto en lo cotidiano, porque sabemos que así se desarman los imaginarios que nos han impuesto violentamente la publicidad y la educación.
¿Qué protocolos de seguridad tienen?
Tenemos un correo electrónico (conlasamigasyenlacasa@riseup.net) y nos comunicamos por ahí. Siempre les pedimos a las mujeres que nos escriben que ojalá se habiliten otro correo exclusivamente para esta situación, una dirección que después no van a usar más (igual las mujeres lo hacen si son vivas). Luego hacemos un contacto presencial y todo el resto de la información y el acompañamiento lo hacemos en persona. O sea, el correo es solo para hacer el contacto y para responder dudas, porque hay mujeres que consultan por otras cosas, que tienen dudas sobre anticoncepción, por ejemplo. En esos casos respondemos solo por el correo, pero el tema del acompañamiento del aborto lo hacemos de manera presencial. Es un protocolo que ya manejamos todas las organizaciones que trabajamos este tema en Chile. Nos amparamos en el derecho constitucional de la entrega de información. En todas nuestras apariciones públicas y a través de las redes sociales, lo que hacemos es entregar información que está disponible hace mucho tiempo; información que se puede descargar de la página de la OMS por ejemplo.
Además, todas las integrantes de la red pasan por una capacitación que incluye un protocolo médico, que implica también hablar desde el feminismo, y un protocolo psicosocial y legal. En la capacitación se comparte la experiencia de todas las que hemos apañado alguna vez porque nos tocó, pero también hay una preparación más formal. Nos interesa también hacer escuelas de acompañantes para entregar esta misma formación a quienes no necesariamente son parte de esta red; no queremos monopolizar el tema. Creemos que toda mujer puede ser acompañante de otra y ojalá esto se extienda a todo el país.
¿Cuál es tu motivación política para estar ahí?
Yo soy lesbiana feminista, así que todo lo que tenga que ver con la recuperación de autonomía del cuerpo de las mujeres me interesa. Creo que ser lesbiana también es un desacato y una recuperación de autonomía, porque el sistema nos obliga a ser heterosexuales y madres. También entiendo el aborto como una recuperación de este cuerpo secuestrado. Es como agarrar el cuerpo y decir: «no, esta huevada es mía, es de nosotras, es nuestra y no está a disposición de lo que ustedes quieran». Para mí, el ser lesbiana también es básicamente eso, es hacer ese desacato: «no voy a cumplir con lo que me han obligado desde chica, no, no quiero, no me interesa».
Eso por un lado. Por otro lado está el tema de que las mujeres con las que trabajamos son mujeres pobres. Nosotras aludimos e intentamos llegar a las mujeres de la clase que compartimos todas las que estamos en la red. Nos interesa dialogar con esas mujeres, no con otras; no con las que lo resuelven viajando a Estados Unidos. Las que están a nuestro alrededor son las que van a acudir al mercado ilegal. Entonces se realiza una acción directa para evitar que esas mujeres se expongan a morir (aunque es poco probable, porque con medicamentos es muy seguro desde el punto de vista de mortalidad), y para evitar que se expongan a pasar por situaciones médicas muy traumatizantes, no porque el aborto sea traumático en sí, sino por lo que implica ir a un hospital y ser criminalizada. También hay otra motivación que es ir a pelearles el negocio a los vendedores ilegales. Nosotras develamos muchas de sus prácticas, y obtenemos la información de estas prácticas a través de las mismas mujeres; develamos por ejemplo que ellos están entregando datos incorrectos. Esto es importante para que las mujeres que decidan comprar a vendedores ilegales, al menos exijan la dosis correcta.
¿A qué se enfrentan las mujeres que abortan en nuestro país?
