Un libro, territorios libres de explotación

*Por Claudia Marchant. Presentación del libro Chile 1970-1973. Mil días que estremecieron al mundo, de Franck Gaudichaud. Traducción de Claudia Marchant (LOM Ediciones, 468 paginas, 2016).

No sé si Franck –cuando me propuso participar en la presentación de este libro- sabía el tremendo aprieto en que me ponía. Me costó tomar la decisión desde dónde abordarla.

No me pareció que –en esta oportunidad- tuviera mayor interés  hablar desde el trabajo de “la traductora”. Las palabras y el texto en francés le pertenecen  al autor, las palabras en español, les pertenecen a todos aquellos que ocuparon un lugar en la experiencia de la Unidad Popular, provienen de las entrevistas, de los artículos de diarios y revistas de la época que Franck recuperó y que, gracias al trabajo de traducción, debí revisar.  Por eso, me pareció que lo más honesto, era simplemente hacer un comentario personal.

Tengo el privilegio de haberme encontrado con mi padre, el filósofo Patricio Marchant, aunque tiempo después de su muerte. Y no porque no haya estado presente durante toda mi vida, muy por el contrario, siempre estuvo con nosotros, y por cierto, sus hijos aparecemos –para bien o para mal- en varios de sus textos. Sólo que –como muchos- tardíamente he ido conociendo su trabajo y reflexiones, algunas de las cuales tienen y van tomando un tremendo sentido, a medida que las voy descubriendo y, a ratos, entendiendo.

Y cuando trabajaba en el libro. Los mil días que estremecieron al mundo,  una vez más pensé en cuánta fuerza había en el texto que Patricio Marchant escribió sobre la palabra compañero, la misma fuerza que la investigación que presentamos, tiene. La fuerza de la dignidad de un momento histórico en nuestro país, vivido por personas comunes y corrientes,  que no dudan en decir que los años de la Unidad Popular fueron o los más felices, los más plenos, los más importantes… los más, los más… a pesar de las dificultades, de las peleas, del trabajo duro, a pesar de la derrota posterior, de la dictadura y de nuestra actual posdictadura.

Patricio Marchant escribía en 1989[1]

El régimen de Salvador Allende pudo tener los orígenes sociales, históricos, económicos que se quiera; pudo tener –y los tuvo- todos los errores que se quiera. Pero, para quienes lo vivimos a través de la música de la palabra compañero, constituyó la única experiencia ético-política de nuestra vida, esa nuestra absoluta superioridad moral —ese ser distinto, de otra especie— sobre quienes nada supieron de la palabra compañero. Mérito, evidentemente, no de nosotros, no de nuestra individualidad o de nuestro “ser persona”. Mérito de esa palabra, de esa música compañero, música-palabra que no fue inventada por alguien. Música, palabra que dice cuáles eran las fuerzas de ese proceso histórico y nos señalaba —sólo eso— la posibilidad de un co-responder a ese proceso. “Compañero” Pues una cosa es Salvador Allende, otra esa música “compañero Presidente”, ese fundamento de la grandeza de Salvador Allende. Atenuándose, las desigualdades persistían entre nosotros; iguales éramos, sin embargo, al saludarnos como “compañero”, “compañeros”. Ese sueño, un corto tiempo de realidad: Chile un país digno de respeto.

Es justamente ese país digno de respeto, el que Franck nos ofrece en el libro que presentamos.

En su trabajo vemos con hechos concretos cómo “desde abajo” se vivió ese proceso, repasa los momentos más importantes de la movilización popular, sin por ello dejar de ver sus errores o titubeos, sus dificultades. Sin dejar de lado tampoco, la interacción con la “revolución desde arriba” impulsada por las medidas del gobierno de Salvador Allende y la política de los partidos de la Unidad Popular. Nos relata con bastante detalle la conformación de los cordones industriales, especialmente el de Cerrillos-Maipú, de Vicuña Mackenna, sin dejar de mencionar a las coordinaciones en provincia, en Arica, Valparaíso, Concepción, Osorno, Punta Arenas, entre otros. Las luchas de los pobladores y el campamento Nueva Habana, la asamblea de Concepción en julio de 1972, la toma de Constitución en febrero de 1973. Las posiciones de los diferentes actores políticos y sociales. Los mecanismos de participación: desde arriba y desde abajo. Los periódicos que salieron a la luz en esos días, expresando la lucha cultural e ideológica en curso.

Levanta cuadros y lista territorios y sus expresiones de poder popular, los repertorios de acción, identifica fábricas y dirigentes involucrados, dejando la cancha abierta para todos aquellos que quieran seguir investigando este período.

Pero no se trata sólo de episodios aislados (algunos de los cuales han sido tratados con profundidad en otros textos, que quedan debidamente referenciados aquí), sino que el panorama, el paisaje que se dibuja nos permite tener una visión de conjunto de lo que estaba pasando en los diferentes frentes y lugares, aunque sin duda, como el mismo autor lo ha reconocido, hay territorios menos indagados, entre los que podemos mencionar, el campo chileno, las comunidades mapuches y no mapuches asentadas en la precordillera y cordillera que también tuvieron momentos excepcionales de desarrollo de poder popular, como  lo fue el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli, por ejemplo.

Tampoco deja de lado la oposición y su organización: sus dirigentes y articulaciones. Sin duda, el paro patronal de octubre de 1972 es un momento álgido del texto, así como las formas en que el gobierno y el pueblo movilizado van procesando la embestida patronal.

