Prácticas editoriales performativas en tiempos extraordinarios [1]

Marilina Winik*

En agradecimiento a las rufianas que me convocaron a escribir, reflexionaremos sobre las prácticas culturales editoriales, en el universo “independiente” situadas en épocas covid. Para eso, introducimos la idea de la edición como práctica performativa y, desde ese lugar, tres casos que de manera exploratoria, describen y ubican sus acciones. Pero antes, proponemos un ideario sobre cómo resuenan y se actualizan los mandatos del hacer en épocas pandémicas; cómo interactúan las subjetividades en la jungla virtualizada real hipercompetitiva de las redes sociales. Un pantallazo o linda mixtura que agrupa ideas, alternativas, propuestas en acción, desde una ética feminista.

Exigencias desmedidas en tiempos de trabajo remoto 

2020 ¿será recordado? como el año en donde gracias al Covid-19 gran parte de la humanidad se quedó confinada en su hogar. Y además, donde todas las precariedades de ese habitar, salieron a la luz. Estar, pero también trabajar, cocinar, limpiar, etc. la exigencia del home office y la penuria de quienes quedaron desempleadxs. Estar en casa hizo que la mayor parte de los procesos productivos se realicen en esos metros, frente a esas pantallas. Además, quienes no viven solxs deben cuidar, enseñar, asistir, contener.

Dice Mona Chollet, en una entrevista [2] a propósito de su libro En Casa, [3] que aquello que mostró la pandemia es el vínculo enfermizo que tenemos con el trabajo. Exigencias, auto-exigencias, sobre-exigencias devenidas por paradigmas que resuenan con virulencia en estas épocas, con cronogramas de aciertos y desaciertos sobre el trabajo y el desempeño, aquello que estaba organizado de una manera (presencial) y pasó a ser de otra (remota). Cuántas personas cercanas (por no decir nosotras mismas) pasaron por experiencias burn-out, no poder más, no dar más, de no entender nada, de no querer nada. Un día todo fue en modo home office y zoom, y meet e internet y entregas (y angustias y soledad y desconcierto). Otra pantalla desbaratada por la realidad, donde la productividad de la máquina se puso en tensión con la vida, evidenciando las precariedades sobre aquello que no tiene registro. 

Estar en casa en pandemia, en lugar de ser la oportunidad para habitar nuestro espacio y trabajar y pensar, se convirtió, muy por el contrario, en la exigencia permanente para poder llegar con y a todo y que sea insuficiente. 

Lo neoliberal 

Reflexionar críticamente sobre la internalización de ciertas lógicas donde estamos inmersxs, lo consideramos clave para desmarcarse y poder huir rápidamente hacia otros horizontes. Entender qué nos sucede en relación a cuando la razón neoliberal se manifiesta en las redes sociales, es parte de desandar caminos o al menos, revisarlos. El entramado que aparece como prácticas, discursos, modos de hacer, son procesos en los que estamos involucradxs, nos guste o no y nos incluye horizontalmente. De esa manera, los agenciamientos de los contenidos que con tanta amorosidad producimos, son tomados por la matrix o por los pares. 

Porque el lema/mandato sigue siendo “darse a conocer”, “difundir nuestros puntos de vista”, “armarnos un perfil”, que subjetivamente nos posiciona y nos permite competir mejor en el mercadito simbólico. Ese trabajo que asumimos como obligatorio, “estar en las redes” escapa al horario de home office sea de empresa o del mundo de la cultura y paradójicamente es donde invertimos -a pérdida- la totalidad de nuestro tiempo vital. Pero nos posibilita “estar” de una manera en el mundo (virtual) y vincularnos a partir del entramado de relaciones, posteos, likes o solo en modo voyeur: “Elige tu avatar”. 

La premisa debería ser -y que muchas veces al candor de los aplausos virtuales solemos olvidar- que las redes, como todo, son un arma de doble/triple filo. Paradójicamente y a diferencia de lo que plantearon Deleuze y Guattari [4] con esa maravillosa idea sobre el rizoma como construcción horizontal, múltiple y carente de subordinación jerárquica, luego surgen los desajustes, cuando observamos cómo actúan las redes, cómo nos individualizan y nos quitan potencia colectiva. Porque justamente son las redes sociales, el lugar donde se expresa la construcción neoliberal, donde se ponen en juego las subjetividades a competir, peleando por corazoncitos y deditos hacia arriba. Finalmente, el mercado de las plataformas se encargará luego de comercializar la información producida cuando nos dedicamos a alentar la revolución. Paradojas de la distopía neoliberal.