Yo creo que muchas veces hay un primer momento en que se dan cuenta de que no tienen a quién recurrir. La situación es como «ya, estoy en esto, y ¿a quién recurro?». Ahí es donde a veces aparecen apoyos de las mismas mujeres, las abuelas, las tías, las hermanas, al final las mujeres recurren a otra mujer. Además, muchas veces el parejo, el amigo, no está a la altura y eso es algo que muchas mujeres viven dolorosamente; darse cuenta de que ese hombre que promete cosas al final o trata de imponer su deseo (aunque por supuesto la que lo va a llevar en el cuerpo va a ser ella), o desaparece, o empiezan a complicar el proceso de la decisión de la mujer. El hombre lo que tiene que hacer es callarse, poner plata si es que hay que poner plata y ya; no hay otro rol ahí. Ese sería un primer momento: mirar alrededor y darse cuenta de que las mujeres que recurren a esta red, y otras que tienen una red de apoyo o de amigas importante, lo viven de una manera muchísimo más tranquila. Es muy importante la diferencia respecto a otras que no tienen una red de apoyo, que por ejemplo ni siquiera le pueden contar al marido, que lo hacen mientras el marido está de turno, no sé; hemos sabido de situaciones muy dramáticas. Hay un montón de testimonios escritos que se ven en el Cuaderno de cuidados pre, durante y post aborto[2], que se publicó en junio. Ahí se ve la complejidad, que no tiene que ver con el procedimiento en sí, sino con todo lo que implica vivirlo en clandestinidad. Desde una perspectiva muy personal, todas las mujeres con las que he hablado, en un primer momento pasan por todo ese imaginario de miedo, de que una se va a morir. Pero por otro lado también hay algo que es muy ancestral de las mujeres: nosotras siempre hemos resistido las situaciones más intensas, más complejas; hemos parado las revoluciones, somos las que salimos a protestar. Entonces yo creo que se activa también eso. Basta que una le diga a otra «ya, yo te apaño, hagámoslo de todos modos», y ahí todo resulta bien.
Lo otro a lo que se exponen es a tener que acudir a un servicio de urgencias donde van a ser criminalizadas, y la criminalización no es homogénea; la criminalización es muy específica. En general las mujeres pobres, las más jóvenes y las migrantes también, forman parte de una población que el mismo cuerpo médico evalúa como vulnerable, pero al mismo tiempo sienten que pueden ponerle la pata encima, y básicamente, lo hacen. Cuando hemos acompañado a mujeres de clase alta que también han recurrido a esta red o a otras, esas mujeres nunca tienen un problema, o sea, jamás. Esas mujeres reciben un trato muy distinto. Hay un tema ahí, porque al final el Estado no sabe cómo somos las mujeres que estamos abortando, esa información no la tienen. Se alimenta el imaginario de que es la adolescente irresponsable, no sé, que si no es delincuente por esto va a serlo por otra cosa; se activan un montón de estereotipos: racistas, sexistas, clasistas. Y son solo esas mujeres las que son criminalizadas, no todas.
¿Qué opinas del proyecto de ley? ¿Te parece relevante que sea aprobado o crees que da lo mismo?
Para las mujeres yo creo que no va a aportar tanto. Este es un proyecto muy malo y, según entiendo, la causal de violación se va a caer también, por lo tanto, si antes iba a resolver alrededor del 5% de los abortos necesarios, ahora va a resolver el 1%. Es un proyecto que no despenaliza el aborto; este sigue siendo un delito y sigue habiendo un tema simbólico ahí: la decisión de las mujeres sigue siendo un delito, salvo en estos tres casos, en los que, dependiendo de la opinión de otros, usted no va a ser penalizada. La decisión de la mujer no tiene nada que ver ahí.
Aparte de ser malo en eso, es un proyecto que, si lo lees, es terriblemente burocrático, es un proyecto que pone un montón de trabas. Por ejemplo, en la causal de violación, la parte que estaba escrita implicaba que se obligaba a la mujer a denunciar la violación, o sea, a iniciar el proceso legal por violación. Y si pensamos que la mayoría de las mujeres son violadas por alguien cercano, comúnmente en su misma casa o muy cerca, la situación es que voy a pedir el aborto y después me tengo que devolver con una citación para mi papá, mi hermano, mi pololo o mi marido, porque esos son los que violan. Entonces vas a volver a la casa del agresor, que obviamente no va a ser detenido inmediatamente, y mientras tanto te puede seguir agrediendo. Obviamente eso va a desincentivar que las mujeres soliciten el aborto en este caso; al final lo que hace la ley es desincentivar. De hecho, en la ley se incluía la prohibición de hacer publicidad sobre los servicios de aborto, o sea, si alguna mujer quería acogerse a alguna de las tres causales, en ninguna parte iba a estar escrito, ni en el hospital, ni en el Servicio Médico Legal cuando fuera a constatar lesiones por la violación. Y ¿a quién le va a preguntar?, ¿a un guardia?, así como: «¿dónde aborto?».