Y todo esto, en una narrativa que se lee sin dificultad, amable, que además dialoga con otros historiadores y cientistas sociales y sus textos, permitiéndonos tener una visión amplia y los diferentes enfoques y miradas sobre este período.

Finalmente, tampoco se trata de levantar un cuadro heroico de un proceso sin duda excepcional, porque –y esto es también uno de los aspectos que me parecen importantes del trabajo de Franck- la idea no es construir una memoria y una historia “petrificada” y despolitizada. Se trata de una memoria para las luchas del presente, no como legado para las nuevas generaciones, o no sólo, sino para hoy, para los y las movilizadas de nuestro presente (los y las que luchan).

Me imagino que Franck comparte las expresiones de Miguel Mazzeo (historiador, académico y militante político y social argentino que trabaja el tema del poder popular hoy) que,  aunque cuando escribe el texto que cito a continuación, se está refiriendo al sentido y vigencia del pensamiento de Mariátegui), parece igualmente pertinente aquí. Cito:

no se trata de que nuestro abordaje esté condicionado por las “políticas de la memoria», sino por las necesidades inherentes al relanzamiento del proyecto emancipador en Nuestra América.  Aspiramos a que el régimen de la memoria no se viva como áspera condena (…). Cuando el pasado es el único lugar del encuentro o el lugar privilegiado para la realización de nuestros sueños, el presente puede ser el lugar de la pasividad, el fatalismo, la ambigüedad, las querellas superficiales y la mera retórica. Las políticas de la memoria, cuando no promueven síntesis políticas y balances prácticos, cuando opacan el presente y el futuro (…), pueden terminar como un recurso de las clases dominantes, como un procedimiento destinado a conjurar la praxis emancipadora actual. Porque, de esta manera, instalan en la sociedad la idea de que ese pasado nunca será futuro.[2]

Diría que se trata del mismo gesto que hace unos días –a raíz de las elecciones municipales- creí reconocer en un video que circula, en donde Jorge Sharp –el recién electo alcalde de Valparaíso- interpreta la “Canción del poder popular sin ningún rasgo nostálgico, con toda la urgencia del presente en que estaban peleando la alcaldía con una fuerza amplia de izquierda. Cantamos esta canción de hace 46 años porque nos sirve hoy, porque habla de nuestra realidad actual y sus desafíos.

Y sin duda, es de este mismo lugar desde donde escribe y trabaja Franck. Nos bastaría leer la dedicatoria de este libro, pero también podemos citar lo que destaca Michael Lowy en el prólogo a la edición francesa de Los mil días. Lowy escribe:

Es raro leer un libro llevado con tanta convicción en el esfuerzo de dar la palabra a “los y las de abajo” en ruptura con las visiones tradicionales -esencialmente institucionalistas- de la trágica pero apasionante experiencia chilena. Un trabajo que no esconde su enfoque, su método –analizar los hechos desde el punto de vista de la lucha de clases- y tampoco esconde su empatía crítica con la causa de los vencidos del golpe de Estado militar: los trabajadores, los oprimidos y los explotados, y en particular en este libro, el poderoso movimiento obrero chileno.[3]

Franck retoma el desafío que tan claramente Luis Martín-Cabrera expresa en un texto publicado recientemente por Proyección editores,  y que ha copado nuestras últimas conversaciones[4] (que aunque recién empiezo a hojear, recomiendo encarecidamente leer). Dice:

Los profesores deberíamos salir de nuestras guaridas académicas, al menos de vez en cuando, a trabajar en las comunidades, no para dictar conferencias o para apropiarnos de sus conocimientos y encerrarlos en nuestros papers o artículos ISI, sino para intercambiar conocimientos, para socializar nuestros privilegios e insertarlos en una lógica de tiempos y espacios robados, pensar en los intersticios de la academia, ventanas abiertas al fragor de las calles.

No se trata entonces tan sólo de publicar un libro resultado de una investigación o reflexiones teóricas, sino más bien de poner a disposición de las luchas actuales, herramientas, experiencias y sus análisis.  Y cito a Franck:  “escribir es siempre una apuesta de futuro […] Ojalá podamos aportar con este texto algunas herramientas para esa gran caja de ideas colectiva en fase de elaboración, abajo y a la izquierda”.[5]

Así, sólo puedo invitarlos a la lectura de este libro. Espero que su amplia difusión y conocimiento nos sirva a todos y todas quienes aún aspiramos a un espacio, o mejor aún, a un “territorio libre de explotación”.

Santiago, 2 de noviembre de 2016

 

[1] Marchant, Patricio, “Consideraciones sobre el ballet de los valets”, en Escritura y Temblor, Oyarzún, Pablo y Willy Thayer (eds.), Santiago, Cuarto Propio, 2000, p.304.

[2] Mazzeo, Miguel, El socialismo enraizado. José Carlos Mariátegui: vigencia de su concepto de “socialismo práctico”, Lima, FCE, 2013, pp.66-67.

[3] Löwy, Michael. Prefacio a la edición francesa Chili 1970-1973. Mille jours qui ébrenlèrent le monde, Rennes, PUF, 2013.

[4] Martín-Cabrera, Luis, Insurgencias invisibles. Resistencias y militancias en Estados Unidos, Santiago, Proyección editores, 2016, p.24.

[5] Gaudichaud, Franck, Las fisuras del neoliberalismo chileno. Trabajo, crisis de la “democracia tutelada” y conflictos de clases, Santiago, Quimantú y Tiempo robado editoras, 2015, p.12.

 

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Un comentario

  1. Larga vida a Revista Rufian y gracias mil a Claudia! saludos rebeldes, Franck G.

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