Prácticas editoriales

Estos planteos son insumos para comprender dónde queda nuestro universo conceptual. Por eso, es necesario pensar el aislamiento, la sobreexposición, lo neoliberal que habita en nuestras subjetividades, para entender cómo intervenimos luego. Las prácticas editoriales no fueron exceptuadas de la nueva normalidad. Pero la intención es revolver ese fango para encontrar aquellas que sean desindividualizantes, que agrupen, potencien y que fundamentalmente irrumpan en la extendida lógica del encierro de los cuerpos. 

Contexto: lo independiente/ la profesionalización

Desde hace muchos años que venimos pensando acerca de la edición independiente. Este núcleo temático está muy bien documentado en la creciente producción académica y en la literatura existente del campo editorial. [5] A modo de síntesis podemos decir que el proceso de concentración que se dio en Argentina (y en el mundo) hacia fines de la década del ‘90, transnacionalizó la industria del libro como dice Daniela Szpilbarg [6] en su libro, “convirtiéndola en hiperconcentrada y abocada al mercado mundial, donde las publicaciones se hicieron commodities”. Esa doble cara del libro planteada por Bourdieu [7] a fines de los ‘90 mercancía y significación, en ese momento es solo un producto en una góndola del supermercado virtual. Como contrapartida, y de manera resistencial, se construyó un campo incipiente que se autopercibió “independiente” en clara oposición al modelo geopolítico. Es cuando las microeditoriales se organizan de maneras autogestivas, construyen discursos, prácticas, ferias como la FLIA, [8] revistas, encuentros, etc. Ciertamente en la primera década del siglo XXI, se discutirán distintas maneras de mensurar el fenómeno (que se da en todas las industrias culturales) pero que específicamente tiene como bandera la bibliodiversidad [9] y que obtiene como resultado el ingreso al mercado y la profesionalización. Lo cual genera una serie de preguntas, sobre todo aquellas que viven los procesos politizando las prácticas, no solo las comerciales. 

La normalización fue una readaptación del mercado independiente hacia la profesionalización. Y parte del juego fue tomar en igualdad a las editoriales concentradas y competir en las vidrieras de las librerías, en los autores publicados, en la compra de derechos (nunca en el capital invertido). Muchas editoriales desarrollaron estrategias bibliodiversas y se posicionaron desde esa impronta pero más que diferenciarse quisieron parecerse a las “otras” editoriales. En espejo, copiaron algunas estrategias utilizadas por las transnacionales: exportaron, viajaron a ferias, armaron las suyas propias, e incluso armaron stands colectivos dentro de la feria internacional del libro de Buenos Aires. Lo cual hizo que años más tarde, sea la misma FILBA [10] quien proponga un “barrio” para editoriales independientes.  

Sin embargo, no todas las editoriales forman parte de este agrupamiento, hay las que se escurren por las rendijas, que tienen otras miradas y que construyen otros modos. “El quehacer editorial es otra aventura” dicen por ahí, se trata entonces de caminar por las finas líneas de la experimentación, aunque tampoco evaden firmar contratos, traducciones o presentaciones a fondos. Afortunadamente, no hay binarismos posibles y en las afueras de las prácticas hay textos, hay naufragios. Sin idealizar, también es justo decir que las editoriales invierten todo en lxs autorxs, generan tratos justos, son muy creativas en la distribución, son inteligentes a la hora de posicionar sus catálogos porque entendieron que el fenómeno es global y que eso fortalece las prácticas. Experiencias vitales y no cuentas bancarias. 

Afueras/ performatividad

Las prácticas editoriales son un filtro y ejercicio que se realiza cada vez. Tomamos el concepto propuesto por Judith Butler cuando se refiere a la “performatividad del género” [11] para pensar en la manera en que entendemos algunas prácticas editoriales como performativas. Butler propone que lo performativo no es una actuación, ni un role play, ni una receta, ni es algo que viene dado con el “título” del sexo asignado, ni del género al que la normalidad asigna. Será el lenguaje el “lugar” donde se ponga en juego la veracidad de la norma. La misión será desarmar esa construcción entendiéndola como cultural y no determinada como parte de una estrategia esencialista que cree que algo simplemente “es de una manera” lo cual solo genera jerarquía y diferencia. Por eso toma de Simone de Beauvoir, la idea de que no se nace mujer, se llega a serlo. Esto refiere a que hay acciones que determinan comportamientos, en lugar de esencia. 

Tomamos de Butler esta apuesta contra todo esencialismo para pensar los roles que tienen las prácticas editoriales performativas, en principio decimos que no lo son aquellas que se ciernen solo al acto de edición. En ese sentido, se trata de  construcciones culturales epocales donde hay prácticas editoriales, intelectuales y vitales, que se hacen en movimiento. Las prácticas que queremos destacar son aquellas acontecimentales más que seriadas y que se ejercen en contexto. No son ahistóricas, se dan en situación, son situadas. Para que sean performativas es necesario que produzcan efectos. Esos efectos pueden estar relacionados con detectar cómo las comunidades lectoras se apropian de determinadas lecturas, que las ideas irrumpan en la normalidad editorial. También, pensar el encuentro entre distintos proyectos editoriales que se ponen en juego más allá de sus propios intereses. 