Yo creo que el proyecto finalmente va a salir, porque seguramente hay compromisos ya adquiridos y ya hace rato que todos los años llegan sanciones simbólicas de organizaciones internacionales hacia Chile por este tema. Creo que es muy feo que un país miembro de la OCDE siga con este tema, sobre todo si tiene una presidenta socialista que fue parte de ONU Mujeres. Creo que hay una presión desde ese punto de vista, para nada desde el punto de vista de los derechos de las mujeres. No creo que les interese que las mujeres aborten o no aborten; en realidad no les interesa. Entonces yo creo que simplemente va a salir una ley malísima. Seguramente solo va a incluir el aborto terapéutico. No creo que la ley resuelva mucho más, solo va a servir para “quedar mejor”. Y me preocupa lo que ha ocurrido en otros lados, como por ejemplo en Uruguay, donde se aprobó una ley que no fue la propuesta por el movimiento social, sino otra ley que se cambió con acuerdos geopolíticos de última hora. Ahora esa ley hace que las organizaciones de mujeres feministas que estaban acompañando a mujeres y resolviendo estos temas desde antes de la misma ley, sean mucho más criminalizadas. Las mujeres uruguayas tienen que abortar necesariamente a través de lo que les ofrece el Estado, con todo el poco respeto a la autonomía de la mujer que se tiene. Porque desde ahí la mirada es distinta, no es horizontal como lo es desde el acompañamiento entre mujeres, donde esta es su decisión: “si quieres parir, te acompañamos; si no quieres parir, te acompañamos; si quieres usar anticonceptivos, te acompañamos; o sea, en la decisión que tú tomes, nosotras te acompañamos”. Ese apoyo es muy distinto que ir a un servicio médico donde la actitud es: “vamos a hacerte un favor con esa cosa horrible que estás haciendo”.
A nosotras nos preocupa también que eso aumente la criminalización contra los grupos que estamos a favor del aborto y que vamos a resolver el otro 99% de los casos. También nos preocupa cómo esto va a afectar al mismo movimiento feminista de mujeres que habitualmente están trabajando para que salga una ley, porque hay muchas que piensan que si sale una ley, eso va a ser un avance hacia el aborto libre. En cambio, hay otras como yo, que piensan que no, que no se le pueden pedir respuestas antipatriarcales a una institución patriarcal. Hay preguntas también sobre cómo nos va a afectar como movimiento el que salga una ley que algunas van a seguir defendiendo como un logro propio, cuando sabemos que no es una ley pensada ni por ni para las mujeres. También sobre si vamos, por último, a estar fiscalizando cómo se lleva a cabo esta ley, lo poco y nada que se pueda hacer con la ley. Esas son preguntas que me dan vuelta, ante la inminencia de que se apruebe.
¿Por qué crees que se le pide al feminismo que esté presente en esta lucha? ¿Crees que también deberían estar los otros movimientos sociales involucrados?
