
* Ignacio Montenegro
Con el siguiente titular cerraba la jornada del miércoles 18 de julio en algunos medios de comunicación: “Diputados chilenos quitan propiedad Estatal a recursos marinos”. Más abajo en la noticia señalaban: “a menos de un metro del presidente de los diputados, Nicolás Monckeberg, el ministro de Economía, Pablo Longueira, orientaba la votación e indicaba a los parlamentarios de la UDI mediante gestos con el pulgar que indicaban si se debía aprobar o rechazar cada indicación” (Radio del Mar). Este acontecimiento sigue la tónica de nuestros pares latinoamericanos; echemos una revisada rápida. En Colombia saltan como si nada de los recursos marinos a los mismísimos campesinos, desarticulando nada menos que su cultura: “para el pleno desarrollo de los componentes productivos y de intercambio del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU (…) convierte en delito la comercialización y el intercambio de semillas nativas o que estén por fuera del control del gobierno, lo que significa control de las multinacionales” (Radio Mundo Real). Más al norte, en México, la minera china Gan-Bo Minera Internacional amenaza la vida de la comunidad de Tequesquitlán por ser una mina a cielo abierto (de la industria más contaminante por los explosivos, químicos y cantidades de agua que utiliza) a menos de 500 metros del asentamiento; el periódico La Jornada en México afirma que “desde que el Partido Acción Nacional llegó al gobierno federal, en el año 2000, en Jalisco se han concesionado a mineras al menos 1.5 millones de hectáreas, superficie equivalente a la del Distrito Federal”.
No hay novedad particular en estos acontecimientos. El conflicto de la minería y las comunidades está presente a lo largo de todos los países andinos, la pesca a gran escala es también un conflicto entre las grandes empresas y los pescadores artesanales de toda caleta, así también la privatización de las semillas por parte de transnacionales, que ilegaliza lo que constituye una práctica ancestral de los pueblos y campesinos. En general, todos problemas de los países “tercermundistas” que sostienen sus economías en función de la dominación extranjera sobre sus materias primas. Además, países en que las decisiones históricamente han sido tomadas por las élites dirigentes, clases políticas, oligarquías, la “gente educada”, porque su educación les brinda un lenguaje tal, que en su mundo pueden fácilmente meter dedos en la boca de todos. La historia más o menos común que puede desprenderse de la diversidad latinoamericana destaca por la dominación, reducción (y hasta desaparición de algunas) de las etnias originarias, establecimiento de repúblicas e institucionalización de clases políticas, el intento de “copiar” los modelos de desarrollo de afuera (visto además desde la visión evolutiva del primer y tercer mundo) sin entender nunca que son para contextos, realidades e historias diferentes. Si en algún momento el poder o soberanía pareciera descender a los pueblos y la ciudadanía no tardarían en llegar, en “efecto dominó”, las dictaduras a los gobiernos, desmantelando la organización y vínculos establecidos a lo largo de las repúblicas, llevándonos a un escenario más escalofriante de dominación y aparente ejercicio de la soberanía por medio de la propiedad y el consumo, y de falsas identidades otorgadas por la globalización, que ya nada tiene que ver con nuestro territorio, paisaje, y vínculo que alguna vez tuvimos con el medio.
Los conflictos ambientales, o problemáticas ambientales como contaminación, escasez de agua, daño a la biodiversidad se problematizan como tales porque hemos llegado a un punto donde el efecto destructivo no podía ser más evidente. Estos, como todos los conflictos que atraviesan a la sociedad, son conflictos sociales y políticos, y de nadie más que del ser humano, porque están imbricados en nuestra sociedad consumista y sedienta de materias primas a cualquier costo; si se nos acaban necesariamente nos acabamos (es iluso pensar que alguna tecnología sustentable podrá mantener las altas tasas de explotación de los recursos y consumo que tenemos hoy, sin una reducción sustantiva de la población humana).