Lo performativo no es individual (ni individualizante) sino que se crea en comunidad. Un concurso como posibilidad de expresión colectiva en contextos de aislamiento da cuenta a futuro de cómo se tramitaron las angustias en vivo. Las prácticas editoriales performativas son comunitarias, colectivas y generan efectos en quienes las leen, participan y crean porque todxs se modifican, y entonces esas prácticas dejan de pertenecer a alguien para devenir cambio común. Planteamos tres experiencias distintas que sucedieron en pandemia donde no hubo espectadores, sino participantes, experimentaciones y prácticas editoriales performativas que  irrumpieron en la nuevanormalidad. 

la pandemia editorial

A cada industria le llega su uberización, dijo un editor o se puede entender de otra manera, es decir, cómo las editoriales debieron “reinventar” sus estrategias en función de las nuevas realidades en un contexto incierto pero que desde sus inicios deshabilitó la posibilidad del encuentro físico. En particular, gran parte de las prácticas performativas que llevan adelante las pequeñas editoriales, están vinculadas con  los encuentros, presentaciones, participación de distintas instancias comunes como ferias, congresos, festivales, talleres, eventos y una cantidad enorme de estrategias tendidas en red donde prevalece el contacto físico. 

En aislamiento se activaron distintas propuestas, ideas, formatos, estéticas, que fueron construcciones comunes con características particulares (sin cuerpo). Todas las que elegimos, las entendemos como prácticas editoriales performativas con esa dificultad de no poder estar compartiendo en vivo, aunque son formatos distintos pero actúan en contexto con estrategias comunes. Algunas fueron para tramitar las angustias, otras para generar lazos, otras para medir socialmente que pasaba desde la escritura por los cuerpos aislados y todas actuaron con el interrogante de no saber qué pasaría en lo inmediato.  

Nadie se salva solx

En los inicios de la pandemia, más precisamente en abril, cuando todo estaba clausurado, cerrado y la fase 1 del aislamiento comenzaba a sentirse en el cuerpo, un grupo de 27 editoriales articuló con 17 librerías de la ciudad de Buenos Aires para elaborar una propuesta común denominada “¡Sálvese quien lea! del neoliberalismo nos curamos juntxs” [12] Esta fue la primera iniciativa colectiva entre pequeñas y medianas editoriales, librerías y cooperativas y les lectores para poder encontrarse a través de los libros en tiempos de aislamiento físico y preventivo. La idea consistió en distribuir un catálogo común y que les lectores compraran “en adelanto” libros de los 120 ofrecidos a precios promocionales y definir en función de un listado previo de librerías dónde los retirarán una vez finalizada la cuarentena. Claro que la cuarentena se extendió mucho más de lo esperado, pero esa propuesta (re)vinculó en acción performática a quienes editan, con quienes distribuyen, con quienes leen, de modo cooperativo. El Leitmotiv  lo expresó como un llamado a la acción:  nadie se salva solx, explicitando la intencionalidad política, e irrumpiendo en el aislamiento individual. La acción no solo intervino en la venta de libros en el mercado, sino que apuntó a probar una estrategia común en donde se pudieron visibilizar las resistencias, aún en un contexto totalmente incierto.

Un concurso donde todxs ganan

Esta propuesta, tiene que ver con el quehacer propio de la editorial tuvo lugar al inicio de la pandemia y fue el concurso lanzado por Milena Caseola. «Narradorxs y poetas en experiencia de cuarentena», a la que se presentaron 400 textos en menos de un mes que estuvo abierta la convocatoria. La misma contó con tres categorías: ensayo- crónica; cuento y poesía. El jurado estaba conformado por escritorxs de la editorial además del editor. Fueron tantas las propuestas recibidas que performativamente y en virtud de entender la situación extraordinaria y la angustia de la pandemia, la editorial decidió que todxs quienes habían presentado un texto, ganaran el concurso. Pensado más como una experimentación que como un concurso legal, ya está publicado en la web, como memoria y prontamente en papel con las menciones de los 15 textos, cinco por categoría, elegidos. Su título: “Tapabocas. Narradores y poetas en cuarentena”.