Al feminismo se le pide todo porque somos un movimiento de mujeres, y en general, en los otros movimientos se da una cosa muy frecuente que es exigir todo a las mujeres. Las mujeres tenemos que resolverles las cosas a todos, desde la casa hasta los movimientos. Si tu paras un movimiento, vienen los otros a pedirte que tu movimiento los incluya a ellos y hables también por ellos, y si no hablas por ellos, te piden que vayas y les enseñes a ellos. Además, te piden que te organices como te dicen ellos que te tienes que organizar, etc. No me llama la atención que se le pidan cosas al feminismo. A las mujeres siempre se nos ha pedido que resolvamos cosas para el resto y que nos posterguemos de esa manera. Pienso que las feministas estamos en todos los otros movimientos; no sé si todos los otros movimientos tienen feminismo, pero feministas sí. Porque las feministas somos anticapitalistas, somos antirracistas, somos anticlasistas. En todas partes hay feministas. Ahora, no sé si esos movimientos hacen la lectura feminista también, probablemente no. En ese caso el movimiento por un aborto libre sería una cosa muchísimo más masiva.
Siento que sí hay otros movimientos que deberían hacerse fuertes. Los movimientos por los derechos laborales deberían tener súper claro que las mujeres siempre hacemos trabajo gratuito al capitalismo, pero aparte de ese trabajo gratuito que hacemos, somos fuerza laboral remunerada también y accedemos a los trabajos más precarios, trabajos precarios en los que si quedan embarazadas, las echan. Se sabe que las empresas se han dado cuenta de que si la mujer tiene varios hijos va a tender a aceptar trabajos peor pagados y en peores condiciones, porque tiene que mantener a los hijos. No así los hombres, porque el hombre no tiene esa conciencia de que los hijos son su responsabilidad. Como mujer, tienes que hacer doble jornada, y tienes que trabajar así porque tú velas por tu hijo.
¿Por qué la lucha por el aborto es tan importante para el feminismo? ¿Crees que al feminismo le corresponde un rol en particular al respecto?, ¿cuál?
Yo creo que la prohibición del aborto es como la punta del iceberg de un montón de violencias que vivimos las mujeres. De hecho a mí me interesa el tema no porque lo viva directamente, porque como lesbiana tengo menos posibilidades de quedar embarazada (aunque siempre me pueden violar), sino porque siento que en esa prohibición del aborto se reúnen todas las violencias. El aborto tiene un tema de clase muy importante, porque son las mujeres pobres las que finalmente corren riesgos, las que son criminalizadas. También hay un tema racial, porque las mujeres migrantes racializadas son las que son más violentadas, desde el comercio sexual hasta la forma en que son tratadas en los hospitales. También hay un tema de robo desde la ancestralidad, o sea, hay un proceso que es muy fuerte desde la colonia, en el que todo el conocimiento que hemos tenido las mujeres sobre nuestra salud, sobre nuestro cuerpo, es robado; y luego ocurre algo tan esquizofrénico como que ahora un hombre sabe más de nuestro cuerpo que nosotras mismas: un hombre nos dice qué cosas son importantes y qué cosas no son importantes, un hombre describe nuestro sangrado. Eso desde la perspectiva colonial es quitarnos a nosotras la gestión de nuestro cuerpo y de cuándo parimos y cuándo no parimos. Es una cuestión básica para el capitalismo. La misma Federici habla de eso. Hay que hablar de que el capitalismo necesita mujeres; el control del cuerpo de las mujeres es básico para cualquier sistema. El sistema que se quiere instalar necesita tener control sobre el cuerpo de las mujeres, sobre la tierra y sobre nosotras que somos algo muy parecido.
Entonces para mí el feminismo es un estar en contra de todas las opresiones, y las opresiones son múltiples, se combinan entre ellas; la prohibición del aborto es un ejemplo claro de ello. El feminismo no lo veo desde una perspectiva de derechos, sino como un cambio de imaginario. Entonces, como feminista una se pone a complejizar lo que significa tener el aborto prohibido en un país como Chile, e inevitablemente llega al sexismo, a la obligación de maternidad, a la obligación de la heterosexualidad y también llega a investigar cómo se instaló la ciencia médica y ginecológica en un territorio como este, que tiene una historia muy rica de parteras y de soluciones no occidentales para las mujeres.
*Mail: conlasamigasyenlacasa@riseup.net
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[1] Médica lesbiana feminista, activista por el aborto libre.
[2] http://cuadernodecuidados.blogspot.cl/2016/06/cuaderno-de-cuidados-pre-durante-y-post_16.html
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