Respecto a la conceptualización de “problema” o “conflicto”, esto es intrínsecamente humano. Por ejemplo, el salmón no tiene un problema, simplemente es y se desenvuelve en el hábitat donde lo dispone el humano o la naturaleza según sea el caso, pero es problema para nosotros que los salmones se ahoguen por la concentración de sus fecas, porque nos quedamos sin salmón, es decir, sin trabajo, dinero. Hagámoslo más conflictivo en otra dimensión, los derechos de los animales. Sabido es el trato que el ser humano da a los animales en la ganadería (caso de Agrosuper en Freirina con los chanchos), o dueños que maltratan a sus mascotas, zoológicos, circos, que mantienen a los animales en condiciones “inhumanas”. El ser humano ha establecido ciertos derechos para su especie, derechos posibles únicamente por su conciencia y capacidad de juzgar, que lo hace sujeto de derecho, y que le permite juzgar de “inhumana” la condición en la que viven estos animales. Pero el animal hasta cierto punto “consciente” no puede juzgar su condición, sufrirá (si podemos decirlo), o mejor, sentirá dolor, y hasta pena o depresión otros. El punto es que el animal en sí no puede ser sujeto de derecho, puesto que no puede juzgar por sí mismo, como lo hace el humano; el animal en sí, por lo tanto, no tiene derechos, es el humano el que otorga ciertos cuidados y legislación para el animal, por una responsabilidad que este se atribuye para la relación de ese otro ser vivo.
Dicho esto podemos juzgar los acontecimientos narrados en un comienzo bajo la misma lupa. La situación política de los países latinoamericanos y los conflictos entre las comunidades y las empresas de diversa gama de explotación de recursos naturales están marcados por tres problemáticas: la pérdida de legitimidad de las clases políticas, la falta de soberanía local, y la de una educación que nos enajena de nuestra pertenencia y relación con el ecosistema. En los ejemplos citados los conflictos están todos marcados por los acuerdos que, del gobierno o el parlamento, fijan para el desarrollo la aprobación o rechazo de propuestas para la explotación de los recursos, paralelamente con la manifestación de una comunidad que –marginal a estos espacios de decisión– reclama la mínima consideración para una vida sana, para la supervivencia de su cultura y su actividad económica. Podemos reconocer aquí una mala práctica que en general se está diversificando en los nuevos movimientos sociales, el ser masas (por costumbre) peticionistas o reaccionarias ante las decisiones del parlamento o el gobierno. Lo que siempre critica el capitalismo es que mucho se le critica pero nadie propone otros modelos. Peor aún, este año en Tolerancia Cero en una admirable discusión (más bien exposición) por parte del sociólogo Alberto Mayol, el panelista Villegas decía que uno de los problemas que tenía Chile hoy es la falta de referentes, que por eso no logra desarrollarse en otras vías. Esta visión deja en evidencia la incapacidad reforzada por la fuerza de la costumbre de autogobernarse según la realidad local, necesitando siempre de referentes, impidiendo concebir modelos de desarrollo auténticos, y por esto pidiendo reformas, reaccionando ante otras…
Vayamos a la hoy un poco exagerada llamada “primavera de Chile” encabezada por las movilizaciones estudiantiles del 2011. Los estudiantes posicionamos en la “agenda política” las demandas de “No al lucro” y la “Gratuidad” entre las más importantes. Principios quizás apropiados para nuestro contexto de política conservadora. Sin embargo, lo que muchos discutimos durante y sobre todo después, y que algunos todavía trabajan [1], es la falta de discusión y propuesta de un proyecto nuevo de educación para un nuevo sistema. Si tuviéramos educación gratuita con la educación que tenemos hoy, ¡seríamos después todos meras tuercas de este sistema!
