Lieta Vivaldi*
A casi dos años de la promulgación de la Ley 21.030 sobre interrupción del embarazo en tres causales, su implementación ha sido deficiente y esto se ha agravado con la pandemia. Los problemas son variados: el abuso de la objeción de conciencia (más del 50% de los/as ginecólogos/as se declaran objetores), la falta de información a las mujeres y la falta de capacitación al personal de salud son algunos de ellos. Debido a lo restrictivo de las causales, las mujeres siguen abortando clandestinamente y redes de mujeres han sido clave para acompañarlas y apoyarlas. En esta entrevista conversamos con Viviana, activista de «Con las amigas y en la casa», quien nos comenta qué ha pasado desde la promulgación de la ley, cuál sigue siendo el rol de la organización y del feminismo en general y qué ha pasado con la pandemia.
¿Crees que ha cambiado de alguna forma la situación del aborto en Chile desde antes de la aprobación de la ley hasta ahora?
Sí, ha cambiado sobre todo en el sentido de que se habla mucho más del tema, hay una sensación de que se puede hablar de eso, porque hay un respaldo legal en el fondo. Yo siento que ahora hay muchas más instancias para hablar de aborto, que las mujeres también preguntan respecto de si su situación está cubierta por la ley. En ese sentido sí, pero en concreto, en la cantidad de abortos que se han hecho, el cambio es bien insignificante para la realidad de las mujeres; no ha significado un cambio en concreto en el acceso a derechos.
¿Y las mujeres entonces a qué se enfrentan hoy cuando quieren abortar fuera de las tres causales?
Se enfrentan, por un lado, al mercado de venta ilegal de Misotrol, que ha empeorado mucho a propósito de la pandemia. Se ha jugado con el miedo y con la desesperación de las mujeres, que siempre ha sido el negocio de los vendedores ilegales. En realidad, las mujeres han resuelto siempre; como lo hemos dicho en varias ocaciones, los abortos no nos pertenecen ni a nosotras las acompañantes, ni a los médicos, ni al Estado, los abortos le pertenecen a las mujeres y las mujeres están resolviendo de todos modos. Pero sí se enfrentan a la angustia de no poder comprarlo por el precio, de tener que comprar dosis incompletas, a la angustia de encontrar información muy diferente en diferentes lugares y de no saber en cuál confiar. Por otro lado, estamos las acompañantes: los grupos de feministas que acompañan abortos, los grupos de feministas que entregan información sobre aborto, que somos una alternativa segura para abortos acompañados y cuidados (prefiero decir “cuidados” y no “seguros”, porque la seguridad, no sé, me suena como a policía, control… prefiero decir “cuidados”).
¿Y crees que a propósito de esto último ha habido un cambio respecto de la persecución policial y la persecución penal? ¿O no necesariamente?
¿A los grupos que acompañan?
Sí, y también a las mujeres. Porque podría ser un temor que, con la aprobación de la ley, al haber causales, podría aumentar la persecusión.
Según nuestra experiencia en la red de “Con las amigas y en la casa”, no ha habido un aumento en la persecución. Creo que sí ha habido un intento de desacreditar el trabajo que hacemos nosotras y otros grupos, y eso viene principalmente de los vendedores ilegales, porque finalmente somos una competencia. Nosotras no vendemos, pero sí hacemos que las mujeres accedan a información, lo cual hace que puedan reconocer medicamentos y que eviten las estafas. Entonces, en ese sentido, somos una competencia, y desde ese lugar, los vendedores ilegales, y también las feministas que venden medicamentos, tienden a desacreditar un poco el trabajo que hacemos. Eso sobre todo se dio en pandemia. Pero particularmente más persecución policial, la verdad es que no hemos visto. Sí hemos notado en este año 2020, en este año terrible y catastrófico, que sí hay cosas: nostras acompañamos procesos de mujeres con más de 12 semanas, y hemos visto un aumento de la criminalización de las mujeres que cursan abortos con fetos de más de 12 semanas, que antes no veíamos tanto (porque se puede abortar en cualquier momento, los abortos espontaneos ocurren igual después de las 12 semanas). Eso es lo hemos notado, pero no lo tenemos cuantificado; solo ha sido una percepción que tenemos de que se intenta que las mujeres confiesen, que hagan todo el trámite funerario con el feto, cuando en realidad no tiene ningún sentido, porque nunca vivió fuera del cuerpo de la mujer. Ese tipo de cosas hemos notado en el último tiempo, pero no persecución. La persecución se mantiene igual que antes: a las mujeres más jóvenes, a las mujeres migrantes, a las afromigrantes principalmente, que siempre son las más perseguidas en los hospitales.