feria del libro virtual

A esta altura estaríamos en la feria del libro de Buenos Aires” y es por eso que distintas editoriales independientes decidieron construir la FELCA [13] (Feria del libro en Casa). La apuesta fue armar stands virtuales para mostrar catálogos y promociones y comprar libros online.  Un experimento dentro del aislamiento social, fue la manera de definirla:  “nos gustan las ferias, las extrañamos y las necesitamos. Las ferias son espacios de encuentro cara a cara con lxs lectorxs, pero estamos viviendo una situación extraordinaria, y los encuentros se dan pantalla a pantalla” decía un editor, impulsor del proyecto. Hasta la fecha la FELCA lleva tres ediciones a lo largo de la cuarentena extendida y tuvo distintas improntas (infantil, punk, feminista). Las ferias para muchas editoriales pequeñas representan la mayor entrada de dinero y la posibilidad de autosustentarse, pero también es el lugar donde se cuecen complicidades, encuentros. Lo performativo de una feria virtual es el imaginario que se construye colectivamente, cuando se evoca al espacio común que recrea. Es un (no) lugar donde están los libros con sus editorxs y se consiguen a muy buenos precios, donde hay charlas, poesía, lecturas, donde se va a pasar un rato, a encontrarse con amigxs, un espacio de distensión y expresión. Una feria es un territorio común imaginal donde se desarrolla un acontecimiento cultural, y donde se produce el deseo colectivo de participar, aunque sea de manera virtual, de formar parte, tanto para las editoriales como para los públicos que asisten.

Fines

Analizamos prácticas editoriales que entendemos como performativas en contextos cotidianos, nos gusta pensar en aquellas que se animan a construir a pesar de todo, constelaciones más amigables, universos paralelos donde salirnos de las redes individualizantes aunque se las utilice con esos fines, donde nos ponemos en conversación prácticas culturales y personas para hacer, intervenir, inventar contenidos y entregarlos al mundo de las ideas, al mundo de la acción. 

Las prácticas editoriales performativas no se agotan en una manera de hacer, porque no son una fórmula, ni una esencia; son ensayo y error, un filtro que autentique aquello que nace como acontecimiento y quede en esa experimentación, de una o nunca más, pero que en el hacer, hayan dejado huella.

Qué función tendría “hacer editorial” o “hacer libros” si las comunidades lectoras no se los apropian, si luego no son quienes ponen en práctica aquello que los textos dicen. Sobre todo porque la potencia vital es la necesidad de romper el formato, la disciplina, para experimentar otras formas de vida que traen los libros.  Así como un libro es una apuesta, una proclama, lo performativo es entonces un llamado a la acción.

Referencias

[1] Este texto es parte de una tesis work in progress.
[2] https://www.pagina12.com.ar/267561-mona-chollet-lo-triste-es-que-haga-falta-una-pandemia-para-b
[3] Chollet, Mona (2017). En Casa. Odisea en el espacio doméstico, Hekht Libros. Buenos Aires.
[4] Deleuze, Giles – Guattari, Felix: (2006) Mil mesetas . Pretextos, Valencia.
[5] Hay muchas publicaciones, como 2019: Estado de Feria Permanente; 2016: Independientes ¿de qué? (FCE); La colección dirigida por Alex Shmied de la editorial Tren en Movimiento llamada “sentidos del libro”. Memorias de congresos y encuentros sobre el campo del libro y la edición, entre muchos otros materiales de consulta.
[6]  Szpilbarg, Daniela (2019). Cartografía Argentina de la edición mundializada. Tren en Movimiento, Buenos Aires.
[7] Bourdieu ,Pierre (1999): “Una revolución conservadora en la edición” en Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba.
[8] Feria del libro independiente y a (anarquista, autónoma, autogestiva).
[9] Colleu, Gilles (2008) La edición independiente como herramienta protagonista de la bibliodiversidad. Asunto Impreso. Buenos Aires.
[10] Feria Internacional del libro de Buenos Aires.
[11] Judith Butler (2015): El género en disputa. Paidós, Buenos Aires.
[12] https://www.pagina12.com.ar/259878-salvese-quien-lea-del-neoliberalismo-nos-curamos-juntxs
[13] https://www.telam.com.ar/notas/202005/460992-feria-del-libro-en-casa-y-finde-iniciativas-para-facilitar-la-difusion-de-producciones-editoriales.html


*Marilina Winik trabaja en Comunicación, es Licenciada en Sociología por la UBA y editora por amor a los libros. Escribe, investiga, edita, crea contenidos y proyectos en el campo de la cultura. Produce contenidos en diversos formatos –materiales, efímeros, simbólicos, conceptuales, experimentales, y proyectuales. Fundó junto a Natalia Ortiz Maldonado la plataforma textual Hekht Libros y junto a otros colectivos la asociación cultural CRIA (Creando Redes Independientes y Artísticas).
twt: @MarilinaWinik


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