Alí Ramón Rojas, pedagogo venezolano de vasta experiencia, rememora e investiga resignificando la importancia de la educación para la vida, productiva, coherente con el territorio y la cultura de la comunidad, presente en lo que fue la escuela de Warisata, Bolivia, a través de la Pedagogía del Adobe. Donde la escuela constituye comunidad misma, desde su construcción hasta su mantenimiento a través de huertas. Los profesores fueron también albañiles, agricultores, intelectuales, formaron entre todos una propuesta que hacía sentido en el educar, que formaba identidad y pertenencia, a través de la enseñanza teórica y práctica, esta última tan ausente en la educación occidental moderna. Qué más soberano del espacio que haberlo construido física y simbólicamente, y donde no es tuyo sino de todos, donde la escuela es centro de decisiones para la comunidad, entre los ancianos de la comunidad, profesores, padres y madres. Este es un proyecto distinto, una de las miles de posibilidades y adaptaciones que pueden darse en cada territorio, pero que vuelve a relacionar a las personas con el ecosistema, su cultura.
Se ha tratado a los conflictos ambientales como sociales, puesto que no es correcto ni útil aislarlo de los otros conflictos si es que ambos están cruzados por las mismas causas. Sin embargo podríamos hacer la excepción de hablar de conflicto ambiental si a este le atribuimos un significado específico, que podría poner en discusión la ética que hay en la demanda por la soberanía [2] de los recursos naturales. Si tomásemos el conflicto ambiental como el momento en que el ser humano establece una relación de dominación sobre su medio (como lo retrata el artículo de las huertas presente en este número), enajenándose de él por separarse de la simbiosis en la que convivía, entonces usémoslo, usémoslo porque nos permite resignificar nuestra relación con el medio ambiente, permite reorientar las políticas sociales (entre ellas las educativas) en este sentido. Entonces las causas de los conflictos sociales no consisten ya únicamente en la explotación del hombre por el hombre, en el capitalismo desigual, sino que en volver a entender ese vínculo del cual nunca dejaremos de ser parte los humanos: el ecosistema.
De a poco las organizaciones campesinas, indígenas, de mujeres rurales, de los pueblos han ido tomando fuerza por los menos en las discusiones políticas. Sin embargo este tira y afloja entre el reclamo del comunero y la decisión del político, aparece cada vez más obsoleto. Más Conferencias Mundiales de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra [3] tienen que ir gestándose, para fortalecer nuestro vínculo con el ecosistema, más mingas y trafkintus [4]. Porque de ser así ya no nos afectará si Longueira hace para arriba o para abajo con su dedo gordo en el parlamento para que aprueben alguna ley (porque hoy, aunque nos duela confesarlo, nos está afectando, tienen el poder), porque así las semillas y los recursos naturales se entenderán como parte intrínseca del ecosistema, del cual somos parte y no soberanos.
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* Ignacio Montenegro: Estudiante de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables.
[1] Como el Congreso Social por un Proyecto Educativo que busca construir un proyecto educacional transversalmente desde las bases de la sociedad, surgido el 2011. Para saber más: http://www.construyendoeducacion.cl/
[2] En el sentido de que la soberanía es necesariamente dominación, y es precisamente esta concepción la que se pretende cambiar. Es útil hoy hacernos cargo de la Soberanía Alimentaria, y nos quedan años de trabajo porque recién empieza, es útil cuando la contrastamos con la hegemonía de las multinacionales versus la histórica tradición de los pueblos, pero en estricto rigor posiciona verticalmente al ser humano ante la naturaleza.
[3] Para saber más sobre la que se convocó el año 2010 en Cochabamba, Bolivia, revise las conclusiones de 18 grupos de trabajo, compuestos por campesinos, indígenas y ciudadanía de base, de diversos países latinoamericanos, en:
http://www.movimientos.org/conferenciamundialpueblos/show_text.php3?key=17208
[4] Intercambio de Semillas.
Referencias:
http://radiodelmar.cl/rdm_2012/index.php/component/content/article/90-noticias/1038-diputados-chilenos-quitan-propiedad-estatal-a-recursos-marinos.html
http://www.jornada.unam.mx/2012/07/18/estados/029n1est
http://www.movimientos.org/conferenciamundialpueblos/show_text.php3?key=17208
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