¿Ha cambiado la forma en que trabaja la organización en este último tiempo?
Sí, pero a propósito de la pandemia. Hemos venido teniendo un aumento muy importante de la demanda cada año, y nosotras no crecemos tanto, no habemos tantas acompañantes como para cubrir la demanda que estamos recibiendo. Hay momentos en que estamos bien críticas y en ese sentido hemos tenido que desarrollar estartegias para cuidarnos nosotras, para mantener funcionando la organización y para que la calidad del acompañamiento no decaiga tanto en relación al volumen que estamos acompañando. En un momento hacíamos talleres que eran de pocas chicas, ahoras tenemos talleres muy masivos, que eran presenciales hasta que por la pandemia nos tuvimos que adaptar y hacerlos online, usando plataformas seguras. Eso ha sido difícil, porque no todas las mujeres tienen la posibilidad de estar dos horas, solas, en un taller, con un computador; no todas tiene acceso a wifi… Pero sobre todo, para muchas mujeres la privacidad es un privilegio, entonces eso lo ha hecho difícil. Porque el taller es un momento muy inportante dentro del acompañamiento, ya que es donde se entrega la información más sensible y se aclaran las dudas.
¿Y los protocolos de seguridad se han mantenido o han tenido que cambiarlos?
Se han mantenido y los hemos reforzado, porque también la violencia ha aumentdo en pandemia: la violencia que sufren las mujeres, la poca privacidad que tienen. Entonces hemos tenido que reforzar los protocolos de seguridad. Pero sobre todo reforzar, más que cambiar.
¿Cuál crees que es el rol del feminismo hoy, respecto del aborto? ¿Ha cambiado o se maniene?
Yo creo que el feminismo tiene que tener como bandera el aborto libre y ya, y eso debió haber sido siempre, independiente de la ley. Yo he sido crítica, y en la red hemos sido críticas, del proceso de la ley, que se cerró sin feministas, o por lo menos no con las feministas de base, no con las feministas que acompañábamos abortos, no con las feministas que estábamos entregando información, sino que se cerró en un grupo cercano a Bachelet, y sería. La percepción es que esa ley no nos pertenece, por lo menos esa es la percepción de las acompañantes, de las feministas que hacemos trabajo de base. El evidente fracaso de esta ley hace aún más claro que el horizonte tiene que ser el aborto libre, tiene que ser un aborto por decisión de las mujeres, por lo menos hasta el primer trimestre, y después por plazos, como otros proyectos de ley que existen en otros países y que han influido realmente en el acceso a derechos de las mujeres, no como en la ley de acá.
¿Hay algo más que te gustaría agregar?
Yo creo que, más que el cambio a propósito de la ley –que ha permitido que se hable del tema pero no ha influido en la cantidad de abortos que se realizan–, el desafío es cómo vamos a seguir en relación a la pandemia, porque la violencia sexual hacia las mujeres ha aumentado, por lo tanto el aumento de la cantidad de embarazos no deseados es un tema de preocupación permanente para las que estamos acompañando abortos. Creo que deberían haber más redes de acompañamiento. Lo que me gustaría hacer es una invitación. A veces una tiene esas discuciones medio estériles del tipo de “ah, ustedes son antimaternidad”, pero acompañar abortos no se trata solamente de abortos. También tiene que ver con que se pueda realizar una crianza libre. Ahora no abordamos ese tema, porque trabajar abortos ya es bastante, pero está súper relacionado con otros temas. Con el racismo, por ejemplo. Nosotras tratamos de tener protocolos especiales que permitan que las muejres afromigrantes se sientan más seguras, porque sabemos que las cosas funcionan distintas para ellas, que la violencia es mucho más intensa con ellas particularmente. Entonces, cuando una acompaña abortos se enfrenta con todos los temas del feministmo. Así que la invitación es a que se levanten más redes. Nuestro acompañamiento tiene una forma, nosotras somos lesbofeministas, acompañamos criticando la heterosexualidad, eso a algunas mujeres les gusta, a otras no. Pero si hay otras maneras de acompañar, que sean cuidadas, que sean amorosas. La idea es que se levanten. Hay muchas mujeres que están abortando solas y con miedo, pese al esfuerzo que hacemos nosotras, y la idea es que ninguna de nosotras aborte sola, ni con miedo, ni con culpa.
- Viviana Díaz Muñoz es médica lesbiana feminista, activista por el aborto libre. Lieta Vivaldi es doctora en sociología y abogada feminista.
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