La conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora convocó a miles de mujeres a marchar por las calles de sus ciudades, una vez más.
La Coordinadora 8 de Marzo cifró la convocatoria en 400 mil personas en Santiago de Chile: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven. Ayer levantamos la movilización más grande desde el fin de la dictadura en Chile. Honrando a todas aquellas que vinieron antes de nosotras” publicó la Coordinadora en su sitio web.
*Imágenes del registro fotográfico de Cyn Shuffer.
Sin incidentes, la marcha se encaminó desde Plaza Italia hasta calle República donde cerró con un acto cultural protagonizado por la cantautora Ana Tijoux. Con asistencia masiva y totalmente pacífica, la concentración se mantuvo convocando mujeres de distintas edades desde las 18.00 hasta las 00.00 horas del viernes, aproximadamente.
El contexto del encuentro en 2019 fue el llamado a huelga general feminista que se desarrolló durante todo el día viernes 8 de marzo, extendida tanto para mujeres empleadas en el sector productivo formal, como para quienes realizan trabajo doméstico. La marcha fue entonces la culminación de un día de paralización de mujeres tanto en sus trabajos pagos, como en los del hogar, con el objetivo de adherir juntas a una manifestación política contra la violencia de género (ejercida en todos los niveles y campos del desenvolvimiento humano) y las profundas desigualdades sociales y económicas que existen entre hombres y mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado.
Sin definirse como una marcha separatista, la concentración contó con la presencia de mujeres en su gran mayoría, pues los hombres fueron llamados a facilitar y promover la asistencia de las mujeres a la marcha, asumiendo tareas de cuidado en el hogar y reemplazándolas en su quehacer diario.
En esta oportunidad, la Coordinadora 8M tuvo un particular ojo puesto en el control de la violencia y la reacción machista, especialmente la lesbofóbica, poniendo a disposición un protocolo de seguridad para el uso de imágenes en redes sociales y transmisiones en vivo que las participantes desearan hacer durante el encuentro. Dentro este protocolo hubo instrucciones para encriptación de teléfonos celulares, entre otras precauciones, motivadas por los hechos de acoso y amenazas contra feministas, acontecidos en semanas previas a la movilización.
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